La troika, ese organismo surgido
con la crisis de la deuda griega, portuguesa, etc., compuesto por los países acreedores
de la eurozona (todos), el BCE y el FMI, cosechó anoche su enésimo fracaso al
no ser capaz, de nuevo, de llegar a un acuerdo sobre las urgentísimas
necesidades financieras de Grecia. En medio del bosque de tecnicismos con que
los negociadores suelen enmascarar la realidad uno puede distinguir algunas
verdades: 1) que el FMI ha mantenido una postura que podríamos calificar de
comprensiva (¿Quién que haya seguido en el pasado, nada lejano, sus posiciones
ante la crisis latinoamericana podría creerlo?), proponiendo una quita, sin la
cual estima que Grecia es incapaz de pagar la deuda; 2) que los países de la
eurozona se niegan a la quita (es lo único en que están de acuerdo) y exigen
más recortes para garantizar el pago íntegro ¿Qué países de la eurozona?: Alemania,
¡Francia!, ¡¡Italia!!, ¡¡¡España!!! Visto lo cual la postura del BCE me parece
irrelevante, aunque no he llagado a leerla, seguramente porque el impacto de lo
anterior me había incapacitado para entender nada más.
Debe ser cosa de los políticos y
los banqueros, pensé. Al fin y al cabo la cumbre está compuesta en exclusiva
por especímenes de ambas especies, y… ya se sabe. La ciudadanía está hasta el
coco de unos y de otros y lo demuestra a diario, manifestándose en privado y
colectivamente, en los medios y en la calle. Lo que nos lleva a concluir,
parafraseando el conocido chiste de las moscas, que no puede ser que millones
de personas estén equivocadas a un tiempo.
Lo que pasa es que a renglón
seguido leo que las posturas no cambiarán hasta que no se celebren las
elecciones alemanas (esto se dice mucho, así que también será verdad), porque
Merkel, que, como todo el mundo sabe, es quien maneja la batuta, no quiere
arriesgarse a que sus paisanos la boten del gobierno por haber cedido ante los
lloriqueos de los griegos, portugueses, españoles y demás irresponsables
despilfarradores. Se deduce de lo anterior que una vez celebrados los comicios
y ya sin la presión ciudadana, el acuerdo será posible. ¡Claro! Es que la
democracia representativa, que dicen que ya no funciona, todavía es capaz de prescindir
de un gobernante no deseado aunque sea cada cuatro años. Deduzco que si no
hubiera elecciones y las decisiones emanaran directamente y en cada momento del
paisanaje, como dicen muchos que debe ser, es obvio que no habría que esperar a
nada, ¡ya se habría condenado a Grecia definitivamente hace mucho!
Que alguien me explique ¿De
quién no hay que fiarse? ¿De los políticos? ¿De los banqueros? ¿De los paisanos?
Empiezo a pensar que de quien no debo fiarme en absoluto es de mí mismo.
Si hubiera alguno de fiar pediría
hora al psiquiatra.