Nos pasaremos muchos años sacando consecuencias de las
elecciones del 27S en Cataluña, pero así, recién celebradas, se me ocurren
algunas como futuribles no descabellados.
Respecto a la independencia seguramente habrá un efecto
similar al que tuvo el fallido referéndum de hace unos meses: hasta los
soberanistas verán tarde o temprano que han retrocedido respecto de la
situación de la pasada legislatura, en votos y escaños, pues, aunque hayan conseguido
la mayoría de diputados, los otros datos les desautorizan para concluir el procés; en esta tesitura nada empieza y
nada acaba, pero de momento quizás cunda cierto desánimo en sus filas; desde luego, nada que no pueda arreglar un nuevo predicador, un nuevo acto de fe. De cualquier modo, las
decisiones a tomar en los próximos días pueden convertirse definitivamente en
una huida hacia adelante en la que será difícil mantener la unidad que han
exhibido hasta el 27. No les arriendo la ganancia.