Uno se imagina el
volumen y la densidad intelectual de la dirección de Podemos como la de un
macizo granítico, dado el currículum académico con que se adornan. Al fin y al
cabo nacieron a la política en un departamento universitario, por mucho que el 15M
provocara el alumbramiento. Esta izquierda (¿?) no es aquella que se formaba
trabajosamente en las casas del pueblo o en el descanso en los tajos, en que un
currante más letrado leía la prensa revolucionaria a sus compañeros. Qué va, estos
leen por su cuenta cada uno. Se empapan de postmarxismo, se enredan con el
postmodernismo, aprenden de la revolución bolivariana, absorben el populismo,
comentan a Laclau, pactan con el anticapitalismo, ultimo camuflaje de los
troskos, y al final nos perdonan la vida a condición de que confesemos que todo
lo que hicimos desde el 75 para acá fue una puñetera mierda.
23 sept 2016
21 sept 2016
El sentido de la historia
Gérôme. La muerte de Cesar |
Somos los hombres (hombres y las mujeres, faltaría más) los
que hacemos la historia, pero sin querer. Quiero decir que no somos conscientes
del suceso, y cuando alguno aparece en escena con la intención de escribirla
con sus hazañas lo que normalmente le sale es un hazmerreír —cuando se haga la
historia del ridículo el texto ocupará más volúmenes que la Enciclopedia Británica—;
pasar de la candidez del inconsciente a la intencionalidad consciente tiene
esos costes.
13 sept 2016
Haciendo lo que hay que hacer
La democracia es un sistema desagradable: a veces ganan los otros y gobiernan a su antojo por poco que los dejemos; otras veces ganamos nosotros, pero hay que respetar a las minorías, pactar con algunos, ceder siempre, poco o mucho. Lo dicho, desagradable. Con las dictaduras todo va de perlas: teniendo la simple prevención de estar de acuerdo, siempre se hace lo que queremos, o sea, lo que hay que hacer. De hecho, por lo que yo recuerdo, y aun no me atacó el alzheimer, la mayoría de los conciudadanos con los que conviví tantos años eso fue lo que hicieron. Que me expliquen de otra manera aquellos cuarenta años.
8 sept 2016
Sta. Bárbara y los truenos
Cuando amenazaba una tormenta era común invocar a Sta.
Bárbara, que además de ese fenómeno meteorológico patronea a los dinamiteros, a
los mineros y a los artilleros. Todo muy ruidoso. Y es que la santa, virgen y
mártir, como no, fue decapitada según cuentan los hagiógrafos por su propio
padre, que todavía con la espada en la mano cayó fulminado por un rayo. Una
espectacular manera de irse de este mundo, pero así y todo, nuestra persistente
futilidad nos lleva a olvidar el suceso y acordarnos tan sólo cuando atruena
alrededor. Así lo registra el refranero: no nos acordamos de Sta. Bárbara hasta
que truena. En política también.
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