Estaba pensando en Podemos y, de pronto, me vino a la cabeza
el dilema del huevo y la gallina ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? No preguntéis
por qué, pero aquí anda dándome vueltas sin dejar que me ocupe de otra cosa. A
lo mejor Iglesias ha aparecido en un video hablando con una gallina o
comiéndose un huevo y quizás lo haya visto, aunque no lo recuerde… Bueno, hace
días se exhibió charlando
con un leño y me costó descubrir que no era una pesadilla. En fin, la causa
no hace al caso; lo que ahora me inquieta es la solución al dilema gallináceo.
He indagado un poco y resulta que el tema tiene bemoles. A otros
muchos les pasó lo mismo, seguramente, por andar enredando las neuronas con
algún asunto semejante al que me ocupaba a mí y, ni cortos no perezosos,
pusieron en marcha todo su potencial intelectivo. Lo primero con lo que me he
encontrado es que se trata de una falacia, un falso dilema o paradoja, un
pensamiento circular sin solución, un círculo vicioso que los lógicos para
aclararse lo reformulan así "¿Qué vino primero: X que no puede venir sin Y,
o Y que no puede venir sin X?".
Todo eso está muy bien, pero ¿qué fue primero, el huevo o la
gallina? Diréis vosotros… y yo también.
Algunos, y no unos chiquilicuatres, sí se metieron en harina.
Los teólogos cristianos clásicos, por ejemplo, no tienen la menor duda: fue la
gallina. Argumentan que el Génesis es clarísimo al respecto, Dios creó a los
animales en su plenitud, ni huevos ni pollitos. Valiéndose únicamente de la
razón, que no es poco, Aristóteles había llegado a conclusión idéntica por
aquella vía, pues, decía, lo actual es anterior a lo potencial y la gallina es
acto pero solo potencia en el huevo. Lo cierto es que él no nombró a las
gallinas, que yo sepa, pero como si lo hubiera hecho porque todo quedó muy claro.
Ni que decir tiene que la Escolástica, que bebió del estagirita, también estaba
por las gallinas.
La cosa empezó a torcerse desde Darwin que formuló la teoría
de la evolución, en la que aprendimos que las especies cambian con el proceso
evolutivo mediante mutaciones que se producen al formarse el embrión, así que
la madre de la primera gallina no puede ser clasificada como tal, pero el huevo
que puso sí que contenía una verdadera gallina. El huevo sería por tanto
anterior a la gallina. Pasa después por Hawking que al formularle un escolar el
dichoso dilema contestó «Definitely, the egg» o sea, «Definitivamente,
el huevo», lo que tomado como argumento de autoridad y con la benevolencia
requerida podría pasar. Así llegamos al filósofo D. Papineau que también se
pronuncia por el huevo y cuya argumentación expondría con gusto si la
entendiera, pero no es el caso.
La verdad es que a
estas alturas estoy de gallinas y de huevos hasta el gorro; este asunto me está
calentando la cabeza y es claro que no conduce a nada. ¡Vaya! Creo que ya sé
por qué pensando en Podemos se me ocurrió lo de la gallina.
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