12 oct 2009

De San Isidoro a la Wikipedia


Necesitamos saber qué es lo que sabemos, tener todas las sabidurías al alcance de la mano para lo que pudiéramos precisar. Ahí está la motivación que condujo a la elaboración de las enciclopedias. El vocablo procede del griego enkiklíos paideia, que podemos traducir por instrucción en círculo, es decir, cerrada, completa. Aunque la enciclopedia por antonomasia es la Encyclopédie de Diderot en el XVIII francés, monumento insigne de la Ilustración, hubo otras muchas antes y después.

En el S. VI, época oscura en la Europa occidental, la monarquía goda que controló, mal que bien, la mayor parte de la Península, posibilitó un espacio de luz en las tinieblas propias del momento. Isidoro de Sevilla escribió una obra, Etimologías, que tiene un carácter y una intención enciclopédicos. Consciente de la ruina de la cultura clásica, Isidoro intenta, y logra con éxito, recopilar una buena parte de los saberes del mundo greco romano. Durante siglos fue una obra muy consultada y copiada multitud de veces hasta bien entrado el Renacimiento, mil años después. Si algo se le puede objetar es que dejaran de copiarse y se perdieran algunas obras latinas, ya que las sustituía con ventaja, aportando una especie de homologación cristiana a la cultura clásica.

Speculum maius (Espejo mayor) es el título de otra gran enciclopedia, esta vez en los años postreros de la Edad Media. Su autor, el dominico Vincent de Beauvais (S. XIII). Como la anterior fue obra de consulta muy valorada incluso en el Renacimiento, y copiada total o parcialmente en ocasiones numerosas. El XIII fue el momento de apogeo de la escolástica y los dominicos sus principales valedores, así que el Speculum no fue sólo una recopilación de saberes, sino que era toda una concepción del mundo desde el punto de vista de esa ideología, cuyo tema central fue la compaginación de fe y razón. Como la obra de S. Isidoro, encontró excelente acogida en los monasterios donde se encontraban las pocas copias que podían hacerse manualmente.

La Ilustración, ya en el XVIII, supuso un proceso de secularización en todos los órdenes, también el intelectual, como culminación lógica del humanismo renacentista. Los filósofos ilustrados sintieron la necesidad de llevar a todas partes esta nueva visión del mundo, libre ya de las ataduras de la fe, y encontraron que el mejor medio era la redacción de una gran obra que resumiera todo el saber bajo la nueva óptica: L’Encyclopédie (1751-72). Dirigida por Diderot y D’Alembert tuvo una inmensa repercusión en el mundo burgués occidental, convirtiéndose en el vehículo ideológico más importante de la revolución. En Inglaterra surgió pronto (1768) una réplica, pero con un carácter fuertemente conservador: la Enciclopedia Británica, que ha sobrevivido, actualizándose, hasta nuestros días y sigue teniendo prestigio. La imprenta permitía ya una mayor difusión, pero su coste y volumen las confinaba a los palacios, las casas de la burguesía ilustrada e instituciones de cultura.

Los siglos XIX y XX produjeron multitud de otras enciclopedias; en todas ellas predominó el interés comercial, como había ocurrido ya con la Británica, difundida por suscripción y en fascículos; unas tuvieron carácter nacional (Espasa para España) o especializado. Hasta la aparición de Internet, que vino a trastocar el mundo de las enciclopedias; de pronto todas quedaron obsoletas. Microsoft intentó un acuerdo con la Británica, que fracasó. Del fracaso surgió Encarta, también fracasada. El éxito, a mi juicio revolucionario porque reúne lo mejor de las virtudes de la red –horizontalidad, voluntarismo, gratuidad, pluralismo y globalización–, lo obtuvo Wikipedia.

Las claves del triunfo son: por una parte la utilización de la tecnología wiki, base de datos sencilla que ya existía; por otra una idea novedosa que confía en la colaboración espontánea de los usuarios de la red sin imposiciones jerárquicas. El resultado es una enciclopedia con tres millones de entradas en inglés, un millón en francés y en alemán, medio en español… ¡La Británica llegó a tener 75.000! Su calidad, que podría ser el punto débil, no es muy inferior a aquella y se compensa con creces por la facilidad de renovación, casi instantánea y su disponibilidad. Hoy intelectuales, científicos, creadores y gente corriente como el que escribe, la visitan a diario por millones en busca de información. Una auténtica revolución.

Como muestra, un botón: todos los enlaces, intencionadamente numerosos, de este artículo son de wikipedia.

5 comentarios:

Anónimo dijo...
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