No voy a explicar por qué es malo ser viejo, el tema me deprime, pero sí habrá que reconocer que tiene algo bueno: se ha vivido mucho y uno puede identificar con facilidad las repeticiones que nos venden como novedades. En la crisis de los noventa sesudos economistas, algunos en el poder (Solbes entre ellos), nos empezaron a advertir de la inminente quiebra del sistema de pensiones. Había datos objetivos, demográficos, que lo hacía inevitable, eso decían. A la vez se fomentaban los fondos de pensiones privados, se les dio un tratamiento fiscal preferente y se les hizo desde los poderes públicos una promoción impagable. De aquella movida se benefició la banca, pero en absoluto los pensionistas, ya que el sistema público no se hundió ni muchísimo menos –todavía hoy, en medio de una crisis terrible, tiene un fondo de reserva record–, la inmensa mayoría de los que entonces, asustados por el futuro, abrieron algún fondo privado se encontraron al jubilarse con unos miles de euros, en el mejor de los casos, que puede que les diera para un viajecito con qué celebrar el acontecimiento; los que habían cotizado tanto como para obtener una cantidad sustanciosa que atendiera a las necesidades de la vejez, si había algunos, eran sólo aquellos a los que el sistema público les importaba un comino, por razones obvias. ¿Qué pasó? Entre otras cosas, que la evolución demográfica fue lo contrario de lo previsto y que la población activa creció más que nunca en el pasado. La verdad es que el análisis que se había hecho de las variables fue un desastre, quiero pensar que por incompetencia, porque otra explicación situaría a los “expertos” a un nivel ético deplorable, si no próximos al fraude o la prevaricación. De nuevo hoy nos quieren vender la misma moto, otra vez la amenaza demográfica y de quiebra del sistema ¿Se prepara el relanzamiento de fondos privados? En USA, donde el sistema público es inexistente, los fondos privados señorean el servicio y manejan capitales ingentes cuyos movimientos especulativos han tenido que ver con la crisis financiera y con el castigo que sufren las deudas soberanas de Grecia, Irlanda, Portugal, España…, al tiempo deja sin cobertura a las capas más bajas.
Como los “expertos” y el gobierno parecen no dar con la solución será bueno ofrecerles alternativas viables. Vicenç Navarro dice:
[…] El enorme crecimiento de las rentas en los sectores más pudientes de la población, que contribuyen a la Seguridad Social mucho menos que el trabajador normal y corriente -cuyo sueldo por hora ha ido disminuyendo- es una de las causas de la reducción de los ingresos al Estado y a la Seguridad Social (ver “Polarización Social y Pensiones”. Público. 16.09.10). Si tales sectores pagaran en términos progresivos, eliminando el tope de exclusión en su gravamen, los ingresos a la Seguridad Social aumentarían considerablemente. Ahora bien, los que tienen más poder político son los primeros, en lugar de los segundos, lo cual explica que estas alternativas ni siquiera se consideren y/o aparezcan en los medios.
Poco que añadir a la cuestión, pero mucho que pensar sobre ella, aunque, la verdad, a pocos nos ha llegado esta argumentación, no en balde la casi totalidad de la prensa milita ideológicamente en la derecha. La solución que parece estarse imponiendo entre los que han de decidir es la de situar la edad de jubilación en los 67 años. A este respecto, aparte otras críticas que puedan hacérse sobre su eficacia, habría que señalar que los que aportan una parte proporcional mayor de su salario, los perceptores de las rentas más bajas, tienen una esperanza de vida menor –exactamente los trabajadores no cualificados tienen en España diez años de vida menos que los profesionales o trabajadores de rentas elevadas– ¿Es de justicia obligar a unos a trabajar más años para pagar la jubilación de los que les sobrevivirán?
Se trata pues en todo este asunto de un problema de solidaridad, valor en baja, y consecuencia de la regresión sufrida en los últimos años con la polarización de la riqueza, mal en alza, que nos trajo la moda neoliberal.
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