Que la democracia es el único sistema político honorable en nuestro tiempo es incuestionable, pero que los resultados que en ocasiones arroja sólo parecen explicables por la psiquiatría también lo es. ¿Cómo descifrar la pertinaz aplicación de los italianos en el voto a Berlusconi? Todos los países que tienen en su haber una trayectoria democrática aunque sea breve pueden aportar casos similares. En España hemos tenido uno ejemplar en los éxitos de J. Gil y el gilismo, si bien en el ámbito local. Hay sinvergüenzas, simples chorizos, gentes amorales, personajes cínicos, aventureros en busca de poder y notoriedad que prueban fortuna en la política y se cuelan en las filas de los partidos o crean los suyos propios para ofrecer su candidaturas, lo cual es lamentable; pero, más penoso todavía es que sean elegidos, aun exponiendo su condición moral con impudicia y casi con exhibicionismo o, en el mejor de los casos, velándolo apenas con un manto de respetabilidad perfectamente detectable como tal. El carisma con que estos individuos suelen revestirse, el culto a la personalidad y la mitomanía tan queridas en nuestra sociedad pueden acercarnos a la comprensión de los casos individuales, aunque no justificarlos.
También hay formaciones, ya no individuos, que nos cuesta comprender que obtuvieran el favor popular de los votos, dado su sistema de valores y sus métodos, en absoluto democráticos. Estoy pensando en Herri Batasuna, cualquiera que sea la denominación coyuntural que haya adoptado, Sortu es el nombre con que se nos presenta ahora, exhibiendo unos estatutos que rechazan la violencia como método político. Se plantea lógicamente un problema jurídico y se desata la polémica sobre si cumple o no las condiciones que exige la ley de partidos; pero, más que precisar mi posición sobre el asunto me interesa ahora señalar otra cuestión sobre la que se suele fijar menos la atención, quizá por lo embarazoso que resulta.
El panorama político del País vasco difiere del resto de España: el bipartidismo se diluye por la presencia de partidos nacionalistas y la oferta electoral es más variada, como en Cataluña. Consecuencia de ello es que casi cualquier ideario tiene su partido y todos tienen opciones: conservadurismo, democracia cristiana, socialdemocracia, izquierda, nacionalismo radical de derechas, izquierda radical nacionalista... En esta geografía política Herri Batasuna ha logrado un suelo electoral por encima del 10% del censo, que no llega a 2 millones de electores, lo que lo sitúa en unos 200.000 votos con oscilaciones que dependen de que los comicios sean locales, regionales o generales. Un resultado tan bueno que la ha llegado a colocar en tercer lugar después de PNV y PSE. Su ilegalización llevó sus votos a formaciones vicarias, a la papeleta en blanco o a la abstención, pero muy poco o nada a otras opciones. ¿Qué ofrecía Batasuna que no brindaba ningún otro partido? El nacionalismo estaba presente en tres formaciones consolidadas: PNV, EA (Eusko Alkartasuna), y Aralar, con intensidad gradual que llega al máximo en la última, aunque recientemente el radicalismo se haya contagiado a todos. El izquierdismo lo comparte con Aralar, EB (Ezker Batúa) y EE (Euskadiko Ezkerra), integrada desde hace tiempo en el PSE. El izquierdismo y el independentismo radicales juntos lo comparte con Aralar. Lo único que ofrece Batasuna en solitario es independentismo, radicalismo de izquierdas y aceptación de la violencia terrorista. Como el independentismo no es patrimonio ideológico de ella sola ni tampoco el izquierdismo --además ¿cómo creer que la izquierda radical arrastre a una porción significativa del electorado en la región con mayor nivel de vida de España?--, tendremos que concluir que ese 10% o más del electorado se sentía o se siente fascinado por la violencia. La contumacia, la irritante resistencia a condenarla por parte de Batasuna, tanto tiempo y en tantas ocasiones, obedece al temor de desconectar con su electorado tradicional, como le ocurriera a Aralar. Habrá que estudiar, con los instrumentos de la sociología política o de la psicología social, por qué una parte significativa de los vascos optaron por la violencia como recurso para sus fines políticos, porque parece indiscutible que lo hicieron. Ésta es la cuestión fundamental, no que exista Batasuna o deje de existir, que sea legal o ilegal.
2 comentarios:
Creo, como casi todo el mundo, que los partidos nacionalistas no tienen sentido fuera de su respectiva circunscripción. Y me indigna que los dos grandes partidos nacionales no muevan un dedo para cambiar la ley electoral. El interés propio, no el de la ciudadanía, es una vez más el que predomina. Efectivamente, es una enfermedad de la democracia española. Saludos.
Excelente tu articulo, me ha encantado, continuae leyendo el blog.
Publicar un comentario