He sido sindicalista toda mi vida profesional y siempre integrado en un sindicato de clase. Entendía que la solidaridad en los sindicatos llamados profesionales se termina en donde acaba la profesión, lo que juzgaba profundamente insatisfactorio, limitado y egoísta. La experiencia me ha demostrado que no estaba lejos de la verdad; la proliferación de tal tipo de sindicalismo y sus actuaciones cotidianas lo han puesto sobradamente de manifiesto, como tuvimos ocasión de comprobar recientemente con los controladores aéreos, que llegaron a provocar una crisis nacional frente al escándalo y la alarma de todos. Es un ejemplo, quizá excepcional, pero se podrían aportar muchos más.
Como se suele decir, todo se pega menos lo bonito. CC.OO., UGT y otros sindicatos menores acaban de lanzar el órdago de más de veinte días de huelga en fechas clave (Semana Santa, puente de mayo, etc.) para el personal de AENA, que se siente amenazado por la privatización parcial de los aeropuertos que el gobierno ha anunciado. Lamentablemente lo han hecho en el pésimo estilo repetidamente utilizado por pilotos y controladores, que tanto se asemeja a un chantaje, y que toma como rehenes a millones de usuarios ajenos a la cuestión.
Preferiría pensar que van de farol y que la huelga no se materializará; es más, apostaría a que el arreglo se tomará antes de que el daño causado al turismo sea irreversible; pero, el anuncio se ha hecho y la impresión ha sido penosísima, por lo ya llovido y por estar respaldado por organizaciones que recientemente han demostrado, en otro campo, un sentido de la responsabilidad envidiable. Igualmente me hago cargo de la gravedad de la amenaza de despidos y precarización del empleo que supondrá la entrada del capital privado en el sector, por lo que no puedo por menos que manifestar mi solidaridad con los empleados que ven peligrar su situación laboral en una coyuntura tan crítica. Están en su derecho si se movilizan para llamar a que nos solidaricemos con ellos a la vez que presionan a su empresa para obtener garantías ¿Quién podría negárselo? Pero, tienen el deber inexcusable de mostrarse a su vez solidarios con los centeneras de miles de parados que esperan como agua de mayo una mínima reactivación por la afluencia de turistas, una de las pocas actividades que no ha sido gravemente dañada en este terremoto económico. Por el contrario, en el anuncio de huelga han mostrado mucho cuidado en señalar que concentrarán su movilización en los momentos en que más pueden dañar la afluencia turística. Naturalmente ese no es su objetivo, sino presionar a la empresa que obtendrá ingresos extras por esa actividad, pero también al gobierno que tiene parte de responsabilidad en la recuperación económica y en la reducción del paro; sin embargo, despreciar el daño a los compañeros desempleados, es más, utilizarlo como elemento de presión al gobierno (contra quien en realidad va dirigida la acción) para que abandone su proyecto de privatización, le confiere el aspecto de chantaje y muestra un nivel de insolidaridad lamentable y completamente impropio de las organizaciones que respaldan la movilización. No lo haría mejor cualquier sindicato profesional.
La obligación primaria de los sindicatos es luchar por la conservación de los puestos de trabajo, pero eso incluye la lucha por la recuperación de los que se han perdido. El sindicalismo sin solidaridad (extendida a todos los trabajadores, en paro o en actividad) no merece el calificativo de clase. Para despejar las dudas, los negociadores sindicales tienen la obligación de revisar su programa de movilizaciones dándole un cariz menos insolidario y, en segundo lugar, pero no por eso menos importante, esclarecer qué se reivindica exactamente, porque hasta ahora no hemos escuchado más que declaraciones ambiguas, y si se produce algún oscurantismo no debería proceder de la parte sindical.
3 comentarios:
En la crisis general del país, económica, social y política, apunta también, lógicamente, la crisis sindical y el abandono por los sindicatos UGT y CCOO de su sentido de clase, tal como tú lo describes. No hay huelgas sino en empresas públicas y en aquellos supuestos en los que los ciudadanos son rehenes para el chantaje. Ya se ha hecho no poco daño con el mero anuncio de la huelga en AENA durante la semana santa.
Mientras tanto, acabo de leer que UGT y CCOO de Murcia afirman que Wisconsin y Murcia son el referente mundial en la lucha contra los derechos sindicales, al parecer porque en Murcia la Administración ha ralentizado el compadreo con los sindicatos y ha eliminado 46 puestos de liberados sindicales en la enseñanza pública.
Los sindicatos sufren ahora un gran desprestigio. Como tantos otros fenómenos de este tipo, me imagino que será en parte justificado y en parte inducido por sus "adversarios". Creo que no es bueno que esto sea así. Sin embargo, lo peor es que muchos trabajadores están en tan mala situación, que temen lanzarse a respaldar acciones reivindicativas y de presión, precisamente por la inestabilidad y precariedad de su puesto de trabajo. Otros muchos no quieren molestarse, son insolidarios, por usar el término que, acertadamente, asignas a la esencia del sindicalismo. Salud(os).
En algun momento repuntara la fama de los sindicatos!
Publicar un comentario