Las jóvenes sensibilidades de
izquierdas parecen preferir la autoflagelación, lo cual no es nuevo en
absoluto: crítica injusta a la Transición y a sus protagonistas,
descalificación de la izquierda parlamentaria y sindical, ensoñación de un
futuro que ellos puedan empezar desde cero, como si ese número existiera en la historia
de la evolución humana (hasta la democracia parece querer inventarse de nuevas).
En la práctica no parecen sino formas de evasión de la realidad y su inutilidad
y nocividad son manifiestas, dada la situación de emergencia. El problema es
que la crítica es consustancial con la izquierda, su instrumento de avance,
pero, cuando se convierte en el objetivo, cuando nos atrapa con la fuerza
centrípeta de un sumidero, se transforma en paralizante. La izquierda que
podemos llamar institucional (PSOE, IU, sindicatos) han cargado injustamente
con la responsabilidad, si no de la crisis, sí con la de ser incapaces de
hacerle frente, desde el gobierno, desde la oposición y desde la defensa de los
intereses laborales; lo que puede ser cierto, pero también inevitable.
La derecha tiene prestigio porque
la clase a la que representa es envidiable (el señorito puede ser un
sinvergüenza, pero sabe vivir, tiene un saber estar y una elegancia deseables y,
sobre todo está arriba, lo que lo hace digno de admiración), y además, como
individuos, tienen la virtud casi mágica de la flotabilidad, contra la que
apenas pueden las tormentas de cualquier tipo, sean políticas o económicas. Quizá
estén ahí las razones por las que en épocas de tribulación, como la que
atravesamos, los mensajes de la derecha parezcan más creíbles, y por las que
muchos prefieran su proximidad y esperen de ella el tirón que nos rescate de la
tormenta. Posiblemente en las recónditas circunvoluciones de sus cerebros y por
los posos dejados ahí por la historia, vean
a sus miembros como líderes naturales.
La derecha española ha
conseguido un instrumento político unificado y disciplinado (PP), estaba en la
oposición cuando todo se hundía, por lo que puede eludir responsabilidades, si
además es capaz, por alguna o varias de las circunstancias expuestas, de atraer
hacia sí hasta a las clases medias bajas, buena parte de los antiguos obreros,
la suerte está echada.
6 comentarios:
Coherente reflexión. Cada crisis económica propicia un cambio de partido en el poder.
Ya sucedió en la Crisis del 29...el republicano Hoover no quiso tomar medidas drásticas porque el mercado se arreglaría solo (acababa de ser elegido)...fue el Demócrata Roosevelt el que aplicó el "New Deal" keynesiano tras ser elegido en 1933 !!!!
Saludos
Mark de Zabaleta
Lo de "inevitable" es un mantra que se repite. Que solo hay una forma de hacer politica, que solo podemos escojer a los actores, pero que el guion es más o menos el mismo.
Y muchos no lo creemos.
Leído. Sin comentarios, porque no tengo preparación suficiente como para opinar en serio. Y no me atrevo a decir cuatro superficialidades, más viscerales que otra cosa. Salud(os).
Es cierto que cada crisis económica propicia un cambio de partido en elpoder, como dice Mark de Zabaleta; pero es sorprendente la aparente falta de sentido común. ¿Qué ha ofrecido el PP en todo el tiempo que ha estado en la oposición? Ha dejado bien claro que le interesa la Moncloa, pero no los españoles.
Cuando las cosas van mal, la gente vota contra el "porco governo", es decir contra el PSOE ahora. Esa es la actuación normal, bastante estudiada ya.
F.S.C.
MARK, es cierto simpre hacen rodar cabezas las crisis, no siempre sin fundamente.Gracias.
ECLESIASTÉS. Lo de "inevitable", como sin duda sabes, es porque hay una preeminencia de la economía, como demuestra el hecho de que las crisis son insoslayables en el sistema. La política tiene la labor subsidiaria de suavizar las causas y los efectos, así como de proporcionar los chivos expiatorios.
Saludos.
JARAMOS, agradezco tu comentario de cortesía y adivino muchas reticencias respecto al contenido. Salud y gracias por la elegancia, la modestia y la molestia.
JULIANA LUISA. Exacto lo que sorprende es que el cambio no se produzca porque exista un convencimiento de mejorar, por eso he buscado otras claves. Saludos cordiales.
F.S.C. Quizás sea así de simple y no haya que calentarse demasiado la cabeza. Un abrazo.
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