Pincho |
¿Qué pasa en Siria? Hace meses que nos desayunamos y nos acostamos con noticias de sucesos brutales en aquel país sin que podamos explicárnoslos racionalmente. Todo parece reducirse a un mandatario megalómano que inopinadamente se ha vuelto contra su pueblo al que masacra utilizando a su ejército, más unas milicias partidarias, sin que sepamos por qué. La prensa en general parece prescindir de toda explicación por innecesaria: hay un gobierno asesino que tritura a un pueblo inocente; un malo, al-Assad, y unos buenos, los sirios, a los que a veces añaden el apelativo de opositores porque la evidencia de que los hay partidarios es indiscutible.
Esta estructura de cuento
infantil tiene gancho y, asombrosamente sobrevive desde hace meses en toda la
prensa sin que se perciba la mínima reacción crítica, o yo no he sabido verla.
Lo cierto es que a mi edad un rollo de este tipo me resulta de imposible
deglución.
Que al-Assad sea un déspota
impresentable no lo vamos a discutir. Que sea el penúltimo representante de
aquellos regímenes postcoloniales, laicos, modernizadores y socializantes que
nacieron a partir de los 60 en Oriente Próximo y Medio, tampoco. Los demás han caído
por la acción directa de USA y sus aliados (Irak) o por la de las masas
hambrientas de democracia, pero que, por arte de birlibirloque, han acabado votando a los islamistas
(Egipto, Túnez). De Libia no tenemos ni la mínima noticia: muerto el perro se
acabó la rabia; pero, ¿y los libios? ¿existen? El régimen de Argelia, que parece
destinado a ser el último, sobrevive en una oscura y silenciosa duermevela,
intentando pasar desapercibido.
Estos sistemas políticos, que
sólo son ya un recuerdo, hicieron viables como Estados a las antiguas colonias,
introdujeron legislación occidental (leyes de familia menos brutales para la
mujer que la tradición islámica) y en el conflicto capitalismo socialismo
mostraron cierta querencia hacia la URSS, aunque se esforzaron en la no
alineación. USA y los suyos, por la dialéctica de la confrontación de entonces,
se inclinaron por la alianza con las monarquías teocráticas y fundamentalistas
en muchos casos. La desaparición de la URSS y las repúblicas populares (a excepción
de China) sorprendió a todo el amplio mundo de la OTAN a partir un piñón con lo
más carca del Oriente Medio.
Curiosamente se ha despertado
desde hace un par de años en la región una inquietud democrática que no soporta
ya a las dictaduras personales y despóticas en que se habían convertido los
esperanzadores regímenes laicos y socializantes de otrora, pero sin que,
misterios de la vida, se haya contagiado a las poblaciones de las monarquías
feudales, igualmente despóticas, pero además teocráticas y retrógradas, aliadas
de USA. No tengo explicación para tan sorprendente fenómeno, simplemente
manifiesto mi desconcierto.
Pero volvamos a Siria. Ayer (por
eso estoy escribiendo hoy) se deslizó la noticia de que los países del entorno
están proporcionando armas masivamente a los rebeldes sirios. Entre ellos se
encuentra Arabia y Turquía. El asunto empieza a tener sentido y a dar muestras
de que hay una racionalidad, aunque oculta hasta ahora. Es evidente, sin
embargo, que la verdad no la conoceremos por la prensa.
Era un cuento infantil sólo en
apariencia. Alguien quiere hacernos dormir.
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