Moctezuma II, Cortés y La Malinche |
27 feb 2013
Un nuevo Cortés
15 feb 2013
La función pública (2)
«Existe en España una idea
generalizada y difundida por los medios de comunicación de que el tamaño del
sector público es excesivo. Esta información se ha visto reforzada en los
últimos meses en los cuales se destaca el gran volumen del sector público, así
como el excesivo gasto que realiza España en compensar a los trabajadores
públicos. Esta idea cobra importancia a partir del argumento de su escasa
eficiencia, con la conclusión de que un cambio en la gestión hacia el ámbito
privado supondría una mejora significativa. […] estas percepciones son erróneas
[…], el sector público está poco desarrollado, siendo uno de los países de la
UE-15 con un sector público más limitado e insuficiente.»
11 feb 2013
La función pública (1)
La consolidación del Estado
moderno a lo largo del XIX y XX se hizo aportando cada vez más servicios a los
ciudadanos, así como la garantía de sus derechos, también crecientes. Según la
interpretación que había aportado la izquierda revolucionaria el Estado no es
sino el instrumento utilizado por las clases dominantes para perpetrar y
mantener la explotación del hombre por el
hombre. Era posible justificarlo y superar visión tan negativa convirtiéndolo
en garante de los derechos de los ciudadanos y proveedor de medios y servicios
para una justa redistribución de la riqueza, demostrando así su naturaleza
democrática aunque haya sido adquirida tardíamente. Su nueva personalidad apuntaba
ya en el XIX, casi paralelamente al proceso de formación, pero no se consolidó
hasta el XX, como reacción ante la amenaza revolucionaria y por el acceso de
los socialismos moderados (revisionistas)
a los gobiernos en Europa. El discurso izquierdista sigue vivo porque continuamente
saltan a la vista mecanismos y reflejos que avalan la función denunciada arriba,
que, paradójicamente, convive con la de salvaguarda de los derechos y garantía
de igualdad que exige la democracia.
7 feb 2013
Déjà vu
Casi hace un siglo, en 1917, el sistema parlamentario español, que se inaugurara en 1875
con la vuelta de los Borbones (Alfonso XII) y que funcionó cuatro décadas con
un artificioso y fraudulento turno de los dos grandes partidos (conservador y
liberal), había llegado a su agotamiento. La crisis económica, la corrupción
política, las demandas de autonomía de algunas regiones y la situación fuera
del sistema de las masas populares, habían dejado sin respuestas al entramado
institucional, anquilosado y obsoleto.
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