13 nov 2014

Política naif

He leído en la prensa de estos días cómo un articulista aplicaba el calificativo naif a la política que se está ejerciendo desde algunos sectores en los que las masas, como antes se decía, han irrumpido con poderío de aluvión: el secesionismo catalán (soberanismo es el eufemismo al uso) o fuerzas nacientes en la izquierda, presuntamente regeneradoras de la vida política. Nada más acertado. De las masas no se pueden esperar academicismos, virtuosismos o intelectualismos, y los que pretenden utilizarlas saben colocarse en su misma onda; la cuestión es con cuánto de impostación o de verdad y qué es menos malo.


 Me explico. Es sabido que en el programa de Podemos a las europeas figuraba la Renta Básica de Ciudadanía (RBC).  A los portavoces de la formación (Iglesias, Errejón, Bescansa…) se les ha preguntado en muchas ocasiones sobre ella y la conclusión más benévola que se puede sacar de sus explicaciones es que, sorprendentemente, no saben de qué están hablando. Recientemente La Sexta dedicó un monográfico a este punto, dentro del gran monográfico que la cadena dedica cada día a Podemos. Lamentablemente ninguno de los participantes (contertulios habituales) ni el experto de guardia (profesor Bernardos) habían sentido al parecer la necesidad  de informarse sobre el tema, que era lo mínimo que cabía esperar. Supongo que como iba para el gran público, que tiene amplias tragaderas, no merecía la pena. El movimiento naif no es un fraude pero esto a lo peor sí (político e intelectual).

Ni que decir tiene que Podemos no ha inventado la RBC. En este mismo blog yo mismo escribía sobre ella ya en 2009. En España sólo parece haberla tomado en serio, debatiéndola, incorporándola a su programa y editando un libro sobre ella, IU. Los demás no la entienden, como demuestra el hecho de que cuando se refieren a ella la desfiguran de tal modo que el resultado no merece su nombre.

En primer lugar, la RBC se concibe como un derecho de todos los ciudadanos, así que debería cobrarla el mendigo de la esquina y Amancio Ortega, cualquiera que tenga la condición de ciudadano. Es individual, no familiar, aunque los menores cobrarían un tipo reducido. Con ella no hay que pasar por la humillación de demostrar estado de necesidad para cobrarla porque no es un subsidio sino un derecho, y, por tanto, tampoco da lugar a fraude alguno. Respecto a su financiación hay que descartar la tonta idea de que se cubriría con la eliminación del fraude fiscal, obviamente insuficiente, suponiendo que se eliminara. Requiere una reforma importante del IRPF que deje como única cantidad exenta de tributación la cuantía de la RBC y establezca un tipo único de tributación. Los que tengan una renta alta ya devolverían lo percibido vía impuestos. Además habría que contar con que se suprimiría cualquier otro tipo de subsidio, desde el paro hasta las pensiones de jubilación. Ni que decir tiene que liberaría gran cantidad de recursos por la supresión de subsidios y porque implica un adelgazamiento del Estado y una disminución del fraude evidentes.

Se la suele atacar con el argumento de que pocos querrían trabajar si tienen las necesidades básicas cubiertas. Probablemente no más que los que hoy se excluyen voluntariamente de la población activa porque, por abajo, prefieren trampear entre subsidios, mendicidad y pequeña delincuencia, o, por arriba, porque optan por vivir de sus rentas o del gran delito. Lo normal es que la gente desee mejorar honestamente y no se conforme con tener lo justo para comer con austeridad, vestir modestamente y vivir de alquiler en un pequeño apartamento. Lo que sí ocurriría es que cesaría el chantaje del hambre que hace bajar los salarios y empeora las condiciones de trabajo hasta la indignidad, como ocurre ahora, porque los trabajadores podrían elegir sin grandes agobios. En suma, desaparecería la pobreza sin condicionar el enriquecimiento ni estorbar el mercado, antes bien, generaría más oportunidades de negocio al desaparecer ciertos servicios subsidiados que hoy residen en el Estado.

Pueden plantearse dudas razonables sobre ella, como su viabilidad en una economía global en la que se compite con economías que producen con costos muy reducidos, pero ese problema ya lo tenemos hoy sin RBC.

Lo naif implica la ingenuidad estética y técnica del artista, pero en política parece dirigirse más bien a la ingenuidad del votante.
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Enlace de interés: Red Renta Básica (URL: http://www.redrentabasica.org/)

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