Me explico. Es sabido que en el programa de
Podemos a las europeas figuraba la Renta Básica de Ciudadanía (RBC). A los portavoces de la formación (Iglesias, Errejón,
Bescansa…) se les ha preguntado en muchas ocasiones sobre ella y la conclusión
más benévola que se puede sacar de sus explicaciones es que, sorprendentemente,
no saben de qué están hablando. Recientemente La Sexta dedicó un monográfico a
este punto, dentro del gran monográfico que la cadena dedica cada día a Podemos.
Lamentablemente ninguno de los participantes (contertulios habituales) ni el
experto de guardia (profesor Bernardos) habían sentido al parecer la necesidad de informarse sobre el tema, que era lo mínimo
que cabía esperar. Supongo que como iba para el gran público, que tiene amplias
tragaderas, no merecía la pena. El movimiento naif no es un fraude pero esto a lo peor sí (político e
intelectual).
Ni que decir tiene que Podemos no ha
inventado la RBC. En este mismo blog yo
mismo escribía sobre ella ya en 2009. En España sólo parece haberla tomado
en serio, debatiéndola, incorporándola a su programa y editando un libro sobre
ella, IU. Los demás no la entienden, como demuestra el hecho de que cuando se
refieren a ella la desfiguran de tal modo que el resultado no merece su nombre.
En primer lugar, la RBC se concibe
como un derecho de todos los ciudadanos, así que debería cobrarla el mendigo de
la esquina y Amancio Ortega, cualquiera que tenga la condición de ciudadano. Es
individual, no familiar, aunque los menores cobrarían un tipo reducido. Con ella
no hay que pasar por la humillación de demostrar estado de necesidad para
cobrarla porque no es un subsidio sino un derecho, y, por tanto, tampoco da
lugar a fraude alguno. Respecto a su financiación hay que descartar la tonta
idea de que se cubriría con la eliminación del fraude fiscal, obviamente
insuficiente, suponiendo que se eliminara. Requiere una reforma importante del
IRPF que deje como única cantidad exenta de tributación la cuantía de la RBC y
establezca un tipo único de tributación. Los que tengan una renta alta ya
devolverían lo percibido vía impuestos. Además habría que contar con que se
suprimiría cualquier otro tipo de subsidio, desde el paro hasta las pensiones
de jubilación. Ni que decir tiene que liberaría gran cantidad de recursos por
la supresión de subsidios y porque implica un adelgazamiento del Estado y una disminución
del fraude evidentes.
Se la suele atacar con el argumento
de que pocos querrían trabajar si tienen las necesidades básicas cubiertas. Probablemente
no más que los que hoy se excluyen voluntariamente de la población activa
porque, por abajo, prefieren trampear entre subsidios, mendicidad y pequeña delincuencia,
o, por arriba, porque optan por vivir de sus rentas o del gran delito. Lo
normal es que la gente desee mejorar honestamente y no se conforme con tener lo
justo para comer con austeridad, vestir modestamente y vivir de alquiler en un
pequeño apartamento. Lo que sí ocurriría es que cesaría el chantaje del hambre
que hace bajar los salarios y empeora las condiciones de trabajo hasta la
indignidad, como ocurre ahora, porque los trabajadores podrían elegir sin
grandes agobios. En suma, desaparecería la pobreza sin condicionar el
enriquecimiento ni estorbar el mercado, antes bien, generaría más oportunidades
de negocio al desaparecer ciertos servicios subsidiados que hoy residen en el
Estado.
Pueden plantearse dudas razonables
sobre ella, como su viabilidad en una economía global en la que se compite con
economías que producen con costos muy reducidos, pero ese problema ya lo
tenemos hoy sin RBC.
Lo naif implica la ingenuidad estética y técnica del artista, pero en
política parece dirigirse más bien a la ingenuidad del votante.
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Enlace de interés: Red Renta Básica (URL: http://www.redrentabasica.org/)
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