En 1931 Francesc Maciá proclamó la República de Cataluña
desde el balcón del ayuntamiento aprovechando el triunfo de Esquerra
Republicana en las elecciones municipales recién celebradas. Puede parecer
extraño tratándose de unas municipales, pero casi simultáneamente se había
proclamado la Republica Española en Madrid como resultado de las mismas
elecciones. El desprestigio de la monarquía que había llegado al límite con la
solución dictatorial de Primo de Rivera de la que había sido consentidora y cómplice
y la derrota de los partidos del sistema hicieron posible el
cambio de régimen catapultado desde unas elecciones que legalmente sólo pretendían
restaurar la democracia en los ayuntamientos. Inmediatamente el Gobierno
Provisional republicano negoció con los independentistas que se avinieron a
razones con la promesa de un estatuto y la resurrección de la Generalitat
desaparecida desde 1714. Si la historia da lecciones aquí hay una.
Ya en 1641 Pau Claris, canónigo de la seo de Urgel y President
de la Generalitat había proclamado la República Catalana en el marco de la
revuelta de 1640 y del gran conflicto europeo de la Guerra de los 30 años. El
resultado no avaló sus acciones: Cataluña volvió a la obediencia manu militari, aunque el Rosellón y el
norte de la Cerdaña pasaron, ya para siempre, a Francia. Sin embargo la debilidad
coyuntural de la Corona permitió que el principado conservara su estatus
político tradicional.
Y van dos.
Entre ambos sucesos hay otros dos muy notables. En 1714 la
Guerra de Sucesión (que no de secesión) terminó con el triunfo de Felipe de
Borbón, rey de España, sobre el pretendiente archiduque Carlos de Austria, y de
paso con la Generalitat y el régimen confederal que habían mantenido los
Austria desde los RR. CC. Eso explica la fijación de los independentistas con
lo borbónico y la convocatoria de las peculiares elecciones ‘plebiscitarias’ en
2015, aunque no toque.
El otro fue el bombardeo de Barcelona en 1843 desde el
castillo de Montjuich por orden del regente Espartero, como respuesta a la
insurrección que tuvo su origen en las protestas por las leyes librecambistas que
apoyaban los terratenientes castellanos pero que los industriales catalanes
rechazaban por dañar los intereses de su industria naciente incapaz de competir
aún con la británica. El suceso se saldó con veinte muertos y un centenar de
fusilados.
1640, 1714, 1843, 1931, ¿2014? Cinco siglos, cinco
desencuentros. Para ser un simple capricho parece demasiado ¿No?
Un país debe regirse con una Constitución, no con un libro
de historia, pero ignorarla o quedarse sólo con las partes que interesen no es
buena política. Como demuestra lo anterior, Cataluña es una región peculiar,
quizás no sea descabellado que tenga un estatus peculiar.
2 comentarios:
¿Peculiar sin privilegios? La cuadratura del círculo.
F.S.C.
Ciertamente no se puede aparcar la historia de un pueblo...¿pero no hay soluciones para matizarla sin conflictos?¿La Confederación Helvética no lleva siglos funcionando?
Pero aquí no parece tan fácil...
Veremos
Un gran saludo
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