No existe nadie
que haya hecho un análisis del populismo, siquiera sea superficial, que no
señale la presencia de un líder carismático como una condición sine qua non para su existencia. Un
líder capaz de recoger e interpretar la voluntad de la gente, el pueblo, la
nación, las masas o como quiera que se denomine a ese ente colectivo fantasmal
en nombre del cual se justifica el tal populismo. El líder personifica dos
colectivos, el partido y el pueblo, que inevitablemente con el tiempo acaban
confundiéndose: los enemigos del partido serán los enemigos del pueblo. La
democracia, la ultra democracia asamblearia que suelen montar con grandes alharacas
(destinada a convertirse al poco en caricatura de sí misma) se queda ahí; el
líder es su muro de contención, todo se discute menos el liderazgo. Si cae el
líder cae el tinglado.
Naturalmente no
soy un profeta que vaticina el futuro de aquello en lo que todos estáis
pensando que pienso. Me limito a contar
lo que muchos hemos vivido en el riquísimo y ya nebuloso siglo pasado y lo que
leímos en los ratos libres que nos dejaba la vida.
Con sorpresa,
más por ver cumplido lo anunciado demasiado pronto que por encontrar lo
inesperado, vemos como los mil y un portavoces de Podemos lanzan sin tregua
mensajes para elevar a Iglesias al cielo de los líderes a salvo de toda
polémica y desde donde lanzar de vez en cuando (ya empezó) consignas con el
ceño fruncido y el corazón estallándole de amor hacia el pueblo y los
‘inscritos e inscritas’ (última denominación de la infantería podemita).
Monedero lo ha sintetizado magistralmente, como corresponde a su oficio: «Si cae Iglesias, cae Podemos y tú te
jodes». “Tú” soy yo, tú, el pueblo, la gente (esto es una aclaración mía.
Perdón por interrumpir).
Los trabajos
del staff podemita por construir el líder carismático en la persona de Iglesias
con todos los atributos del engendro político, tiene efectos contradictorios en
los espíritus sensibles: por una parte, un estallido de ternura por los
esforzados hijos que se empeñan en parir al padre; por otra el temblor ante el
posible feliz alumbramiento del monstruo. Así es la vida: una onza de buenos
sentimientos y una libra de los malos.
Dijo un sabio: «sólo hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez humana». Esto
último es el caldo de cultivo perfecto para que se cumpla la profecía y a los
enemigos del pueblo, como tú y como yo, nos alcance la maldición de Monedero,
una vez que la beatificación del líder la haya alejado de sobre las cabezas de
los inscritos e inscritas.
2 comentarios:
Ya se han diluido, y son como el resto de partidos !
¡Genial!, no se me ocurre decir otra cosa después de terminar de reír.
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