El
dilema al que se enfrenta el político profesional honesto está expresado
sintética y sabiamente en una frase del presidente de la Comisión Europea
Jean-Claude Juncker: Sabemos
exactamente lo que debemos hacer; lo que no sabemos es cómo salir reelegidos si
lo hacemos. La ventaja del político
populista reside en reducir el problema a cómo
salir elegido. La desaparición de la primera parte de la contradicción ha
podido producirse por debilidad de la conciencia o por ignorancia, o sea,
simple estupidez, cualidad cuya abundancia nunca hay que infravalorar (abusando
quizás del argumento de autoridad recordaré que Einstein dijo en cierta
ocasión: Sólo hay dos cosas infinitas, el
Universo y la estupidez humana, y de la primera no estamos seguros). De lo
anterior se deduce, obviando la digresión sobre el genio de la física y la idiocia
ciudadana, la enorme superioridad, se entiende que política, del candidato
populista, pues la política no atiende a la estatura moral o la profundidad de
la sabiduría sino a la capacidad de triunfo. El mercado político no premiará al
político profesional honesto porque sus costes para compaginar ambos términos de
la oposición son enormes, mientras que el populista los ha reducido casi a la
nada.
Pero… seamos sinceros por una vez: tanto
el intelecto como la conciencia, si es que ambas cosas se pueden separar, no
funcionan sin deformaciones o desviaciones, sesgos cognitivos en la jerga psicológica, o
emociones que alteran una elección lógica o un comportamiento correcto según la
razón. Ningún individuo humano escapa a esta realidad que es parte de su
condición y que seguramente la madre naturaleza habrá ido labrando y fijando en
el equipamiento de la especie a lo largo de millones de años, con el prodigioso
instrumento de la selección natural y finalidades que aún se nos escapan. Lo cierto
es que las acciones colectivas, como la elección de representantes, no tienen
por qué estar más condicionadas por la excelencia lógica y racional o por la “limpieza
de corazón” que nuestras pulsiones cotidianas consideradas individualmente, y marcadas, si no determinadas, por aquellos sesgos y emociones que las hacen tan poco fiables.
Para colmo de males las instituciones
tampoco colaboran. El mercado y sus leyes han venido creciendo en importancia a
lo largo de los últimos siglos hasta el punto de ocupar un lugar central en
nuestra sociedad, pero también en nuestro imaginario, hasta el punto de que hoy
lo vemos todo a través de su prisma. La democracia liberal ha acabado configurándose
según sus leyes: la oferta, la demanda, la libre competencia, etc. Pero si en
los mercados realmente existentes es difícil encontrar una situación en la que
los agentes gocen de absoluta libertad, los consumidores estén perfectamente
informados, todos actúen según sus intereses objetivos y, en consecuencia, la competencia sea
perfecta; en la política, por todo lo que se insinúa arriba y mucho más ni
siquiera insinuado, es prácticamente imposible y el objetivo declarado de la
democracia, que es el de elegir a los representantes más capacitados y virtuosos,
resulta ser una broma de mal gusto. Lástima que cualquier otro sistema al
margen de la democracia liberal sea una burla trágica, como largamente nos ha
demostrado la experiencia.
Llegados a este punto Mr. Churchill tomaría
la palabra para rematar con ironía: La
democracia es la peor forma de gobierno que conozco si exceptuamos a todas las demás.
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NOTA.- Esta reflexión, o como quiera que se la llame, se entiende mejor
leyendo la conferencia de Félix Ovejero ¿Idiotas
o ciudadanos?, publicada en Claves de la Razón Práctica, nº 184.
2 comentarios:
Muy de acuerdo en todo, como suele ser habitual. Y conste que me alegra encontrarte por estos lares. Una picolísima nota: Einstein acabó su frase diciendo ... "y de la primera no ESTAMOS seguros", se refería a que en su época, y en la actual, nadie -no solo él- sabía si el universo era infinito. Un abrazo.
Como dices tiene mucho más sentido. Procedo a rectificar. Internet nos proporciona mucha información, pero ¿cuanta no está manipulada fatalmente? Gracias.
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