Dorothea Tanning: Eine kleine nachtmusik |
Sólo un par de
días después de que publicara mi post Los
griegos, las repúblicas urbanas y el CGPJ apareció en El País una tribuna firmada por Manuela Carmena, No
lo sigamos haciendo así, en la que coincide conmigo en el diagnóstico pero
no en la solución.
Ciertamente
resulta escandaloso que los partidos (PSOE, PP) hablen sin cortarse un pelo del
“reparto” que ha quedado bloqueado, culpándose mutuamente, pero sin plantearse
en ningún momento devolver a las Cortes la misión que les corresponde
constitucionalmente de elegir a los miembros del CGPJ. Piensan, visualizan al
Congreso y al Senado como instrumentos para sus equívocos fines pero de ningún
modo como protagonistas de ese cometido. Por nuestra parte, en lugar de
lamentar que el ominoso “reparto” esté empantanado deberíamos alarmarnos por la
prepotencia de los partidos que han convertido semejante “apaño” en normal. A
eso me refería cuando en mi post anterior decía que habían hecho presa en la
justicia, en ese afán imparable por llevar agua a su molino.
La democracia es
un sistema delicado que no se sostiene sólo porque haya una constitución que
fragmente el poder, establezca unos equilibrios, formule principios y decrete
normas de funcionamiento, sobre el papel, naturalmente, se necesita además una
masa crítica ciudadana imbuida de fe democrática, que existe, o eso quiero
creer, y unos partidos que antepongan la salud del sistema sobre el afán de
consolidar e incrementar el poder de su propia organización. Y,
lamentablemente, eso no existe.
Me he referido
antes al PP y PSOE como principales hacedores del despropósito pero ahí está UP
calladitos (o calladitas si respetamos la concordancia) en el gobierno sin que
hayan dicho esta boca es mía salvo para increpar a la derecha, o sea entrando
con convicción en el juego. Por supuesto los nacionalistas andarán bajo la
mesa, cuando la haya, amenazando los tobillos de los negociadores hasta que
cojan alguna pieza que caiga.
¿Cuál es la
solución que propone Carmena? Que hagan un buen examen de conciencia, un
sincero propósito de la enmienda y sean buenos de una vez por todas, porque la
ley en vigor no habla de repartos sino de elección y es buena hasta rabiar. Es
una conclusión que eleva el espíritu a cualquiera, suponiendo que eso exista.
Pero ya los griegos, como decía en mi post, recelaban de las buenas intenciones
y de los partidos, todo hay que decirlo, y por eso introdujeron el sorteo. No
digo yo que haya que prescindir de los partidos para todo, pero sí cortarles
las uñas, apartarlos de aquello en que patinaron, como es el caso, y mandarlos
al rincón de pensar.
La verdad, no sé cómo
podría hacerse, pero haya o no acuerdo en el reparto de ahora sería muy eficaz
y provechoso pensar en mañana porque el afán por magnificar el interés propio
es imparable y cada día se dispara desde la cota alcanzada el anterior. El daño
que se puede causar por esta querencia es observable en el seno de los propios
partidos ya que el asunto se presenta con estructura fractal, para más inri;
así, aplicando la lupa véase como los líderes del PP han llevado a su
organización a los bordes del vertedero por la pasta y el figurar, que tanto
mola; cómo Sánchez ha vaciado a su partido de sustancia, probablemente
irrecuperable, apoyándose en los votos de los militantes en una treta populista
muy fashion; cómo los que manejan UP que se cuentan con los dedos de una mano y
sobran tres trituran a la izquierda alternativa, a la que se supone que
apadrinan, en variopintas maniobras del más depurado corte leninista; cómo
Rivera asestó a los suyos un mazazo mortal por haber desarrollado una ridícula
y arrolladora ambición personal que desbordaba sus capacidades…
¿Más datos?
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