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29 abr 2009
Una cuestión ideológica
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26 abr 2009
La confusión de los transgénicos
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[i] La información sobre este párrafo, y alguna otra la obtuve de Transgénicos que salvan vidas de Esther Samper.
21 abr 2009
Misión Kepler
Estas sí que son buenas vistas: nuestra galaxia observada desde afuera, un punto de vista alienígena. Alguien ha tenido el acierto de señalar en ella la posición del Sol, en el brazo estelar de la galaxia denominado Espuela de Orión (Orión Spur) y entre los brazos de Sagitario y de Perseo –la Vía Láctea, como cualquier espiral galáctica que se precie, dispone de varios brazos que convergen en el centro y se difuminan, alejándose entre sí, en el exterior–. Al NO de nuestra posición una zona de 1000 años luz, región próxima a las constelaciones de El Cisne y de La Lira, otro de los suburbios de la galaxia, que será persistentemente observada por el satélite Kepler, último artefacto lanzado por la Nasa, con un encarguito especialmente interesante.
La actualidad consiste en que hace sólo unos días nos mandó las primeras fotos del tour, antes de quedar quieto en su órbita solar (es un satélite solar) mirando fijamente sin pestañear a su zona de observación durante tres años y medio. La foto enviada contiene, según las crónicas, 14 millones de estrellas ¡Una friolera!
Ha salido de la órbita de la Tierra para evitar la contaminación lumínica que produce el reflejo del planeta y las molestias de su campo gravitatorio y observará esa zona porque queda por encima del plano de la eclíptica y evita así interferencias solares. La misión consiste en detectar planetas en órbita de otras estrellas, para lo que inspeccionará no menos de 100.000 de más de un millón que hay en los andurriales. ¿Cómo lo hará? Aunque no pestañeará ni una sola vez en todo el tiempo de observación, espera descubrirlos por los guiños que le prodiguen las estrellas que los tengan orbitando en su entorno. Medirá su luminosidad y como cada vez que pase un cuerpo celeste, un planeta, por delante en su viaje de circunvalación su intensidad disminuirá mínimamente, Kepler (el satélite) se dará cuenta, aunque la diferencia sea sólo del 0’002%. Si consigue fijar el ritmo con que eso se produce, es decir, el tiempo que dura una traslación, también, por las leyes que descubriera Kepler (Johannes), se podrá determinar la distancia a su estrella, cuestión vital para saber si existe alguna posibilidad de que haya vida: como es sabido eso ocurrirá sólo en una estrecha franja en la que por la distancia a la estrella se pueda mantener el agua en estado líquido de forma estable; esa es precisamente la zona que ocupa la órbita terrestre en el sistema solar. Los astrónomos denominan ecósfera o zona de habitabilidad a esa franja esférica, que se sitúa más o menos lejos de la estrella en función de su temperatura y tamaño. El análisis estadístico de los hallazgos positivos nos indicará si las condiciones de las que disfruta nuestro planeta son excepcionales o relativamente comunes y si la esperanza de hallar vida en otras latitudes siderales está fundada.
La distancia entre la placa que se envió en la sonda espacial Pioner 10, en 1973, ideada por el añorado Carl Sagan, y el actual intento, no es sólo de tiempo: hemos pasado del romanticismo de la botella lanzada al mar a la exploración sistemática y serena, como es propio de la ciencia.
2009 ha sido designado año mundial de la astronomía, uno de los sectores de la ciencia que más está haciendo cambiar nuestra idea del Mundo, y que avanza a mayor velocidad, a pesar de que es la rama del conocimiento más antigua: el hombre primitivo ante la gran incógnita de la vida levantó primero la vista hacia el cielo (el astronómico, naturalmente). Hoy seguimos haciéndolo porque ahí parecen estar todavía las auténticas claves del pasado y del futuro.
19 abr 2009
Esto no es una pipa
«La humanidad está continuamente sometida a una catástrofe imprevisible. Un grupo de personas se afanan en devastar cuanto conocemos. No están de acuerdo, no se conocen, no actúan bajo ninguna planificación. Pero están ahí. Son las personas estúpidas»
C. M. Cipolla. Allegro ma non troppo
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[i] Imbécil y estúpido son términos perfectamente intercambiables, pero yo prefiero el primero por su fonética contundente y porque en latín de donde procede significaba literalmente, el que no sabe andar sin báculo. Eso me recuerda que se decía del presidente norteamericano Reagan, aludiendo a las prestaciones de su cerebro, que era incapaz de bajar una escalera y mascar chicle al mismo tiempo.
[ii] Si comprendéis la paradoja no os deberíais inquietar, quizá Magritte se equivocaba ¡o era uno de ellos!
16 abr 2009
Los males de la escuela
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El estudio de Gabarró se puede encontrar en su página web: http://danielgabarro.cat/
12 abr 2009
Consecuencias de un fracaso y de un éxito. Jesús y Mahoma
Entre el mundo islámico y el cristiano existe una gran diferencia que cualquiera percibe a primera vista: el cristianismo ha abandonado en buena medida la esfera pública y se ha restringido a la privada, mientras que el Islam invade todos los aspectos de la vida sin hacer distingos entre lo privado y lo público. Por esta característica percibimos desde nuestro punto de vista al mundo árabe como anclado en el tiempo, como si viviera una época del pasado, como si no hubiera acabado de superar el medievo. Se suele argumentar que en occidente, movimientos históricos como el Renacimiento y la Ilustración produjeron la secularización de la sociedad civil, mientras que en el mundo musulmán tales fenómenos no se dieron. Es una explicación convincente, pero podríamos seguir preguntando ¿Y por qué no se dieron? Como en cualquier fenómeno social las causas serán múltiples y complejas, pero se me ocurre que la fundamental arranca quizá de los orígenes de ambos credos y tiene que ver con el fracaso o el éxito vital de sus creadores.
El proyecto religioso-político de Jesús resultó fallido. Fue apresado al abortar la autoridad romana un complot –los evangelios lo registran como la oración del huerto y el prendimiento– que había sido preparado aprovechando la Pascua y la consiguiente afluencia de judíos a Jerusalén, y, en consecuencia, ejecutado como un sedicioso. La muerte que las leyes judías preveían para un blasfemo que se proclamaba hijo de Dios era la lapidación –Esteban y después Santiago, hermano de Jesús, murieron así– mientras que la cruz (mors aggravata: hoguera, exposición a las fieras o crucifixión) la reservaban los romanos para los delitos de sedición contra el Estado (laesa maiestas populi romani), ésta fue la reservada a Jesús. La dispersión y ocultamiento de sus seguidores, después de ser ejecutado por el procedimiento infamante, escenifica el fracaso; la cartela con la leyenda INRI (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum), la naturaleza del delito. Durante los primeros siglos de existencia los cristianos utilizaron diversos símbolos, pero no la cruz, que seguía siendo vergonzante y los identificaba como sediciosos. Tales sucesos justifican y explican la expresión «Mi reino no es de este mundo», Juan 18, 33-37, y otros recursos de los evangelistas por dar a la misión de Cristo un signo espiritual, aunque no logren borrar los vestigios que revelan otras actitudes en las que es imposible deslindar lo religioso de lo político, por otra parte normales entre los judíos de la época. Habrá que concluir que Jesús fracasó en su plan, y sus seguidores, obligados a vivir bajo la autoridad romana, optaron por transformarlo en un proyecto espiritual –esa y otras cuestiones fundamentales fueron obra de Pablo–, lo que, con el tiempo, fue el elemento que permitió la laicidad de lo público sin romper el mensaje cristiano central: el Humanismo y la Ilustración utilizaron ese postigo.
En el 622 Mahoma abandonó La Meca (Hégira) forzado por los coraxíes que controlaban el culto de La Ka’aba y temían por su prevalencia. En Medina se hizo fuerte y fue asentando paulatinamente su dominio de la región, combinando la predicación y las operaciones militares, hasta que en 628 pudo atreverse contra los mequíes con éxito. Desde La Meca completó la dominación de toda Arabia. A su muerte, en 632, controlaba la península valiéndose de su carisma personal y acuerdos con las tribus, pero sin ninguna estructura de estado. Mahoma, que seguramente era analfabeto, no dejó ningún escrito y sus enseñanzas, retenidas mentalmente por los “memoriones” serían recopiladas y fijadas más tarde en El Corán bajo la autoridad de los califas sucesores, que al mismo tiempo construían el Estado islámico y expandían su dominio. Así se confundió la condición de ciudadano y de creyente, y el Corán y los hechos y dichos del profeta se convertían en fundamento de la ley. El éxito de Mahoma hizo impensable, lo sigue haciendo, la disociación de lo civil y de lo religioso.
También el Islam experimentó un Renacimiento en torno al siglo XI con una gran eclosión cultural basada asimismo en la recepción de la cultura clásica, pero que, sin embargo, no llegó a tener el efecto del Humanismo occidental, ni se vio confirmado y amplificado por un movimiento equivalente a la Ilustración. Así, el efecto esterilizador de la religión se impuso muy pronto y muy intensamente, generando la exclusión del orbe musulmán del ámbito de la ciencia y del progreso de la sociedad civil, hasta nuestros días.
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ILUSTRACIÓN: Mahoma y el arcángel Gabriel. Miniatura iraní del s.XV.
7 abr 2009
¿Fracaso escolar o fracaso social?
Han corrido ríos de tinta sobre la idoneidad de la reforma desde que la LOGSE entrara en vigor y luego con los retoques diversos en forma de otras tantas leyes orgánicas. Han opinado expertos e ignorantes (a veces, reclutados entre intelectuales, que por serlo, o por creérselo, piensan que sus opiniones no pueden quedarse en el tintero[i]). Se han puesto en cuestión los principios teóricos, los procedimientos de aplicación, la solvencia de la pedagogía y de los pedagogos, la capacidad y actitud de los profesores, las intenciones de los políticos… En este fenomenal guirigay nada ni nadie quedó a salvo y ha alcanzado volumen ensordecedor desde que los informes PISA han puesto de manifiesto la deficiente preparación de nuestros escolares y la magnitud del fracaso escolar, vivido como una lacra social que quita el sueño a padres, docentes y responsables políticos.
Bastantes profesores acogimos la reforma educativa con ilusión porque nos pareció una humanización y racionalización de la enseñanza y una apuesta valiente por el cambio social, que era en aquel momento un anhelo prioritario en cualquier mentalidad progresista. La realidad no nos ha desmentido, simplemente ha puesto de manifiesto lo que ya sabíamos: que la desigualdad social es la causa principal de la diferencia de oportunidades y que la escuela, por sí sola, no cambiará esa realidad, o que, en todo caso, su tiempo se mide en generaciones. No fuimos ingenuos nada más que en creer que lo que a todas luces era evidente sería igualmente aceptado como tal por la inmensa mayoría. En términos generales la reforma fue acertada, los principios en los que se basó eran impecables, y pese a los avatares de su aplicación y la falta de confianza de algunos políticos y muchos profesores, ha producido un sistema educativo socialmente avanzado del que podemos enorgullecernos. ¿Y el fracaso escolar? ¿Y los resultados de los informes?
En El País de hoy un reportaje de José Luis Barbería, La clase perdedora, pone el dedo en la llaga al publicar y glosar los resultados de los últimos trabajos de sociólogos y pedagogos al hilo de las conclusiones en las evaluaciones a cargo de organismos internacionales (PISA) y nacionales. No voy a redundar en los mismos temas que él, sólo os recomiendo su lectura y relaciono y subrayo algunos de los hallazgos y confirmaciones de los investigadores que cita y que yo creo notables:
• Los alumnos con padres sin estudios tienen 20 veces más probabilidades de fracasar en la escuela.
• Los hijos de trabajadores no cualificados tienen 4.5 veces menos probabilidades de acceder a la universidad
• La variabilidad de resultados por centros se deben en más de un 50% a la condición socioeconómica y cultural de los alumnos. El centro influye en sólo un 16% y el tipo de enseñanza apenas un 6%.
• Descontando los condicionantes socioeconómicos y culturales, la enseñanza pública es de mejor calidad que la privada.
• La presencia de inmigrantes no influye en el nivel medio de la clase si no supera su número el 10%.
El problema es que la escuela es cada vez más clasista desde que en los años 90 los estratos sociales medios empezaron a protagonizar un éxodo hacia los centros privados, incluido el nivel universitario, no justificado por la calidad, sino estimulado por la mentalidad de nuevos ricos que nos ha invadido en los últimos tiempos. Como consecuencia se ha multiplicado el gasto privado y público por una enseñanza discriminatoria sin otra justificación que esa misma actitud discriminadora. Aquellos que se sientan preocupados por la enseñanza deberían reflexionar sobre esta cuestión y no sobre las propuestas de los pedagogos, que son una cuestión técnica y compete a los profesionales. Desde nuestro particular punto de vista, el gran fracaso de la LOGSE sería que la sociedad a la que ha pretendido cambiar se imponga con su clasismo a la primera escuela igualitaria y universal que ha avistado nuestro país por primera vez en su historia.
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[i] Entre otros recuerdo por ejemplo a Muñoz Molina y Pérez Reverte que con estilos acordes con sus respectivas personalidades (paternalista y añorante el primero, faltón y chulesco el otro) arremetieron en su día contra el sistema educativo poniendo de manifiesto tan sólo su radical ignorancia sobre el asunto, a pesar de la excelencia demostrada en su profesión.
2 abr 2009
La tentación proteccionista
Pueden resultarnos chocantes las permanentes admoniciones contra el proteccionismo ante los debates pasados, en curso y por llegar para salir de la crisis. Al fin y al cabo proteccionismo no es otra cosa que anteponer los intereses nacionales. Ángela Merkel ha dado a entender que es su objetivo prioritario y, cada vez más, es lo que se desprende de la opinión de un sector de la prensa (ayer mismo en en el programa de TVE, 59 segundos); sin embargo, mi punto de vista es que las enseñanzas de la historia justifican los temores ante esa posible deriva.
En 1933 tuvo lugar en Londres una conferencia, semejante a la actual, para tratar de buscar acuerdos que permitiera remontar la crisis iniciada con el crack financiero de 1929. El fracaso fue rotundo. En Italia y Alemania se habían instalado ya el fascismo y el nazismo, respectivamente, con sus programas ultranacionalistas y autárquicos; con ellos pretendían medrar obteniendo los mercados necesarios (lebensraum o «espacio vital») manu militari si fuera preciso. La Unión Soviética, aislada del resto, no estaba interesada en la pervivencia del capitalismo y aplicaba sus planes socializadores al margen de cualquier acuerdo internacional. El resto no consiguió los consensos mínimos para romper el ensimismamiento económico y la dinámica proteccionista. Seis años después la lógica del proteccionismo a ultranza y del nacionalismo sumía al mundo en el incendio de la guerra (1939-45). Y no es que no hubiera experiencia.
Diecinueve años antes de la malograda conferencia había comenzado la Gran Guerra (1914-18) en cuyos orígenes encontró Lenin las contradicciones internas del capitalismo imperialista (Imperialismo, fase superior del capitalismo). En efecto, la lucha por los mercados, que Alemania combinaba con un fuerte proteccionismo y el dominio de lo más sustancioso del mercado internacional acaparado por el Reino Unido dentro de su imperio casi universal y sus exigencias de librecambio en el exterior, contenían, como se demostró, la agresividad potencial suficiente como para hacer saltar la precaria convivencia internacional en un conflicto sin precedentes por su magnitud y consecuencias. Sin embargo la guerra se cerró en falso tras la rendición de Alemania y no se pusieron soluciones para las verdaderas causas, que no eran sino económicas: los ciudadanos y sus mandatarios estaban cegados por el espejismo del nacionalismo. La lección no se aprendió.
Hoy la situación es diferente, las dos guerras quedan lejos y hemos aprendido mucho de su análisis, pero la tentación de recurrir al proteccionismo y al nacionalismo, que se vende con facilidad a la opinión pública, está viva. Habría que andar con pies de plomo.