Los tiempos oscuros generan mitos, tal es el caso de Troya en la época prehelénica o de Camelot y la leyenda artúrica en la Britania postromana. Historiadores y arqueólogos se han esforzado por hallar vestigios que los conecten con la realidad: Schliemann encontró la ciudad de Troya; a Arturo se le ha querido identificar con un noble romano o un líder britano en lucha con anglos y sajones, y hasta Excalibur ha hallado su explicación en las espadas celtas de larga hoja, que los romanos de la última época adoptaron para su caballería. Pero ¿qué importa que los mitos tengan o no fundamento histórico? Seguramente la imaginación de los poetas tiene sus límites y necesitará una apoyatura en la realidad, pero ¿qué más da? Lo importante del mito no es la realidad que subyace, sino los anhelos, los deseos, los sueños a los que responde. Son una fabulación, pero es muy posible que sea tan necesaria para el grupo como el sustento o la seguridad. Así pues, la segunda oscuridad de la que nacen reside en nuestro interior profundo, tan ignoto que una y otra vez intentamos casar el cuento con la realidad sin percatarnos, o querer reconocer, que su origen verdadero solo lo hallaríamos en la autoexploración.
La luz es el medio más hostil. La claridad del conocimiento nítido del entorno los margina a los orígenes lejanos y mal explicados; la iluminación de la mente con las luces de la razón los disuelve como azucarillos. Pero los anhelos, los temores, los impulsos… que fueron su caldo de cultivo y que seguramente forman parte de nuestro bagaje evolutivo por un proceso aún no explicado del todo, permanece. Incluso en las épocas más ilustradas o en los periodos en los que la razón se impuso con medios dictatoriales, los mitos subsistieron. Adelgazaron, se adaptaron al nuevo medio haciéndose casi invisibles, muchos quedaron reducidos a la condición de cuentos o leyendas, sin otro valor que el antropológico o literario, pero otros alcanzaron el estatus de creencias. En este nivel lograron la inviolabilidad, refugiados tras las defensas de los derechos. Nunca nos abandonaron, probablemente nunca nos abandonarán.
El último (por su profundidad, por su trascendencia) gran mito, el de la creación del Universo por la voluntad y la acción divinas, pareció encontrar refugio en los avances científicos que lograron no hace mucho detectar un origen, en el tiempo, de nuestro Universo: el Big Bang, la gran explosión originaria. El descubrimiento de la evolución por la selección natural fue un duro varapalo porque sustituía con éxito el cuento de la creación de los seres vivos y del hombre por un proceso razonable y comprensible, pero al colocar el origen del Universo en un instante, fuera del alcance intuitivo de la mente, la ciencia creaba un vacío donde cabía, para algunos, el dedo de Dios. Hawking, uno de los físicos vivos más notables del mundo, conocidísimo por sus trabajos de divulgación, acaba de escribir un libro en el que, con argumentos científicos, concluye la posibilidad de una explicación exclusivamente física del suceso, sin vacíos que dejen sitio a fabulación alguna. ¿Logrará Hawking iluminar definitivamente este rincón oscuro del conocimiento? Veremos.
2 comentarios:
"Adelgazaron, se adaptaron al nuevo medio haciéndose casi invisibles, muchos quedaron reducidos a la condición de cuentos o leyendas, sin otro valor que el antropológico o literario, pero otros alcanzaron el estatus de creencias. En este nivel lograron la inviolabilidad, refugiados tras las defensas de los derechos. Nunca nos abandonaron, probablemente nunca nos abandonarán."
Me parece muy acertado, los mitos se corresponden al pensamiento arcaico, aquel en el que aun no regía lógica ni razón. En el antiguo Egipto era frecuente que un mismo mito sobre sus dioses, se contara de diferentes formas según la población. Nadie se escandalizaba, ni remitía a sus sacerdotes a la ortodoxia. El ser humano siempre ha tenido ansia de respuestas, y los mitos son su ¡primer intento!
La gravedad es una fuerza inagotable reproductora de energía que se transforma luego en materia y que a la vez regenera más energía.
La gravedad es el motor de la reproducción del Universo.
El científico británico Stephen Hawking ya empieza a vislumbrar esa extraordinaria facultad que posee la gravedad, al afirmar en su nuevo libro, 'The Grand Design' o 'Magnífico Diseño', que Dios no fue el creador del Universo, que la creación fue una "consecuencia inevitable" de las leyes de la Física. También afirma Hawking: "Porque existe una ley como la gravedad, el Universo puede y podría crearse por sí mismo…"
Esto quiere decir, ni más ni menos, que HAWKING comienza a darnos la razón: La materia se crea, la materia se reproduce, por lo tanto NO ES VÁLIDO el Principio de Conservación de la Energía
Aunque Hawking está equivocado porque cree que el universo se creo de la nada. La gravedad no ORIGINÓ al Universo sino que lo hace crecer. Lo correcto es afirmar que la gravedad reproduce al Universo que siempre ha existido, porque la gravedad no pudo haber existido antes de que existiera la materia-energía.
La gravedad es el principio acrecentador del TODO.
Algunos, pecando por ligereza, afirman que la gravedad no crea esas energías a las que nos hemos referido en este artículo, y plantean que: “es la energía gravitatoria la que se transforma en esas otras energías.” A ellos, muy respetuosamente les aclaramos que la supuesta energía absoluta de la gravedad NO EXISTE, lo que existe es la relativa energía potencial gravitatoria, que es la que adquieren los cuerpos cuando son atraídos por la gravedad y que además pueden moverse para realizar un trabajo, si no se pueden desplazar no pueden realizar trabajo por lo tanto no tienen energía real.
La gravedad sola, por si misma no tiene energía, La gravedad No es energía, la gravedad es una aceleración (g) que aplicada a un cuerpo con masa (m) que puede desplazarse una distancia (h), entre los tres componentes, crean la energía potencial gravitatoria: Ep=m.g.h.
Estas opiniones hacen parte de La Nueva teoría sobre el Universo. Si te interesa el libro solicítamelo y te lo envío como obsequio.
martinjaramilloperez@gmail.com
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