Mis conciudadanos saben lo que quieren, han votado en conciencia y han obtenido lo que buscaban. Que yo me sienta como un alienígena sólo tiene que ver con mi incapacidad para ir por donde va la gente, como Vicente. A todos los que compartan la incompatibilidad con Vicente, que se consuelen, que no hay mal que por bien no venga, y en este post voy a tratar de encontrar lo positivo de esta situación. Doy por sentado, naturalmente, que la debacle presente se repetirá en la generales próximas con mínimas variantes. Esto tiene de bueno que reduce dos disgustos a uno sólo y nos ahorra dispendios en videntes.
En el campo de batalla cuando el enemigo machaca nuestras líneas y los valientes, minutos antes, se dan patadas en el culo en un intento de poner tierra de por medio, siempre se puede salvar la imagen, y la moral, alegando que se trata de una retirada táctica para reagrupar fuerzas. En este dramático caso que nos ocupa hoy podemos echar mano de la autocrítica, consabido valor de la izquierda, y argüir que la retirada, forzosa, permitirá y obligará a reflexionar sobre los errores cometidos y, a lo mejor, ya que con el tiempo y una caña hasta las verdes se alcanzan, se pone en marcha la imaginación y, de aquí a unos años, se propone algo brillante, coherente e irresistible a los volubles electores. Una larga marcha que sin duda resultará salutífera.
En segundo lugar se me ocurre un símil futbolístico. Los clubes en apuros recurren siempre al remedio de cambiar de entrenador, no es que el que llega sea mejor que el que se va, de hecho son siempre los mismos que andan dando vueltas de un club a otro y, a veces, incluso regresan a aquel del que partieron, es que se espera infunda nuevos ánimos y la moral de derrota se transmute en otra de victoria. Todo el mundo sabe que la confianza es clave también en la economía, y que esta crisis, que empezó con las fechorías de los financieros, se ha convertido en una crisis del consumo, que se ha contraído como una pasa; para que vuelva a hidratarse no hay como la confianza en que las cosas van a ir bien: de pronto la gente se pone a consumir y hasta los bancos a prestar. ¿Quién nos dice que un gobierno del PP, aunque lo haga igual de mal o peor que el anterior, no va a despertar esa confianza, no tanto por bueno como por nuevo? Hasta se me antoja que va a encontrar más colegueo en Europa, donde Zapatero no tenía mucha mano porque allí hace tiempo que perdieron la izquierda.
Lo dicho, al mal tiempo buena cara.
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