«Hace aproximadamente tres décadas Ronald Reagan y Margaret Thatcher, fieles servidores de los intereses del gran capital, decidieron imponer una serie de políticas económicas basadas en la reducción del gasto público, la privatización de empresas y servicios públicos, la total desregulación de los movimientos de capital y la reducción de impuestos a las grandes fortunas y a las empresas. Todo ello ha terminado conformando este tiempo de canto al mercado y al dinero, de desprecio a la Naturaleza, de fomento del individualismo. Se ha colocado en el centro al mercado, como dios supremo y regulador de la vida. Es el tiempo en el que se ha abierto la brecha más grande entre ricos y pobres, y en el que se está poniendo en grave peligro al planeta, que se ve incapaz de soportar un proyecto perpetuo de explotación de sus recursos. Los habitantes del mundo nos enfrentamos a una situación nueva y trágica, en la que está en juego la supervivencia del propio planeta»
Hessel y Sampedro |
He seleccionado este texto de Lourdes Lucía, autora de uno de los trabajos que se pueden leer en Reacciona , porque habla de la crisis económica situando su origen en decisiones políticas. Una participación estelar en el libro es la del veterano economista y humanista (no hay contradicción en los términos) José Luis Sampedro:
«La crisis financiera estalló por el abuso de los beneficios, pero el hecho de que los daños no los hayan sufrido tanto los causantes como sus víctimas (con pérdidas o con desempleo) es consecuencia de la estructura del sistema, cuyas reglas permitieron los atropellos y cuyas autoridades no los controlaron a tiempo. La raíz de los daños no radica en los préstamos mismos, sino en el poder dominante de los bancos, libres para poner condiciones al crédito. Más que un problema económico se trata de una desigualdad de poder, un hecho político que, si no se remedia, provocará crisis ulteriores.»
(El libro es deudor, al menos en la actitud, del magnífico, aunque breve, ensayo del veteranísimo de la resistencia antinazi y redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Stéphane Hessel, titulado Indignaos. La edición castellana está prologada por José Luis Sampedro y Reacciona lo está por Hessel.)
Recobremos el discurso: si en el origen está la política, en la salida también ha de estar la política. Es necesario tomar la decisión de cambiar el modelo económico y esa decisión es política. Sin ella, con sólo las medidas económicas que tiene el sistema en su caja de herramientas quizá, con las lágrimas y el sudor de la mayoría, se logre, más tarde que pronto, recuperar una coyuntura menos desfavorable, pero no habremos conseguido sino una nueva tregua. Es cierto que sólo se pueden tomar las medidas que se están tomando, pero eso si no salimos del modelo ultraliberal. Por supuesto que existen alternativas, como muestran los autores del libro de donde proceden las citas, y demuestra la vida. Hay que abandonar la idea de que la economía es esto y nada más. Ni lo es, ni lo ha sido, ni lo será.
¿Qué hacer aquí y ahora? Los títulos de ambos trabajos marcan la pauta: indignaos y reaccionad. El gran peligro de la situación presente es que hemos sustituido la indignación por la resignación. La mayoría parece convencida de que no hay nada que hacer sino buscar mejores gestores y esos quizá estén en la derecha, según nos dicen ellos mismos. El gran éxito de la derecha no es tanto haber conseguido, mediante chantaje, que una izquierda timorata aplique su programa, sino que nos haya persuadido de que su discurso es realmente el único; haber convencido a la clase obrera de que es clase media, haciéndole probar, en los momentos de euforia económica, las mieles de la prosperidad. Nos ha desarmado mental y socialmente
Indignaos porque es necesario reaccionar.
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