Inglaterra continuó su
bipartidismo turnante sin más alteración que la sustitución del partido whig (liberal) por el Labour party cuando, después de la 2ª GM,
llegó la hora de la socialdemocracia. El turno, durante el XIX y parte del XX,
fue tan práctico que con frecuencia las leyes progresistas fueron obra de
gabinetes conservadores y las reaccionarias de liberales, con lo que se
evitaron excesos que invitaran a los sucesores en el turno a la eliminación de
lo aprobado para volver a empezar, tentación tan común en otros ámbitos
geográficos. Entre tanto el PSOE, como ocurriera con todos los partidos
socialistas, templó su marxismo asumiendo el revisionismo (Bernstein) y después
lo abandonó (1979); hoy se le acusa de haber abandonado también los principios
socialdemócratas (capitalismo con Estado
del bienestar), aunque no lo reconozca.
Cuando se diseñaba el sistema de
la democracia en la Transición se tuvo miedo de que resurgiera la fragmentación
política de la II República, una de las justificaciones del franquismo, y se
pusieron trabas a la posible futura proliferación de partidos. Fue un éxito; a
una incipiente eclosión de la temida sopa
de letras siguió la hegemonía de dos partidos, PSOE, PP (nacido este de la
refundación de la AP de Fraga, que recogió a buena parte de UCD, así como el
voto de extrema derecha). Curiosamente se hizo realidad el sueño de Cánovas,
aquella pesadilla, cien años después
Lamentablemente, con su
práctica, hemos descubierto que el bipartidismo no nos va. No somos ingleses ni
queremos serlo. En el bipartidismo el PSOE, pese a su deriva ya apuntada, se
siente LA IZQUIERDA y no tolera ni comprende nada que se sitúe en ese espacio. IU
es para ellos una anomalía sin otra finalidad práctica que apoyarlos en el
momento que lo precisen (véase lo sucedido en Extremadura); su máxima
preocupación para lograr las mayorías necesarias es capturar el voto difuso y
vacilante que llaman de centro (dándole así una dignidad que no sé si merece), con
lo que se derechiza progresivamente. La derecha, por su parte, tiene en España,
quizá por herencia del franquismo, vocación totalizadora: no le basta con
señorear en su ámbito, aspira a hegemonizar la totalidad, de la derecha a la
izquierda. Es ahí donde difiere de sus afines europeos y nacionalistas. Por eso
pienso que, de la misma manera que a la caída de UCD se produjo un auténtico
cambio de régimen, entrando francamente en el bipartidismo, la previsible
próxima derrota del PSOE puede generar su achicamiento (¿definitivo?), a la vez
que un cierto florecimiento de otras izquierdas (hay estos días una abundante
cosecha de manifiestos y propuestas de lo más variopinto), lo que facilitaría
el sueño totalizador del conservadurismo. ¿Nos espera un nuevo cambio de
régimen con un partido hegemónico, naturalmente el PP, acompañado de una
constelación de partidos de izquierdas o nacionalistas incapaces de disputarle
el poder, salvo estos últimos, también de derechas, en un par de comunidades autónomas?
6 comentarios:
Muy buen artículo. Es una excelente presentación del panorama político que nos espera...
Saludos
Mark de Zabaleta
De momento nos espera un partido hegemónico y ello no me agrada...
¿Qué se puede hacer? Me gustaría un partido con la valentía suficiente para corregir las deficiencias del actual sistema económico, deficiencias que todos conocemos, pero a las que ningún partido político quiere enfrentase.
Un saludo
Al final la mejor izquierda va a ser el viejo liberalismo, en una línea en la que en España son hitos Larra, Clarín, Galdós, Azaña... El PSOE va a menguar notablemente, como toda la socialdemocracia europea. Yo veo un futuro de liberales (UPyD) y conservadores (PP). Y luego la extravagancia terruña de los partidos nacionalistas, los tenemos hasta de izquierdas, como los carlistas-leninistas a los que aludía Tierno.
F.S.C.
Excelente artículo. Tal vez un poco más generoso de la cuenta con los partidos PP y PSOE. Me explico: ves aún un cierto contenido ideológico (desdibujado, desorientado, falseado..., como sea, pero lo ves). A mí, en mis cortos conocimientos, se me representan como dos grandes agencias dedicadas a captar votos que les den el poder, con el ideario propio de una empresa como guía. Casi no veo más diferencias entre ellos que las siglas y un distinto talante o estilo. Los demás partidillos, también, aunque los nacionalistas presentan otras connotaciones. Tengo la impresión de que ya no es exacta la denominación "partidos polìticos". Hay dirigentes que utilizan desde hace algún tiempo la expresión "organización" para referirse a su partido. Salud(os).
De acuerdo con Jaramos.g, últimamente yo he oído hablar incluso de "la marca", refiriéndose tanto al PP o al PSOE; pronto oiremos hablar de "la firma" y al paso que vamos no tardaremos mucho de oirles hablar de "la familia".
F.S.C.
Todo está en cuestión en momentos de crisis. La financiera parió la económica y esta la política. La búsqueda de culpables y de causas posibles lo ocupa todo. Yo no sé si saldremos de ella con el concurso de liberales y conservadores y si al final habrenos cambiado la denominación de los partidos. Lo único que se me alcanza es que estamos en medio del torbellino y resulta (me resulta) casi imposible otear en que dirección está el futuro.
Saludos y gracias a los cuatro por vuestra aportación.
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