La solución, dicen, está en los
“eurobonos”. Si todos nos hacemos responsables de la deuda de todos, la presión
de los mercados se esfumará. Perfecto. Solo que conviene tener en cuenta que en
el primer “todos” destaca Alemania y en el segundo los que estamos en apuros,
si no la cosa no tendría sentido. Llegados a este punto se suele introducir el
principio de solidaridad: los germanos deben mostrar solidaridad, ¿acaso no se
han beneficiado ellos de la construcción de un mercado común? Recuerdo una
anécdota significativa: con ocasión de una cumbre iberoamericana en Madrid, uno
de los presidentes, en conversación privada que hizo pública un micrófono
abierto, expresaba a Vicente Fox, de México, su asombro por el progreso
reciente de España, a lo que el mejicano contestó: “Esto lo ha pagado todo
Alemania”, mostrando a continuación su decepción porque USA no hubiera
desempeñado el mismo papel en América. Exageraba y simplificaba el mandatario
americano, pero los que tenemos suficiente edad recordamos lo que era nuestro
país antes de entrar en el Mercado Común, como se llamaba entonces, y en lo que
se ha convertido; que Alemania siempre fue el mayor contribuyente neto y que
España fue el mayor receptor de fondos de la comunidad hasta las últimas
ampliaciones. Puestos a recordar podríamos también traer a colación que cuando
Alemania emprendió la reunificación sólo recabó ayuda política de sus socios, a
pesar del esfuerzo económico y los ajustes que necesitó, raíz, en buena medida,
de su buena situación actual.
Más. Cualquiera que haya
visitado Alemania recientemente se habrá percatado de que allí se respira
austeridad. En vano buscará alardes del tipo de la Ciudad de las Ciencias
valenciana o AVEs a mogollón ¿Por qué habrían de avalarnos caprichos de nuevo
rico? Debe ser un problema mío, pero cuando desde aquí se reclama solidaridad a
Merkel siento esa extraña sensación que llamamos vergüenza ajena.
Tampoco sobraría que señaláramos
el papel de perro del hortelano que tan bien representa el Reino Unido, no queriendo
estar ni quedar descolgado de algo más ambicioso que se pueda construir en
Europa. También es llamativa la insolidaria posición de Irlanda que ha
construido casi un paraíso fiscal dentro de la eurozona, aprovechando la
tolerancia de sus socios, para después mostrarse ella intolerante y
obstruccionista. En el catálogo de desaires, desplantes e irresponsabilidades
también cuenta la dejación que Italia ha hecho de sus posibilidades como gran
potencia, sumida en una crisis política desde hace décadas y en su incomprensible
deriva casi circense de los últimos años. La trayectoria de España ha sido más
seria, pero, aparte lo dicho, durante el mandato de Aznar se alineó junto al UK
y USA en el nefasto suceso de Irak, desairando a Francia y Alemania y
resquebrajando la unión en la UE, mientras en lo económico alardeaba de éxito
cabalgando sobre una burbuja que todos conocían pero nadie se atrevía a
pinchar. Polonia, Austria, Finlandia, Hungría han coqueteado con la extrema derecha ultranacionalista
en diversos momentos en detrimento del europeísmo. Grecia no ha dado muestras
de la más mínima seriedad como Estado, Portugal ha sido incapaz de aprovechar
las ayudas recibidas desde su ingreso para mejorar su infraestructura económica...
He citado a algunos de los
veintisiete; si nos limitamos a la eurozona más se evidencia la necesidad y
justicia del liderazgo franco alemán, mal que nos pese. Es más, cuando no han
asumido protagonismo lo hemos tomado por apatía y les hemos criticado la irresponsabilidad,
ahora que lo hacen les achacamos egoísmo aunque no lo evidencien más que los otros,
como he mostrado arriba.
No sé si las medidas que
proponen van en la dirección que yo entiendo por progreso, si es el camino más
corto o el más penoso, pero tengo la convicción de que si Europa sigue siendo
un horizonte deseable la única posibilidad es ésta. Cuando se reclama más
democracia en las decisiones sólo se quiere decir que la voz de todos los
Estados valga igual, sea Chipre o Alemania, Eslovaquia o Francia, pero eso no
es sino nacionalismo y sólo conduce a la parálisis. Es bien sabido que la
participación ciudadana directa es hoy mejorable pero imposible de aplicar por
completo, dada la distancia todavía abismal entre intereses e idiosincrasias
nacionales. Hay que buscar un equilibrio entre la participación ciudadana
individual y la de los Estados, porque esta suerte de democracia indirecta y de
mandato de “los mejores” es altamente insatisfactoria; pero, entre tanto, hay
que remontar el bache y para ello sólo veo el liderazgo franco alemán y soltar
lastre: desprenderse de los que no deseen avanzar.
Merkel y Sarkozy nos calientan
los ánimos y nos inducen a la crítica agria y casi al insulto, pero sin ellos
haría demasiado frío y caeríamos en la parálisis. A todos nos dijeron en algún
momento que teta y sopas no podía ser.
2 comentarios:
Excelente artículo. Muy buena referencia a la austeridad y a la desigualdad tributaria en Europa...Irlanda como caso a estudio !
Saludos
Mark de Zabaleta
Ver la actualidad política desde los ojos de Arcadio siempre nos permite aumentar la agudeza visual varias dioptrías. Excelente artículo sin duda. Yo también estoy a favor de la dura opción que han tenido que tomar Francia y Alemania; separarse del grupo pero, para liderar al grupo. Merckozi ha apostado por más unión frente a las dificultades y asumir los siempre agridulces términos del liderazgo. Muy distinta, sin duda, la opción de los británicos, que han optado por la opción del Judas, traicionar a los socios de la moneda única y huir.
Alemania está haciendo lo que nadie se hubiera atrevido a pedirle, y la nobleza de su actuación la comprobaremos en un futuro si, trascurrida la crisis, es capaz de volver a su posición anterior.
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