4 ene 2012

La economía y la física


La economía no es como la física. En economía además de tener razón o no, como en cualquier propuesta científica, se tienen intereses (en el sentido lucrativo), lo que no ocurre en física, biología, etc., al menos no de un modo tan manifiesto e inmediato El desconcierto que sentimos ante el debate de si debe combatirse el déficit prioritariamente, aunque castigue con la depresión y el paro, o de si debe atajarse la depresión a pesar del déficit, tiene como desencadenante la niebla que esparcen los intereses sobre las simples verdades científicas. Estos, además, generan actitudes políticas, toma de posiciones, lobbys… que enturbian mucho más el panorama.
Sabemos que la política no es más que la confrontación civilizada de intereses, es decir, sujeta a ciertas normas. Así pues las diferentes opciones en economía política no se dilucidan tanto en el terreno científico como en el político; o sea, dependen de qué intereses optemos por sacrificar. Y estos no son nunca individuales, sino de grupo, de clase, si escogemos la terminología desgastada, desprestigiada, también interesadamente.
Dicta la experiencia inmediata que los programas de austeridad ahondan en la crisis: después de que aparecieran algunos síntomas de recuperación, nuevas medidas restrictivas dictadas por el debilitamiento de la confianza en la deuda soberana nos ha devuelto a la peor situación. Por otro lado, todo el mundo sabe que en una crisis similar (1929) la curva no se tornó ascendente hasta que, abandonadas las medidas de austeridad,  se tomaron otras expansivas (New Deal, 1933/38). Ahora bien, una política semejante no es posible mientras no se apliquen actuaciones para sujetar y someter a los poderes financieros, que, de mantener la libertad actual, la harían imposible, como se ha visto con la crisis de la deuda. En el mantenimiento de la libertad de “los mercados” se juega la hegemonía absoluta de la burguesía financiera. El intento de salvaguardar esos intereses, más que el de resolver la situación en beneficio de la mayoría, ha hecho que se personen en los ejecutivos elementos destacados de esa  clase (Guindos, Monti, Papademos), lo que es inusual en situaciones de normalidad. Su misión no es otra que garantizar la aplicación de medidas que no pongan en riesgo el statu quo económico y social (mantenimiento de la posición relativa de su clase).
Pero, ¿por qué “los mercados” parecen actuar en contra de sus propios intereses a largo plazo al hacer imposible que se recurra a la deuda para obtener una rápida recuperación de la actividad económica? Las clases sociales, la burguesía financiera no es una excepción, tienen intereses comunes a todos sus componentes, por eso son clases, pero difícilmente logran la vertebración y organización necesarias para actuar al unísono y eliminar contradicciones (los marxistas lucharon durante décadas inacabables para lograr eso del proletariado, una clase infinitamente más numerosa y anárquica que la que nos ocupa). La actuación suicida de “los mercados” es producto de una contradicción, que se nos presenta como inevitable porque el principio base de su hegemonía es la libertad de acción, de modo que el interés por el beneficio inmediato, o de garantizarlo, se impone e imposibilita la recuperación a largo, que requiere precisamente la disciplina de los mercados, impuesta desde fuera, desde el Estado.
La burguesía financiera, nuestros señores de hoy, se debaten en una gran contradicción y luchan por superarla sin pérdidas o incluso, ¿por qué no? ganando solidez en su posición social. El problema es que los espasmos del combate amenazan con barrernos del mapa en el momento histórico en que comenzábamos a asomar cabeza (democracia, Estado del bienestar). La mala noticia es que, como en otras épocas de la historia, el común, las masas, el pueblo llano, o como quiera que llamemos a eso en donde tú y yo estamos, son fácilmente ninguneables, como demuestran los últimos acontecimientos; la buena, que las conquistas históricas se pueden perder, pero también se pueden utilizar para ganar el futuro.

5 comentarios:

jaramos.g dijo...

Siento no entender bien este fragmento, que sospecho constituye el núcleo de tu exposición. "La actuación suicida de “los mercados” es producto de una contradicción, que se nos presenta como inevitable porque el principio base de su hegemonía es la libertad de acción, de modo que el interés por el beneficio inmediato, o de garantizarlo, se impone e imposibilita la recuperación a largo, que requiere precisamente la disciplina de los mercados, impuesta desde fuera, desde el Estado.
La burguesía financiera, nuestros señores de hoy, se debaten en una gran contradicción y luchan por superarla sin pérdidas o incluso, ¿por qué no? ganando solidez en su posición social."
No capto en qué consiste la contradicción.
Salud(os).

P.S.: Te he contestado en mi otro blog, el de Lengua, donde amablemente entraste.

Juliana Luisa dijo...

Mi punto de vista es que, pensando siempre en conseguir el máximo beneficio económico, los mercados prefieren una situación de aumento de crecimiento económico, pero necesitan una etapa de austeridad por un parte, para quedar claro que tienen secuestrado al gobierno, pero, sobre todo, porque es la mejor manera de hacerse con todos los servicios públicos, algo que vienen buscando desde hace tiempo y sin disimulo (basta repasar alguna de sus peticiones a distintos políticos de la UE.
Unn saludo

Arcadio R.C. dijo...

Sí, debo reconocer que el párrafo es oscuro. La cuestión es que la eclosión de las finanzas en las últimas décadas se debió a la desregulación que comenzó con el tándem Reagan/Thatcher, pero que no ha hecho más que progresar después. La condición para su “glorioso” crecimiento ha sido la libertad; algunos hablarían de anarquía, la misma que ha causado el crack financiero de 2008 cuya resaca seguimos sufriendo. La burguesía financiera ha escalado posiciones históricas gracias a ese crecimiento, pero ahora, el caos que ha generado el mismo desordenado crecimiento, amenaza su existencia. Primera contradicción.
La crisis de la deuda, última manifestación de la tormenta, se ha producido por la desconfianza excesiva del mercado que, dueño de la situación, puede imponerse. Los estados afectados necesitan invertir (endeudándose más) pero el mercado lo impide con su desconfianza. Para neutralizarla se precisa una regulación que vaya de la política a los mercados, que perderían la libertad que ha hecho su fortuna. Segunda contradicción: el ejercicio de su libertad conduce a su pérdida.
Mi tesis es que la burguesía financiera está tomando directamente el control de los gobiernos o de sus políticas económicas para intentar remontar sin pérdida importante de posiciones.
Gracias. Un abrazo.

Arcadio R.C. dijo...

JULIANA LUISA. Comparto tu punto de vista sin reservas. Lo que yo expongo no está en contradicción con tu tesis, más bien se complementan. Históricamente el capital ha utilizado todas las crisis para dar saltos hacia adelante, aunque algunas pareciera que iban a acabar con él (1929). En realidad sólo resolvían contradicciones que le permitieran marchar sin trabas en el futuro.
Saludos.

jaramos.g dijo...

Ahora sí, gracias.