El reciente desenlace de las
elecciones generales nos ha puesto a todos a pensar, incluso a los socialistas.
Desde luego, no hay que esperar gran cosa de una actividad a la que nos
entregamos sin el entreno necesario. En este país tal tarea nunca gozó de
especial prestigio, como muestra aquella terrible anécdota en que Fernando VII,
rey castizo donde los haya, dijo con orgullo manifiesto: Lejos de mí la funesta manía de pensar. A renglón seguido restauraba
la Inquisición y masacraba a los liberales, que previamente la habían abolido,
y todo ello mientras buena parte de sus súbditos (antepasados nuestros)
amenizaban el cotarro al grito de vivan
las cadenas, que tampoco está mal. Trapos sucios de una historia a la que se
dirigen mis pensamientos con una querencia sospechosa cada vez que me pongo a cavilar.
¿Deformación profesional o imperativos de una edad para la que el futuro ya no
es más que el abismo? Igual da. El caso es que no pocas veces encontramos en
ella las claves del presente, y si no, legítimo consuelo.
En esta ocasión la he recorrido (a
la historia) en busca de los momentos en que la izquierda ejerció el poder y he
confirmado, una vez más, que España siempre fue gobernada por la derecha salvo
momentos fugaces y contados, condicionados siempre por accidente o causa
excepcional.
Cien años atrás reinaba el
abuelo del actual monarca con ministerios siempre de derechas, alternando con
otros de derechas, y si no, con más de derechas. No desvarío, es que lo que no
era de derechas, conservadores, liberales, moderados o ultras, quedaban, no ya
fuera del gobierno, sino fuera del sistema. Precisamente la presión sobre el
sistema se hizo tan fuerte que para salvarlo se recurrió a la dictadura
(1923/30) populista y protofascista de Primo de Rivera. No fue una solución
sino un fracaso que arruinó el régimen de la constitución moderada (denominación
histórica de la derecha conservadora) de
1876 y de la monarquía.
En 1931 se abre el ciclo
republicano con gobiernos de izquierda burguesa, resultado de la reacción
frente a la deriva escandalosamente antidemocrática de la monarquía y por la
conmoción de su desplome. Pese a su
moderación (de la izquierda) y a la magnitud de la catástrofe que la había
llevado al poder sólo lo mantuvieron dos años escasos. Cuando lo recuperó en
1936, en una situación prerrevolucionaria, aún los socialistas sólo se asomaban
al poder en algún ministerio y fue preciso que estallara la guerra para que
alcanzaran la presidencia del gobierno (Largo Caballero).
Del 36/39 al 75 la derecha en su
advocación fascista señoreó el país gracias a la limpieza y pulido que le
sirvieron en bandeja sus dos históricos instrumentos, el ejército y la Iglesia, con la
colaboración impagable de otros ardorosos voluntarios, por ejemplo, la judicatura.
Como el dictador fue longevo, a
su muerte, algunos avisados colaboradores del nefasto régimen ya tenían en
mente, y quizás en borrador, la transición hacia un sistema que por lo menos no
les sonrojase cada vez que pasaran la frontera. La poca izquierda que había
sobrevivido, más la que se había gestado en los últimos años fue incapaz de
convencer a los súbditos/ciudadanos de las bondades de la ruptura y se vio
forzada a acomodar el paso al de los franquistas reconvertidos: es la transición,
tan celebrada, y el santificado consenso.
Hubo que esperar al
desmoronamiento de la UCD y a que los nostálgicos herederos de aquellos que
gritaban casi dos siglos atras vivan las cadenas,
protagonizaran el chusco (que pudo ser trágico) espectáculo de Tejero, Armada,
Milán y cía. para que el PSOE alcanzara el poder (1982). Lo insólito es que lo
pudiera mantener durante casi catorce años. ¿Podría ser por su gestión moderada
y por el inveterado respeto de nuestra ciudadanía a quien detente el poder? La
segunda vez en este ciclo se produjo sorpresivamente tras el trágico atentado
islamista de Madrid y la escandalosa gestión que de él hiciera el gobierno
Aznar en los días finales de la campaña electoral.
Golpes, atentados catastróficos,
desmoronamiento del adversario, siempre situaciones excepcionales. Sin duda, será
por eso que la derecha no ve la normalidad más que cuando ellos gobiernan, que lo que hay que hacer coincide punto por
punto con lo que ellos hacen y que esto no es sino lo que Dios manda.
Por otra parte, quizá también
tenga algo de verdad aquello de que la izquierda se corrompe con el poder (al
fin y a la postre izquierda implica cambio y el ejercicio del poder invita a
actitudes conservadoras), lo que no tiene que suponer que deba conformarse con
la oposición, sino que tienen que estudiar nuevas maneras de ejercerlo.
Estudiar no quiere decir inventar, puede que ya estén escritas desde hace
tiempo y sólo sea necesario releer y actualizar.
4 comentarios:
Excelente repaso histórico sobre una inexistente "alternancia" política...
Un cordial saludo
Mark de Zabaleta
Leído. Salud(os).
Nunca me ha llamado la atención la historia. Solo ahora empieza a interesarme. ¿Cosas de la edad?
Muchas gracias por tu repaso histórico.
Un saludo
Es desalentador y desesperante que "esto" sea lo normal, profesor. Salud... ¡tenemos que ver otro cambio!
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