14 may 2012

Mercado y democracia

Proudhon
            “La voz de Iñaki” preguntaba en El País de hoy si sabíamos por qué no ha sido procesado ninguno de los responsables de los desaguisados económicos que padecemos, y contestaba él mismo a renglón seguido: «porque no han actuado saltándose las reglas sino cumpliéndolas». En medio de tantas lamentaciones, indignaciones y vestiduras rasgadas por presuntos robos, traiciones y culposas ambiciones, esta es la verdad que se impone: las reglas del sistema no fueron violadas.

El filósofo y político revolucionario francés Proudhon se preguntaba en un libro publicado en 1840 “¿Qué es la propiedad?” y se contestaba con la celebérrima frase “La propiedad es un robo”. En aquellos tiempos los pensadores con sensibilidad social habían detectado que el capitalismo, todavía inmaduro, ingenuo pero brutal era la causa de los males que padecía el pueblo y su espina dorsal no era otra cosa que la propiedad (propiedad privada de los medios de producción, puntualizaría más adelante Marx). Así pues el sistema, según ellos, se basaba en una expropiación convertida en legal al transformarse en leyes los métodos con que funcionaba. Esa es la operación que hicieron los gobiernos liberales que entonces regían el mundo civilizado, y lo hicieron bajo el manto y el convencimiento de que actuaban en beneficio de la modernidad y el progreso.

El mundo ha dado muchas vueltas desde entonces y el capitalismo ha sufrido transformaciones importantes que, entre otras cosas, le han permitido subsistir y triunfar sobre experimentos socialistas (comunistas) que todos conocemos. También ha sofisticado sus procedimientos y ya no muestra su cara adusta y brutal nada más que en la periferia del sistema y cuando se ve sometido a las convulsiones de las crisis, que de ningún modo ha podido erradicar porque forman parte su peculiar fisiología.

Durante el siglo XX el capitalismo atlántico se justificó presentándose como el único sustento de la democracia y los derechos. Primero derrotando manu militari a los capitalismos totalitarios que lideraba el Eje; después, aniquilando en el mercado (manu mercatori) a los socialismos autoritarios de tras el Telón. Revestido de legitimidad ética, impulsado por el viento de la historia y dueño de la legalidad vigente nada le impide ahora desprenderse de las molestas vestiduras que le impusiera la alianza con los socialismos moderados y pactistas en coyunturas más difíciles; aquellos aditamentos que le dieron el aspecto más democrático, pero que trabaron sus movimientos instintivos. En esas estamos.

La cuestión no es si alguien se saltó las reglas, que ya sabemos quién las marcó, sino si al final prevalecerá el mercado o la democracia. Y lo cierto es que, criaturas del sistema, las dos nos fascinan, pero quizá la convivencia de ambas en plenitud sea un sueño imposible.

2 comentarios:

Azpeitia poeta y escritor dijo...

Verdades como puños, que nos golpean la cara...enhorabuena por tu aportación a este mundo de la red que crece y se hace importante...un abrazo desde azpeitia

Juliana Luisa dijo...

Excelente.

Creo que habría que cambiar el mercado en favor de la democracia que, me gustaría, democracia participativa, no parlamentaria.

Un saludo