El conflicto palestino me ha acompañado durante toda la vida. Ningún
otro ha tenido tan larga permanencia (mucho más de dos generaciones) ni tiene
tan pocos visos de solución; ningún otro tan absurdo, dado el bando que está siendo apoyado(1),
sin desmayo ni vacilación, por las “fuerzas del bien” (USA y sus aliados), en
una operación de genocidio solo comparable con la que los propios judíos han sufrido
históricamente.
El muro. Palestina/Israel |
A principios del siglo veinte
Palestina formaba parte de la provincia de Siria que a su vez se integraba en
el Imperio turco. Por aquel entonces no había allí más judíos que en cualquier
otro lugar del Oriente Medio. En 1909 un pequeño grupo de jóvenes hebreos se instaló en Hedera(2) donde creó una
especie de comuna (kibutz). En lo sucesivo muchos más harían lo mismo movidos
por el sionismo y financiados por sus
organizaciones internacionales que compraban tierras a los terratenientes de la
zona. En 1918, desmembrado el Imperio turco, Palestina pasó a ser un mandato
británico. La acción sionista en la colonización del territorio continuó,
completada ahora con demandas políticas y acciones violentas encaminadas a
aplastar el recelo que apuntaba ya. Durante la SGM(3) y en los años posteriores la inmigración se convirtió en avalancha. En
1948 los británicos abandonaron la colonia después de que una resolución de la ONU
creara el Estado de Israel dividiendo el territorio en dos partes equivalentes
entre judíos y palestinos, sólo que estos quedaron desunidos, en parte integrados en estados vecinos (Gaza
en Egipto, etc.), sin una administración propia, inermes y desconcertados. Desde
entonces cualquier contestación árabe ha producido una violenta reacción de
Israel que alegando la defensa de su
territorio lo ha ampliado en sucesivas ocasiones(4) mediante la guerra o diversas actuaciones
gansteriles hasta dejar reducida la zona palestina a Cisjordania y Gaza, ésta
última convertida en una ratonera y la primera sembrada de colonias judías, que
se multiplican incesantemente, y fragmentada por muros “defensivos”, que levanta
sin pudor el Estado en una descarada operación de apartheid. Los palestinos que quedan en territorio israelí, como
ciudadanos de segunda en un Estado que se proclama judío, están condenados a la
marginación o a la emigración.
Un blog amigo, Descontexto(5),
nos ha ofrecido hace unos días un magnífico artículo de E. Herman que se
publico en Z Magazine, en 2006, pero
que desgraciadamente sigue estando de plena actualidad. Os ofrezco las Conclusiones
y os invito a que lo leáis entero usando el enlace anterior. Después de él nada
tengo que agregar, sólo advertiros que los demás enlaces que aparecen en esta
entrada se corresponden con otras tantas entradas mías sobre diversos aspectos
de este penoso asunto
«Palestina es
una región crítica por excelencia que carece de derechos, en la que su
población -literalmente indefensa- ha sido engañada, humillada, reducida a la
mendicidad, y expulsada por la fuerza, de forma metódica, para beneficiar a los
colonos protegidos por una colosal maquinaria militar, una y otra vez, armada y
defendida por Estados Unidos, con el apoyo y aval tácitos, incluso públicos,
del resto del “mundo libre”. Sin embargo, la gran pregunta para el denominado
“mundo libre” a partir de ahora es: ¿sabrá Hamás contenerse y aceptar la
limpieza étnica (siempre en marcha) o amenazará con resistir todavía y seguirá
con sus operaciones convenientemente tildadas de “terroristas”? Ante esta
pregunta crucial, el poder y el racismo han neutralizado literalmente “los
principios morales” de los occidentales.
Si esta cuestión resulta crucial, lo es en especial porque varios millones de
palestinos, desposeídos completamente, se encuentran inmersos en una espiral
trágica frente a la cual la comunidad internacional y Estados Unidos no tienen
otra cosa que hacer que decir “se acabó”, suspender su ayuda y amenazar con
sanciones para que se pare en seco. Pero para el “mundo libre”, la causa del
conflicto no es la ocupación ni la limpieza étnica, sino la resistencia a esos
abusos. Abyecta y estúpida, esta perspectiva no es sino una pobre
racionalización del apoyo racista y oportunista a un proyecto de limpieza
étnica.
La situación de Palestina, además, resulta crucial para centenares de millones
de árabes en el mundo y para miles de millones de otros habitantes del planeta,
que ven en el comportamiento de los occidentales hacia Palestina el reflejo de
la actitud racista y colonialista que mantienen respecto a los árabes, a los
musulmanes y, en general, hacia el conjunto de pueblos del Tercer Mundo. Es un
terreno prodigiosamente abonado para el terrorismo anti-occidental pero, lo que
es más fundamental, para la profunda cólera, para el odio y para el desafío
hacia los occidentales y hacia lo que los mueve. Un cáncer que no augura nada
bueno para la humanidad del porvenir.»
*
(Por razones técnicas que no entiendo no aparecen en el
texto después de publicarlo los links que he marcado. Las direcciones son las
siguientes:
1 comentario:
Según he creído entender de mis lecturas y audiciones de prensa, el "conflicto eterno" lo es porque no tiene solución, es decir, no solo porque viene de muy antiguo, sino sobre todo porque la paz y el entendimiento se sitúan a una distancia infinita respecto al presente. Y todo, debido a que los palestinos y quienes les apoyan exigen una vuelta atrás, seguramente a los tiempos en que Israel no existía; y los israelíes, mirando también a su espalda, pretenden que la situación retroceda a los tiempos casi bíblicos. Todos saben que semejantes pretensiones son imposibles de alcanzar, incluidos los contendientes, por lo que es legítimo concluir que ambos esperan eliminar del planeta al adversario o mantener una guerra "eterna" (que quizás beneficie a terceros). Al margen de esta reflexión, advierto que las posturas de los analistas (que deberían ser algo más objetivas y distantes) están muy identificadas, demasiado, con uno u otro bando, de los que son casi prolongación. Me preocupa que, así, no haya hueco ni para entender el problema ni, mucho menos, para una posible mediación (de la que ha habido intentos). Salud(os).
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