Se ha consumado el cierre de la radiotelevisión autonómica
valenciana. El proceso, seguido paso a paso por la prensa, la radio y la
televisión como si se tratara de algo trascendental para toda España (viva el
corporativismo) es un símbolo de lo que a nivel de toda nuestra sociedad ocurre
en lo que se refiere a la responsabilidad.
Parece como si tal valor sólo fuera exigible a los que
detentan algún poder. Como si los ciudadanos de a pie, como suele decirse,
estuvieran exentos de esa carga, como si el pueblo llano fuera por definición sustancialmente
inocente, en la más amplia acepción de la palabra, y cualquier exigencia de deberes en su
trabajo o en el ejercicio de su ciudadanía estuviera fuera de lugar, como si las
obligaciones morales que se derivan del libre arbitrio de cada cual no fueran
exigibles a cada uno de nosotros con independencia del lugar que ocupemos en la
sociedad.