Checkpoint Charlie. 1961 |
La historia la escriben los vencedores, después a los
historiadores les lleva siglos reescribirla deshaciendo entuertos y no siempre lo logran
satisfactoriamente.
El gran conflicto del siglo XX, después de las dos
confrontaciones militares de la primera mitad, fue la Guerra Fría. Se trató de
un conflicto radical entre dos modelos sociales, que simplificando, podemos
decir que primaban, uno la libertad, el otro la igualdad. El resultado, la
victoria del capitalismo, que se materializó en 1991 con la implosión de la
URSS, tuvo su precedente simbólico unos años antes (1989) con la caída del muro
de Berlín (ni que decir tiene que para los alemanes fue algo más que simbólico).
Ese suceso lo conmemoramos estos días 25 años después.
La historia de estos acontecimientos la escribieron, todavía
le están dando algunos retoques, los vencedores, como no; los vencidos perdieron
la pluma, el papel y hasta las ganas de escribir.
La guerra caliente de la primera mitad del siglo se produjo
en el seno del capitalismo, resultado de sus propias contradicciones y acabó
liquidando la solución totalitaria, tentación aberrante, enfermiza, del
liberalismo capitalista nacida frente a la amenaza de revolución socialista.
Después del 18 y, sobre todo, del 45, quedaba claro que el capitalismo optaba definitivamente
por el modelo liberal democrático. La alianza militar con la URSS fue meramente
táctica y una vez terminada la guerra devino en confrontación, como no podía
ser de otro modo.
¿Por qué el muro? En Yalta los
vencedores (USA, UK, URSS) pactaron el futuro de Alemania. Para nada se habló
de la división en dos que luego resultó, sino de la neutralización del país y
del reparto provisional en 4 zonas de ocupación militar. Poco después sin
consultar con la URSS, americanos y británicos acordaron la unión de sus
territorios y el lanzamiento de la RFA (República Federal de Alemania) proyecto
al que se unió Francia, arrastrada una vez más por los hechos consumados. La
respuesta en el Este fue el nacimiento de la RDA (República Democrática de
Alemania). El modelo de cuádruple reparto se había replicado en Berlín, la
capital, a pesar de que quedaba en la zona de ocupación soviética y había sido tomada
militarmente por ellos. Las fronteras discurrían por las calles de la ciudad y
en los chek points (puntos de control)
tanques occidentales y soviéticos bloqueaban la vía, situados unos frente a
otros. Con el nacimiento de las dos alemanias la situación se consolidaba y la construcción
de algún tipo de frontera material era inevitable. El muro fue la consecuencia
lógica.
Se ha dicho que la construcción del muro se hizo para
impedir la salida de los berlineses orientales que preferían con mucho las
zonas de ocupación americana o británica, otra cosa era la francesa. Es cierto,
los testimonios que nos han quedado son irrefutables. No había alemán que no
sintiera pánico ante la ocupación rusa por dos razones al menos: 1) el carácter
de revancha que esperaban de ella, en vista de que Rusia había sido traicionada
(pacto de no agresión Ribbentrop/Molotov),
invadida sin previo aviso y masacrada hasta producirle ¡diez millones de
muertos! y un nivel de destrucción nunca visto; 2) el nazismo que la nación
alemana había asumido ‘por aclamación’ había nacido como barrera contra el
comunismo al que había demonizado y combatido brutalmente en su territorio y
fuera de él. Ningún alemán esperaba nada bueno de los rusos. Por razones
parecidas, aunque de menor entidad, tampoco les atraía la zona francesa.
Así pues, aunque las manos que levantaron el muro eran
germano orientales o soviéticas, éste no era más que la materialización de un “telón de acero” que
otros habían dejado caer, como demuestra el hecho de que esa expresión en alemán (Eiserner Vorhang) fuera
acuñada por Goebbels
cuando la guerra agonizaba y popularizada en inglés (Iron Curtain) por Churchill después de
la victoria.
La caída del muro fue recibida con júbilo en occidente
porque suponía la victoria del capitalismo y en Alemania porque traía la
reunificación, pero la otra cara es que certificó el fracaso del comunismo. Con
ello se había demostrado que el ‘socialismo
de un solo país’ era una quimera: las fuerzas productivas que era capaz de
movilizar una sociedad igualitaria no podían competir con las que levantaba una
sociedad basada en la competencia.
Podemos inferir de ahí que la revolución será global o no será.
Es lo que el muro nos enseñó.
1 comentario:
Muy bien explicado.
Gracias
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