16 may 2011

Palabras como armas

Ahora llamamos mercados a lo que siempre conocimos como capitalismo o capital. Hemos caído en la trampa todos, incluso los que vocean a los incautos para que no pisen sin mirar, por si los cepos. Mercado es una palabra técnica, política o ideológicamente aséptica; nadie, en su sano juicio y mínimamente informado, se puede situar frente a él, sería algo así como rechazar la gravedad. Capitalismo, en cambio, denota ideología; es un vocablo que delata con su simple enunciado la posibilidad de una alternativa. ¡Qué peligro el del lenguaje! Aquí nos tienes, a los presuntos rojeras, los denostados progres, aprendiendo, asimilando y usando la lengua del enemigo. Luego, cuando uno se pone a elucubrar, a poner argumentos en el oído o ante la vista de nuestros interlocutores, empezamos a hacernos un lío con términos que han cambiado de significado, conceptos para los que no encontramos la palabra que los vista con precisión porque las que usamos tiempo atrás fueron desechadas como ropa pasada de moda, y acabamos por confundir el continente y el contenido, la forma y la sustancia.

El médico debe separar los síntomas de la enfermedad, pero cuando se pone a tratarla combate también a los primeros, a veces tiene que conformarse sólo con eso. Las, o los, feministas saben muy bien que por cambiar el género de algunas palabras no se consigue la igualdad, pero obligarse a modificarlas transforma actitudes y puntos de vista, prepara las mentes para asumir otros cambios más profundos y necesarios. Las palabras hacen a veces de caballo de Troya obligándonos, al hacerlas nuestras, a derribar estructuras que impedían su paso y por donde se colarán sin problemas los invasores. La expresión los mercados es un caballo de Troya del liberalismo al uso.

La división del trabajo genera el mercado. En una sociedad tan evolucionada y compleja como la nuestra el mercado es inevitable y necesario, pero las formas que ha adoptado a lo largo de la historia son muchas, y, sin duda, su evolución no ha terminado. Una de ellas es el mercado liberal (más abstracción que realidad), que tiende a imponerse como regulador universal de la economía y, por extensión, de la vida social, para lo que precisa de toda la libertad. Éste es el mercado capitalista liberal, el que se nos muestra como mercado por antonomasia, como el mercado.

Se trata de una trampa semántica: a costa de hablar de los mercados, en lugar de los mercados capitalistas o el capitalismo, se nos antoja la situación ajena a cualquier modelo ideológico y acabamos por aceptarla como ineludible. El primer paso lo hemos dado ya al convertirse la expresión en algo de uso corriente entre los que hablamos y escribimos sobre la cuestión, sin distinción ideológica. Mea culpa.

2 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

Las acepciones utilizadas influyen sensiblemente en la opinión pública...

saludos

Mark de Zabaleta

emilio dijo...

Hola Arco: Aunque estoy en buena parte de acuerdo con tu planteamiento y con tus argumentos, yo -hasta ahora- había pensado que con el término mercados pasaba algo parecido a "globalización":
¿Es sinónimo imperialismo de globalización o es un mero antecedente?
Pues lo mismo me pasa con "mercados":
¿no se podría hablar de capitalismo, neocapitalismo y de mercados?
Un abrazo: emilio