Moctezuma II, Cortés y La Malinche |
No se resolverá la duda creada,
por el momento, pero sí que atraerá el foco de la investigación durante mucho
tiempo. Llama la atención que sea de nuevo un investigador extranjero el que
husmea en el pasado de los españoles para poner en solfa lugares comunes que no
han sido removidos por la historiografía nacional durante siglos. A pesar de
que nuestra nómina de historiadores es amplia y de calidad hay que reconocer
que probablemente ningún otro gran país de nuestro continente se ha beneficiado
tanto del interés de investigadores foráneos (hispanistas), hasta el punto de
que es difícil encontrar un aspecto de nuestra historia en que no haya sido
decisiva la intervención de alguno o algunos de ellos. No es cuestión de
lamentarse, pero sí de preguntarse si acaso la investigación propia, como en
otras ramas del saber, es o no deficitaria.
La aportación de Duverger no se
limita a la autoría de la Verdadera
Historia…, sino que introduce nuevos parámetros para valorar la figura del
conquistador, personaje relevante en el XVI español y absolutamente decisivo
para el devenir de México y, en general, de América desde esas tempranas
fechas.
El comportamiento brutalmente
depredador de los primeros castellanos asentados en el Caribe, sin otro
pensamiento en la cabeza que un rápido enriquecimiento (la preocupación
cristianizadora o la de dar nuevas tierras a la Corona eran, obviamente, pretextos
para acallar conciencias y obtener beneplácitos), produjo un velocísimo
despoblamiento de la región; dicho de manera más cruda pero más exacta, el
genocidio irreversible de la población caribeña. Ninguno de aquellos primeros
europeos sobre el Nuevo Mundo supo elevarse sobre tan mezquinos objetivos;
ninguno construyó en su mente un proyecto ética o políticamente digno, salvo
algún eclesiástico y, quizás, si hemos de seguir a Duverger, Hernán Cortés.
Ciertamente los castellanos se
vieron pronto afectados por la disminución de la población, de la que eran
únicos responsables. Todos acudieron al Nuevo Mundo dispuestos a afrontar los “trabajos”
(esfuerzos, sacrificios) necesarios que les proporcionaran fama y fortuna; pero,
ninguno tenía la intención de conseguirlo trabajando (en el moderno sentido del
término), que era actividad vil, impropia de la nobleza de vida a la que
aspiraban. Así pues, necesitaban a la población indígena, que ellos mismos
diezmaban, como mano de obra imprescindible. Es el principal motivo que permitió
a partir de entonces la conservación de la población en el continente (allí donde
ya era tarde comenzó la importación de esclavos africanos).
Algunos trascendieron esa concepción utilitarista. Hernán
Cortés, según deduce Duverger (incluso de su vida familiar) concibió la idea de
una nación mestiza en su México recién conquistado, enfrentando incluso los
intereses de la corona, con la que, por otra parte, mantuvo más conflictos que
entendimiento.
Merece la pena la revisión de la
figura de este conquistador singular y contradictorio, tanto para la historia
de España, necesitada de un alivio por el genocidio americano, como para la de
México, tan inclinado hoy al indigenismo y el mestizaje como esencia nacional.
1 comentario:
Interesante revisión histórica...
Saludos
Mark de Zabaleta
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