Desde que se consolidaron las estructuras de los estados
territoriales o nacionales que definen el paisaje político actual, cualquier
análisis, político, cultural, social, histórico, económico, se hace siempre con referencia al
estado. Incluso en aquellos textos de historia que incorporan a su título el
calificativo de universal o general la narración no puede evitar la referencia
constante a los estados, cuando no estructuran su contenido en función de
ellos.
Históricamente el marco estatal supuso un avance
considerable al superar las relaciones personales de fidelidad, vasallo/señor,
y la patrimonialización de lo común en manos de las dinastías reinantes.
Conforme se iban consolidando las nuevas estructuras se debilitaban las viejas
y las clases que se disputaban la hegemonía social pugnaron por apropiárselo en
su beneficio. En el XIX era evidente que la disputa se había resuelto a favor
de la burguesía que practicaba credos de economía de mercado, según permitían
las circunstancias.