20 dic 2013

Ir de culo

Ninguna especie animal anda para atrás. Se dice que lo hacen los cangrejos pero no es cierto, como mucho caminan de lado. En el mar es diferente, uno no sabe nunca si lo hacen los calamares, por ejemplo, y no digamos las estrellas o los erizos. Pero el ámbito marino no es el nuestro, aquí, en tierra seca, usamos las patitas, sean dos, cuatro, seis, ocho o cien para encarar la marcha siempre hacia adelante. Sin embargo, en lo que se refiere al progreso, que es un caminar por la historia, en lugar de por la geografía, las cosas son diferentes. El resultado final, la tendencia general, parece haber sido la progresión hacia el frente; pero cuando entramos en el detalle se nos revelan tiempos en los que lo hicimos de lado o incluso reculamos. Precisamente estamos en uno de ellos. Me refiero, como es natural, a los españoles, que dentro de la especie humana constituimos un fenotipo peculiar.
Veamos. El ministro Wert se ha pasado por el arco del triunfo la enseñanza personalizada, la igualdad de sexos, la evaluación continua y demás logros de la educación reglada en nuestro país en las últimas décadas, concretamente desde los últimos años del franquismo. Con el mayor descaro y sin que se le mueva un pelo (ya quisiera él) nos ha retrotraído a la separación de sexos y las revalidas, a la enseñanza concebida como carrera de obstáculos.
La ministra Fátima (¿Por qué no se llamará Rocío?) ha ido dejando entre el polvo del camino que va a la ermita la negociación colectiva, el trabajo fijo (mito de un pasado legendario) y la fortaleza sindical. Pero en este caso no se puede decir que haya vuelto al franquismo, se lo ha saltado.
Gallardón ha hecho buena la ocurrencia de su padre, franquista de pro, que en cierta ocasión dijo: “los que me tachan de derechista es que no conocen a mi hijo”. Para que nos vayamos enterando ha hecho tabla rasa de la reforma del aborto de Zapatero, ya que no podía borrar de la historia a Zapatero mismo con sus gobiernos, sueño secreto del PP. Por otra parte, ha decidido que nos rasquemos el bolsillo si queremos pleitear por nuestros derechos. Pero aún se esperan de él otros grandes saltos hacia atrás.
El ministro del interior, de cuyo nombre no quiero acordarme, acaba de dejar en mantillas aquella ley Corcuera apodada “de la patada en la puerta”, y se dispone a “modernizar” las fuerzas de seguridad comprando cañones de agua para atemperar el calor de las protestas, los mismos que se arrumbaron cuando “los grises” dejaron de serlo a poco de morir el innombrable.
El gobierno no se acaba aquí pero, si lo dejamos para no caer en la melancolía, nos esperan los catalanes con su derecho a decidir que amenaza con llevarnos en un suspiro a 1714, eso si nos portamos bien porque de lo contrario iríamos a las vísperas del “tanto monta”.
Una desgracia para los que tenemos los dedos de los pies en la misma dirección que la nariz y la nuca y la espalda sin accidentes dignos de mención. Una tragedia para los que entendemos la vida como progreso y el vintage como una moda, no como programa de gobierno. Iba a decir, por acabar con algo positivo, que está en nuestra mano corregir el desaguisado usando del voto, pero a este paso pudiera ser que cuando llegue la hora tengamos que elegir entre Espartero y Narváez o entre Prim y Cánovas.

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

De culo, cuesta abajo y sin frenos...

Felices Fiestas
Mark de Zabaleta