Hace
unos cinco años y muchas decenas de posts calificaba yo, en este mismo blog, de entre freaky y casposo el espectáculo que daba el
ayuntamiento de Morón de la frontera declarando alcaldesa de la ciudad a la
virgen denominada María Auxiliadora. Hoy me tropiezo con la noticia de que la
corporación municipal de la Línea ha nombrado alcaldesa perpetua de la ciudad a
la Inmaculada Concepción. Precisamente de ella lleva la ciudad el apellido desde el S. XIX
para corregir el nombre originario de Línea de Gibraltar (en principio no era
más que eso, una línea fortificada
frente al enclave británico) y porque por esas fechas se consumaba el invento
vaticano de la Inmaculada. Aquellos eran otros tiempos. En la ocasión que nos
ocupa hoy el consistorio linense está gobernado por una mayoría socialista, que
se ha cubierto de gloria, nunca mejor dicho.
En aquella ocasión utilizaba yo el suceso para reflexionar
sobre el laicismo como componente esencial de la democracia y la obligación de
los que pilotan el Estado, en cualquier nivel, de caminar en esa dirección. Obviamente
la alcaldesa y los concejales socialistas (¿?) de la Línea no me leyeron, lo
que no les reprocho, pero parece que tampoco echaron una ojeada a los textos programáticos de su partido, ni
siquiera a los documentos de su última conferencia política. Seamos consecuentes,
podría ser que en realidad leyeran bastante poco. Las cosas les deben llegar de
oídas y con el vocerío creciente que procede de la caverna y de los púlpitos
cualquiera se lía ¡Pobrecitos!
En los tiempos en que los abueletes de hoy estábamos enredados
en aquella tontería (según recientes descubrimientos) que se llamó la
transición, una revista emblemática de la época, Triunfo, publicaba una sección
llamada “Celtiberia Show”, en la que Carandell, su creador, recogía sucesos y
documentos de la España eterna y profunda del tono del que nos ocupa hoy.
Publicar y leer, compartir aquel carnaval era una especie de exorcismo con el
que esperábamos librarnos de las cadenas mentales recibidas en herencia
histórica y colectiva. Juro que por un momento creímos conseguirlo. Era un
espejismo.
La permanente sensación de déjà vu que padecemos los que
tenemos una edad respetable se debe a que el siglo se atascó, incluso puede que
en algún momento gire hacia atrás. Una curiosa pero deprimente vivencia que
nunca pensamos experimentar.
Los nietos han escarbado en el jardín y juegan entre
alucinados y encantados con los fantasmas que creíamos haber enterrado para
siempre. ¡Porca miseria!
1 comentario:
Un artículo magistral !
Feliz Navidad.
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