13 sept 2014

La discordia nacionalista

La solución territorial autonómica no fue una ocurrencia de los legisladores del 78. La II República (1931) ideó un estatuto de autonomía para Cataluña en un intento de neutralizar el impulso soberanista que había llevado a la proclamación del Estado catalán por parte de políticos municipales de Esquerra, aprovechando el vacío momentáneo por la caída de la monarquía. La posibilidad de otorgar otros tantos a aquellos territorios que lo reclamaran, con ciertas condiciones, era obligado en justicia para que no se entendiera el primero como mero privilegio, obtenido en un tours de force oportunista del catalanismo.


En la Transición se impuso el modelo porque la derecha no tenía otro, porque era una posición intermedia entre el centralismo secular, en el que había militado el franquismo, y la descentralización federal, y porque parecía portar una flexibilidad que permitiría adaptarlo a las circunstancias del futuro, cualesquiera que fuesen. Sin embargo, ni los españoles lo entendieron en su mayoría, ni los políticos lo respetaron −en seguida se apercibieron de que era un filón como instrumento para obtener ventajas a corto plazo−.

La redacción del Título VIII que desarrolla los caminos hacia la autonomía resultó embarullada y compleja por las reticencias de unos, las presiones de otros y la falta de fe de la mayoría. La contradicción entre la necesidad de satisfacer los hechos diferenciales de catalanes y vascos, fundamentalmente, y la exigencia de generalización, por respeto a la igualdad, condujo al diseño de dos niveles autonómicos: cuestión fundamental, que, lamentable e irresponsablemente, fue arrojada a la papelera a las primeras de cambio.

Si ciertos políticos no hubieran decidido explotar las diferencias de nivel como agravios intolerables y la mayoría de los españoles hubieran comprendido el sentimiento nacionalista de los territorios en cuestión y hubieran desarrollado un mínimo de empatía con las diferencias reales –lenguas−, otro gallo nos cantaría. Al no ser así, todo estaba perdido. El sistema devino inservible hace mucho tiempo, aunque haya seguido funcionando por inercia. Pero, quede claro, no fracasó por sus deficiencias, siempre mejorables, sino por nuestros pecados, percibidos como virtudes, para colmo.

Siento pena por el fracaso y amargura por las consecuencias, amén de un profundo escepticismo por eso que se ha llamado tercera vía: el federalismo. ¿Acaso no es una forma de blindar el castizo y estúpido ‘para todos café’, que hizo furor en el proceso anterior, con un sistema homologado y de prestigio? ¿Alguien ha pensado que los nacionalistas hablan en términos de nación y que La Rioja, Murcia, Extremadura, etc. no les parecen tales sino España, Cataluña, Euskalerría?

No creo en las naciones. No me trago el rollo nacionalista. Desprecio el uso perverso que hacen de la historia y el tufo a tribu que desprenden. Pero lo mismo que aunque no soy creyente no me siento legitimado para reprimir los sentimientos religiosos de los demás, tampoco soy tan estúpido y tan tirano como para ignorar la existencia del sentimiento nacional y su derecho a vivir de acuerdo con sus ideas y conciencias. Se impone convivir echando mano de la racionalidad, la templanza, la comprensión…, la educación. Lamentablemente nada de eso abunda por aquí.

Post scriptum.- No analizo el proyecto de no-solución del gobierno porque se me antoja que sólo tiene explicación si consideramos la intervención del Maligno, en el que, por cierto, empiezo a creer.

2 comentarios:

Eurotopia dijo...

Yo creo que los españoles no es que no lo entendieran, sino todo lo contrario lo demandaban… ¡amnistía, libertad y autonomía!…era el grito de lucha,… en València una manifestación de 800.000 valencianos pidiendo l’estatut, a escala, más importante que las manifestaciones de la independencia de Catalunya actuales, en Andalucía triunfó un referéndum por la autonomía ¡que si que se pudo hacer!... pero vino el golpe de estado y el café para todos… la gran barbaridad… Zapatero intento regenerar el sistema, pero ya estaba podrido, todos los partidos estaban en el Statu Quo,.. a ver si ahora con la independencia de Catalunya, ¡PODEMOS!

Mark de Zabaleta dijo...

Un gran artículo...ponderado y meditado !

Saludos