Todavía no se había acostado Rajoy, enzarzado en el análisis
de las elecciones en busca de algo con qué disimular la colleja recibida,
cuando un grupo de romeros en lucha a brazo partido con otros no menos
esforzados asaltaban en Almonte la reja de la ermita para sacar en procesión la
imagen de la Diosa Madre cristianizada que aquí llaman Rocío.
A mí me da vergüenza. Acribillar a un toro a lanzazos o
pasear un ídolo en olor de multitudes con fervor tan furioso me produce ese
sentimiento incomodísimo que llaman vergüenza ajena; sobre todo si compruebo en
el calendario que andamos por el ecuador de la segunda década del siglo XXI después
de Cristo, ahí es nada. También me pasa con Rajoy y sus acólitos, pero eso es
otro cantar. Cuando era niño solían decir los mayores de mi entorno «este niño
es muy vergonzoso». Será eso. El caso es que entre romerías, encierros, semanas
santas, ferias taurinas, elecciones, etc., un rubor se me va y otro se me
viene. Si, para colmo, en la jornada de
reflexión te meten por la tele el festival de Eurovisión, la cosa se
convierte en más que preocupante, entonces la motivación para la vergüenza te
viene de Azerbaidjan, Finlandia o Eslovaquia. La globalización de la vergüenza
ajena.
He pensado en emigrar a tierras vírgenes, bueno semi porque
vírgenes vírgenes es sabido que no hay. Por ejemplo, al otro lado del Círculo
Polar o a las selvas amazónicas, pero me han desanimado los que conocen las
aburridísimas costumbres de los inuit y el trato que dan a los bebés focas o la
feroz violencia de los yanomanis y la esquilmación de la fauna amazónica, solo
comparable a la de la flora por parte del capitalismo brasileiro (según parece el
idilio entre indígenas y medio ambiente no es encanto puro sino puro cuento).
Está decidido, me acerco a tierras de beduinos a mercar
algún trapo para tapar la cara, nikab, burka o algo así, no sé si hay modelos
masculinos pero me da igual. Alá es grande, fijaos como dotó a su pueblo de
medios con los que tapar las vergüenzas, que, de sobras conocía, iban a ser
incontables. ¡Qué bien sabía Él lo duro que sería hacer tanta tontería a cara
limpia! ¡Allahu akbar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario