No asusta la muerte sino cómo llega, y la que nos espera
después de las digestiones de los mantecados y de las elecciones 20D va a ser
lenta y cruel.
Es habitual que tras la noche del recuento todos los
partidos participantes se muestren satisfechos porque siempre hay un aspecto de
los resultados en el que encontrar consuelo y aún alardear ante el personal. En
esta ocasión por muchas vueltas que le demos todos han perdido.
PP y PSOE han extraviado millones de votos y sus líderes se
tambalean, aunque, como suele ser habitual entre nosotros, en lugar de
abandonar se defienden como gato panza arriba. Lo de la vergüenza torera ha
quedado definitivamente restringido al uso exclusivo de la tauromaquia.
Los emergentes han visto frustradas sus expectativas, que
según parece alguien malvado o un poco tonto las había colocado demasiado
arriba. Podemos, que es el que, con el cinismo que les caracteriza, más fiesta
ha hecho, se ha salvado por los nacionalistas que captó en la periferia (de Galicia
a Baleares), con los que al fin y a la postre va a resultar problemático bailar.
Cuando dejen de dar saltos y empiece la música veremos quién lleva a quién, si
Iglesias a Colau o viceversa. Por su parte Ciudadanos va a necesitar algún
tiempo para recuperarse: nunca un éxito supo tan amargo.
IU y UPyD quedaron en la cuneta probablemente inservibles
para siempre. Siniestro total.
Los nacionalistas del E, el NE, el N y el NO han encontrado
la horma de su zapato en Podemos, que, sorpresivamente y no sabemos si prestados,
robados, seducidos o hipnotizados se ha llevado un buen puñado de sus votos. Si
van a ser un lastre o un flotador para las aguas turbulentas que nos esperan
está por ver.
Ciertamente el bipartidismo imperfecto que caracterizó el
régimen de la transición ha sido superado (obsérvese que sin tocar la
constitución ni la ley electoral) y sustituido por una situación demasiado
compleja para nuestras habilidades históricas, de la que probablemente no
podamos salir sin que medie un buen susto. ¿Nos lo dará Cataluña? ¿Nos dejará perjudicados
para unas cuantas décadas? ¿Moriremos en el intento? ¿Lo superaremos?
La solución el año próximo.
1 comentario:
Ciertamente es una historia interminable...
Feliz 2016 !
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