En Memorias de África cuando la
baronesa von Blixen decide levantar una escuela para educar a los niños kikuyu,
cuyos padres trabajan en la plantación, el anciano jefe de tribu que tiene que
dar el consentimiento hace una muesca con su cuchillo en un pilar del aula para
indicar que sólo los niños que no alcancen esa altura podrán asistir a las
clases. Ante la sorpresa de Karem, la baronesa, Farah, su criado somalí, le
explica que el jefe tiene razón porque si se educaran niños mayores sabrían más
que él y podrían cuestionar su jefatura. Alta política, como la que se practica
en la dirección de cualquier partido. Lo que tiene de bueno estudiar a los
pueblos primitivos es que podemos vernos en ellos sin los tapujos de la civilización.
¿Cuántas veces nos hemos preguntado
por qué tantos políticos parecen tontos de capirote? La respuesta es simple:
porque lo son. Y entonces ¿Cómo han llegado ahí? Hay dos mecanismos que
contribuyen a encumbrar a los necios, majaderos o botarates. Uno, que el propio
sistema democrático selecciona a los mediocres al rechazar los extremos, los
tontos de baba y los demasiado listos: las masas se identifican, lógicamente,
con lo semejante y lo semejante a la masa sólo puede ser lo mediocre —en otro
post expliqué que, aun así, es con mucho el sistema preferible—. Éste es ya un
filtro que se combina y complementa con la selección inversa que practican
todos los partidos, segundo mecanismo.
La profesionalización y
burocratización crecientes en los partidos hace que aquellos que logran un puesto
orgánico o representativo sientan la necesidad de velar por su ‘carrera’
obstaculizando el acceso de aquellos otros que pueden ser serios competidores.
Dice Blanco Valdés: «los grupos dirigentes que controlan los partidos, cuyo
objetivo primordial consiste en mantener ese control durante el mayor período
de tiempo, han establecido un mecanismo de selección negativa o inversa de las élites partidistas por virtud del cual esos dirigentes, lejos de cooptar –o, en
su caso– de apoyar la elección o selección de los mejor preparados en términos
de capacidad política y profesional, optan justa y sorprendentemente por todo
lo contrario: por favorecer el nombramiento o la elección, tanto para los
puestos internos de partido como para los de representación y altos cargos
locales, regionales o estatales, de quienes presentan condiciones de
experiencia o formación que, si en algunas ocasiones resultan manifiestamente
mejorables, son en otras sencillamente inconcebibles en una sociedad en la que
se exige de forma general acreditar la correspondiente cualificación para
realizar cualquier tipo de trabajo.» No hacen falta muchas palabras más
para explicar por qué aquel mentecato se pavonea desde aquel puesto.
2 comentarios:
Excelente reflexión...
Magnífico, hace días que ando dando vueltas pa ver cómo expreso esto y me lo he encontrado aquí escrito con letras de oro. Te lo copio a mi Facebook.
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