Descubrí hace tiempo
que el cielo y el infierno no existen. Fue una deducción lógica después de
llegar a la conclusión de que no hay buenos y malos, que todo es una artimaña
para entretener y domesticar a los niños. El conflicto está en nuestro
interior, no afuera. Sé que hay muchísimos adultos que siguen creyendo en la
existencia de estas dos categorías humanas, pero todo tiene una explicación, o
varias: 1) la madurez no es una cosa que se alcanza necesariamente, hay niños
tan bien educados que jamás dejan de serlo; 2) después de emplearlas para atar
corto a los infantes es fácil descubrir lo útiles que resultan en nuestra vida
cotidiana para demonizar a los que nos molestan al tiempo que nos justificamos…
si ellos son los malos nosotros seremos los buenos; 3) simplificar la realidad
es siempre una necesidad dada nuestra cortedad intelectual para comprender el
mundo tal cual es.
Los que usan y abusan de la
dialéctica buenos/malos deberían tener cuidado porque sin esperarlo pueden
amanecer cualquier día clasificados en el lado que no querían. Creo
sinceramente que el señor Espinar
no es más malo de lo corriente, ni más bueno, pero le perdió el amor al riesgo,
que seguramente cultiva como tantos jóvenes. ¿Explica esto que se metiera de
hoz y coz en la condena de la especulación inmobiliaria, y más en la sangrante
de la vivienda protegida cuando él había iniciado su vida adulta con unos
dinerillos que procedían de eso que ahora maldice en otros? Seguramente no.
Puede ser que lo mismo que todos tenemos algo de buenos y algo de malos también
tengamos algo de listos y algo de tontos y en este caso saliera el lado tonto.
También está el darle a la lengua sin control, usarla sin que previamente se
haya formado una idea en el cerebro que requiera un discurso articulado que el
aparato fonador pueda emitir; o sea, el bla, bla, bla.
El asunto, aislado, es de poca monta
y no merecería la pena ocuparnos de él si no fuera porque el personaje es un
notable dirigente del Podemos fustigador de todos los vicios políticos que, al
parecer, nos han traído la Transición, los socialistas y PRISA. Lo que mejor
manejan estos chicos es la indignación, aunque se les note un punto o dos de
impostación sobrante; por eso ahora la vuelven contra los que se atreven a
ponerles en el punto de mira de la democrática indagación informativa, como si
ellos no fueran de este mundo, estuvieran llamados a manejarlo a su antojo o,
simplemente, fueran los buenos, por definición, y los otros los malos. El
proceso por el que se condena a la alteridad y se convierte al prójimo molesto
en ‘los otros’, colocándolo en el otro lado de la alternativa buenos/malos,
tiene ventajas indudables para quienes practican el conjuro y resultados
catastróficos para todos, lo que mostró sobradamente la historia: ‘los otros’
fueron los amerindios para hispanos o británicos en la ocupación del continente
americano; fueron ‘otros’ los esclavos, los judíos para los nazis, los
comunistas para los gobiernos burgueses, los burgueses para los gobiernos
comunistas… ¿La casta para el pueblo indignado? Se empieza privando al
otro de cualidades morales, se sigue arrebatándole derechos y se acaba
privándole de la condición humana y hasta, quizás, del derecho a vivir.
No nos pongamos dramáticos. Preferible
pecar otra vez de ingenuos y pensar que la culpa fue del chachachá, digo del
bla, bla, bla.
1 comentario:
Ciertamente no ha sabido predicar con el ejemplo...
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