El origen del problema palestino arranca del momento en que el gobierno británico acepta la tesis sionista de recuperar para los judíos la tierra prometida; este es el tema de la llamada declaración Balfour:
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Foreign Office,
2 de noviembre de 1917.
Estimado Lord Rothschild:
Tengo el placer de dirigirle, en nombre del Gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él.
«El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.»
Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.
Sinceramente suyo,
Arthur James Balfour.
¿Cuál era la situación en este momento? ¿Por qué esta carta? ¿Por qué la decisión del gobierno británico?
En noviembre de 1917, fecha de la carta, faltaba justo un año para que terminara la Gran Guerra con la capitulación alemana, y la derrota de Austria Hungría y de Turquía. Hacía sólo unos meses –desde abril– que EE.UU. había entrado en el conflicto. Alemania y Francia aspiraban a hacerse con las provincias turcas de Oriente Medio, entre ellas Palestina; de hecho existían contactos franco británicos para el reparto de toda la zona –en contra de las promesas a los árabes por intermedio del general Allemby y su subordinado “Lawrence de Arabia”.
En la primavera de 1917 "Londres informaba a los sionistas que su toma de posición en favor de un mandato británico en Palestina sería muy apreciada". Los contactos entre Balfour, secretario del Foreing Ofice, y destacados sionistas (Waizman, Rostchild) fueron intensos y numerosos, pero tardaron en cuajar por la dura oposición de otros judíos no sionistas (Montagut, también ministro británico) que veían más problemas que ventajas en el proyecto de Palestina. La actitud filobritánica de la mayoría, o lo más destacado, del movimiento sionista indujo la respuesta del gobierno de Lloyd George, otorgando la declaración Balfour –con algún párrafo (no se hará nada… que pueda perjudicar…) debido a la oposición Montagut.
Pero ¿qué esperaba sacar Gran Bretaña de este compromiso exactamente? Dos cuestiones fundamentalmente: 1) de modo inmediato se trataba de "conseguir el apoyo del pueblo judío, de otras naciones en lucha y de países neutrales, como Estados Unidos, a la causa aliada durante la I Guerra Mundial "–cuestión que no dejaría de tener importancia en la deriva antisemita de la Alemania de posguerra–; 2) como objetivo a largo plazo se trataba de la importancia estratégica de Palestina en las rutas marítimas y terrestres hacia la India, vital para Gran Bretaña, y su posible utilización como terminal de los oleoductos procedentes de los campos petrolíferos de Oriente Próximo, que en esta fecha ya apuntaban su inmenso valor futuro.
El 24 de julio de 1922 la Sociedad de Naciones (precedente de la ONU) incluyó la declaración en el mandato por el que se establecían las condiciones con las que se confiaba al Reino Unido la administración temporal de este territorio en nombre de árabes y judíos. En esa fecha la población del territorio era multiétnica, con mayoría absoluta árabe; los judíos, cuya número había aumentado considerablemente desde finales del s. XIX por la inmigración desde comunidades de Europa oriental, era del 11%. Desde entonces esta proporción no hizo más que cambiar a favor de los judíos, por un doble proceso de adquisición de tierras, de las que se expulsaba a sus cultivadores palestinos, y el asentamiento de colonos judíos. La revuelta árabe de 1936 no logró detener el proceso. En 1948 se declaró la independencia del Estado de Israel, consecuencia directa de la declaración Balfour, y terminó el mandato británico.
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