Hablar de conspiraciónes no está de moda, corre uno el riesgo de que lo descalifiquen por ser de esos ignorantes o malintencionados que se atienen a cualquier teoría conspirativa, renunciando a un análisis racional de la situación, por comodidad propia o porque la tendencia natural de todos a la comodidad promete una fácil aceptación. Sin embargo, la conspiración ha existido, existe y existirá. En el mundo de las finanzas se conspira para especular, es decir, para obtener un provecho extraordinario que de otro modo sería altamente improbable.
En el mercado financiero han cobrado una fama singular los hedge funds, fondos especulativos de alto riesgo, pero que, por lo mismo, prometen beneficios extraordinarios. Un “ilustre” patrón de hedge funds, el multimillonario Soros, puso en marcha en 1992 una auténtica conspiración para sacar a la Libra esterlina del sistema monetario europeo, para lo cual empleó varios miles de millones de dólares, logrando su objetivo. En los días pasados (del 6 al 9 de febrero) los traders (operadores en los mercados financieros por cuenta de las corporaciones: bancos, fondos, etc.) han movido casi ocho mil millones de dólares apostando por la caída del Euro (unos 40.000 contratos), según cuenta el Financial Times. La caída de la deuda pública griega y la subida de las primas que cobran los seguros que la garantizan (para la griega se han triplicado) han sido otros tantos objetivos. La deuda española ha sido un blanco secundario, o está en cartera para convertirse en prioritario. Como es sabido y demuestra la aventura de Soros con Inglaterra, cuando se apuesta por la caída de un objetivo financiero, la propia apuesta puede provocar la caída.
Seguramente tanto Grecia como España, u otros que pudieran agregarse, no son la diana sino el instrumento, el norte parece ser el Euro al que se está tensando a ver cuánto es capaz de aguantar. La finalidad no es oscura, sino transparente como el agua, a saber: ingresar beneficios extraordinarios para los hedge founds y los que están tras ellos. Que haya además otros fines, como la inflada vanidad de Soros por haber hecho saltar a la banca inglesa, es sólo anecdótico y no debería hacernos perder la perspectiva. Lo cierto es que el poder financiero permanece intacto y que, mientras los gobiernos se esfuerzan por sacarnos del pozo –a los especuladores que lo abrieron también–, estos continúan su juego, como si nada hubiera pasado, apostando por nuestra ruina, con lo cual esperan llenar su bolsa.
Llamar conspiración a este tinglado no me parece inapropiado, si acaso, más bien benévolo.
La mayor parte de los datos que aporto (y algo más) los obtuve del artículo (Rumeurs, paris irrationnels : les spéculateurs attisent l'affolement des marchés) publicado por Le Monde el día 9 y firmado por Gatinois, Michel y de Vergés.
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