El Islam hoy es una religión que vertebra una civilización a la que percibimos como radicalmente distinta de la occidental, pero no hay que trasplantar esta realidad actual a tiempos pasados. A principios del S.VII, cuando aparece Mahoma, la cristiandad estaba dividida por el problema de la naturaleza de Cristo; en apariencia la cuestión la había resuelto el concilio de Nicea (325), que estableció la doctrina de la Trinidad, pero en realidad las discrepancias habían ido creciendo y una gran variedad de opciones teológicas (arrianos, monofisitas, priscilianistas, adopcionistas, etc.) se habían difundido especialmente por Oriente Medio, África y Península Ibérica, con el rasgo común de no aceptar más que una naturaleza en Jesús. Roma y Bizancio fueron, en cambio, las campeonas del credo trinitario. Mahoma predica dentro de la corriente unitaria un monoteísmo estricto asumiendo la tradición bíblica y la misión profética de Jesús, de forma que para los contemporáneos es una versión más (herejía), que a la larga, por su simplicidad, se convierte en dominante y en un sincretismo que arrastra a los que discrepan de Bizancio y Roma en el tema de la divinidad de Jesús; el árabe será el vehículo de su expansión. La asunción del Islam por las gentes de Oriente Medio y Norte de África es un lento discurrir por el seno de las propias creencias; sus protagonistas se hubieran sorprendido si alguien les hubiera tratado como profesos de una nueva religión. La agitación política en las provincias bizantinas de Oriente Medio originada por una pulsión climática que reseca progresivamente esta zona, con el consiguiente trastorno económico y social, proporcionó las condiciones para la toma del poder por grupos árabes ya islamizados y para la escisión, creándose un poder con centro en Damasco (Siria), desde el que irradia el nuevo sincretismo, asistido por la presión militar en las zonas próximas (Egipto).
En el norte de África y en Hispania no hay una invasión en sentido estricto sino una islamización y arabización, lenta y tan incompleta como cabría esperar hasta por lo menos el s. XI. En la España goda, el arrianismo y otras corrientes unitarias habían calado profundamente; la conversión de Recaredo y la construcción de un Estado teocrático con la participación de los obispos trinitarios (concilios de Toledo), no erradicó las herejías. A finales del s.VII parece que domina un sincretismo arriano en amplias zonas a la vez que un divorcio entre las masas y la minoría goda fundida con la jerarquía eclesiástica. El reinado de Vitiza es conflictivo y confuso en muchos aspectos (legalización de la poligamia) y termina con una disputa dinástica: sus hijos son apartados por una facción que corona a Roderico. La guerra civil estalla; en su transcurso la facción vitizana pide refuerzos a la provincia de Tingitania (Tánger) que pertenecía al reino godo. Las tropas que desembarcan comandadas por Taric –nombre germánico como Roderic, Euric, Alaric, etc., no bereber– son las que las crónicas posteriores tomarán por el ejército musulmán –que no puede ser árabe por todo lo explicado y si son bereberes aún no pueden estar islamizados–. Durante las décadas siguientes el caos se apodera de la Península en la que se suceden vertiginosamente señores de la guerra que controlan fugazmente un poder siempre parcial. La situación comienza a estabilizarse en la segunda mitad del s.VIII con el reinado de Abd-al-Rahmán I – al que la tradición considera árabe inmigrado, pero que era pelirrojo y con los ojos azules, prototipo de germano–, que emprende, ya sí, una política consciente de islamización y arabización, aunque el árabe es ya una lengua de moda entre los hispanos y el sincretismo arriano apenas se diferencia del musulmán; los grupos trinitarios en cambio se mantienen al margen y en oposición, son los mozárabes córdobeses.
A finales del VIII y en el IX, cuando el Islam difiere ya del cristianismo, comienza a gestarse la leyenda de la invasión; por entonces el supuesto poder unificado del califato de Damasco se ha desmembrado y se alude a él como a una edad de oro, explicando la expansión del Islam y del árabe como una gesta militar asistida por Dios – incluso reciclando relatos preexistentes, desde la Anábasis de Jenofonte a la batalla de Vouillé–. Pero buena parte de la visión que el mundo cristiano ha guardado de al-Andalus procede del s. XI cuando los almorávides, musulmanes fanatizados procedentes del Sahara occidental invaden Marruecos y la Península; ahora sí, una invasión mora –proceden de Mauritania– estigmatizadora y brutal, aunque breve.
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Los artículos de la serie:
El extraño caso de los árabes invasores (1)
El extraño c… (2). Quién nos contó el cuento y por qué lo creímos
El extraño c… (3). El cuento
El extraño c… (4). La versión no autorizada
El extraño c… (5). Los sabios indiscretos
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4 comentarios:
Claro que :
- no hay una invasión arabe,
- ni una subtitución de población goda/hispanorromana por arabes/bereberes ( y sirios )
- el islam no es diferente en principio a otras sectas cristianas
( lo que facilita la integración de arrianos, p.e., o la alianza con cristianismos y judaismos enfrentados a poderes con pretensión de dominio; llamativo el caso egipcio, melkitas/coptos, la persistencia de la mayoría cristiana, su alianza como fuerza naval )
- que los mecanismos de control de una "ortodoxia" dogmatica no están fijados hasta la cruzada albigense y Trento ( imquisición )
- que la cristianización de la peninsula no es total
discutible :
- la minusvaloración de una cultura presuntamente desestructurada y debil por ser "sin estado", "sin cultura" y sin religión "no-primitiva",
tengamos en cuenta
- las federaciones/autonomia tribal, de ciudades comerciales/religiosas,
( que proporcionan una fluidez ventaja tactica, piensa en la facilidad de conquistar imperios en Africa/America y la dificultad de derrotar federaciones; yo creo que la libertad es un factor no desdeñable )
- los reinos sud-arabigos y africano-orientales, sus antiguas rutas indicas persia/mesopotamia mediterraneo/romano-oriental y africanas
discutible también la no realidad de la expansión militar/pactada de nucleos de musulmanes,
partiendo de que no son substitución de población, sino cambio de gobernantes,
en una epoca en que la optica no es la del nacionalismo moderno.
Tema, sí.
Olagüe ... bueno, sirve para dar un aldabonazo, y eso es bueno;
despues, hilar fino, que hay muchisimos estudios con el Metodo de porciones micro y macro del inicio del Islam.
A mí me encanta recordar a mis conciudadanos patriotas que el sitio "realmente heroico" de Barcelona es el de los barceloneses contra los francos, más que el de 1714 ...
Muy largo el comentario.
Pero sí, ahora que la mitolojía nacionalista española se está encabritando, muy bueno el tema.
Salud.
Excelente tu aportación, amigo eclesiates. Has introdocido tantas cuestiones interesantes que sería un exceso detenernos en ellas pormenorizadamente. En general comparto lo que aceptas y las dudas u objeciones que apuntas, yo he expuesto una teoría con la que simpatizo, pero no puedo decir que la comparta al cien por cien, quizá sería pretencioso, o un poco simple, según se mire. Me quedo, satisfecho, con que hayas calado en el fondo de la cuestión y te parezca interesante mi aportación.
Gracias amigo, salud.
el tipo que inauguró la catedra de Historia del Africa en la U.B. desplegaba la tesis, no solo de la evidente "africanidad" del antiguo Egipto, sino también de su "negritud".
Que también sí, y también exagerando, claro ...
él decía que exagerar ( con datos contrastables y rigurosos, claro )
es util para girarnos la perspectiva
frente a las cosas que damos por supuestas.
Esa es una de las laboras principales de un profesor, supongo.
Agrafable ir deteniendose cuando apetece.
salud.
"Antiguo Egipto, la nación negra",
Ferran Iniesta.
libro recomendable y de mucha risa.
Quizá el próximo post que emprenda tocará ese punto, aunque de modo marginal.
Saludos
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