7 mar 2013

¿Por qué no te callas?



De la fantasmagórica Comisión Trilateral salió a poco de su creación un informe (1975) sobre la crisis y los problemas de gobernabilidad de las democracias liberales en los países centrales, que A.J. Aguiló resume así en Democracia y hegemonía…:
     «Los relatores llegaron a una conclusión inquietante: una de las principales causas de la crisis de gobernabilidad de las democracias de los países desarrollados era «la expansión democrática de la participación y compromiso políticos», que había creado una «sobrecarga» en el gobierno, así como «una expansión desequilibrada» de sus actividades. La crisis se debía en buena parte a un «exceso de democracia», hecho [que] contribuyó a aumentar los conflictos sociales, poner en riesgo la continuidad del sistema y generar un exceso de demandas a las que el Estado se vio obligado a dar respuesta, produciendo una crisis fiscal que bloqueó su funcionamiento. (…) el informe sugiere adoptar políticas orientadas a limitar la capacidad ciudadana para reivindicar demandas democratizadoras y, por consiguiente, restringir el alcance de la democracia política, desmovilizar a la población, desactivar las manifestaciones de protesta y generar apatía política.»
El texto es claro sobre las preferencias de los guardianes y diseñadores del sistema político del capitalismo globalizado por una democracia blanda en la que los ciudadanos hagan su aparición cada cierto tiempo para elegir a sus gobernantes y poco más. Cualquier participación más activa pone en peligro la estabilidad política y económica. Muy pocos años después de la redacción del informe comenzaría la ofensiva neoliberal (Reagan/Thatcher).
La amenaza de Chávez y los regímenes populares  (¿populistas?) de izquierdas que han surgido en América  después de la debacle económica y social generada por las imposiciones del FMI (años 90), consiste en que han instaurado democracias fuertes, con masiva y entusiasta participación popular, poniendo en cuestión el modelo de democracia liberal que, desde las potencias centrales del sistema, se pretende universal.
Sin embargo ninguno de tales regímenes ha eliminado el sistema de representación para sustituirlo por una dictadura, antes bien, han redactado nuevas constituciones que profundizan en las garantías democráticas. Todas ellos han consolidado el poder con el voto popular masivo y participaciones ciudadanas abrumadoras si se comparan con los acontecimientos electorales en las potencias centrales. Ninguno de ellos ha cuestionado el sistema de libre mercado, pero sí han volcado los recursos de sus Estados en beneficio de clases atávicamente explotadas. Si alguien en la zona ha visto amenazados los cimientos de su posición han sido los acaudalados, que ancestralmente han ejercido en toda la América latina una expoliación criminal, y algunas multinacionales.
Pero sí, todos ellos presentan fallas en sus estructuras institucionales (¿aquí no?); ninguno escapa a un cierto personalismo o caudillismo en la dirección del régimen (nosotros, en cambio, tenemos un índice de desafección  histórico respecto a los dirigentes); en todos se han cometido errores económicos o de otro tipo que deberían ser corregidos (¡vaya rareza!); ninguno escapa a la carga emocional de una política liberadora y con fuertes ribetes populistas, que sus dirigentes, antes de mitigar, estimulan (aquí no existe tal peligro porque la mayoría ni siquiera se siente representada, ni mal ni bien, por los políticos).
La debilidad de los argumentos en nuestras manos para descalificarlos hace que no tengamos cosa que decir salvo recurrir al consabido: ¿Por qué no te callas?

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Ilustración de Julio Lemos: Celebración del bicentenario

3 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

Interesante puntualización !

No todo lo hizo mal ...

Mark de Zabaleta

Miguel Ángel López Moreno dijo...

Un placer pasar por aquí, como siempre. Cordial saldo, profesor.

Miguel Ángel López Moreno dijo...

Valga "saludo" por "saldo"...