¿Qué
diferencia a una hembra de una mujer? Justamente lo que va de un animal a un
ser humano. El hecho de que la mujer, como humana, es un sujeto moral. Y eso
¿qué significa?
Bajo
el epígrafe La persona humana como
sujeto moral encuentro lo que sigue en un viejo manual escolar:
«Los seres humanos poseemos unas características especiales […]. A) la conciencia: […]
hace que cada uno de nosotros sea único e irrepetible. En ella, residen
nuestras vivencias y está ligada a nuestra personalidad. […] con la auto-consciencia:
no sólo hacemos las cosas, sino que nos damos cuenta de que las hacemos y las
enjuiciamos según nuestra escala de valores. B) la libertad: es la capacidad de
elección. […]. C) la responsabilidad:
[…] Si somos libres y no estamos condicionados a actuar de una manera
determinada, entonces somos responsables de nuestra conducta. D)
la inteligencia: es la capacidad o facultad de resolver
problemas de concebir proyectos y de descubrir valores. […] también influyen en
ella las emociones y los sentimientos. E)
la dignidad: esta característica está asociada al respeto que
toda persona merece por el hecho de ser sujeto y no objeto. Con independencia
de su estatus social o de su nivel cultural, como personas, todos tenemos el
mismo valor.»
Una ley como la que se ha gestado en las covachuelas del ministerio de
justicia atenta directamente contra las características que distinguen a una
mujer de una hembra: ignora la conciencia; limita gravemente la libertad;
excluye la responsabilidad; minusvalora la inteligencia; desprecia la dignidad.
No es de recibo una moral que infravalore en su condición humana a la mitad
de la población. No se entiende que tenga eco en la sociedad de hoy si no se explica que tiene su origen y su más sólido
sostén en la iglesia, que, mal que nos pese, todavía campea por estos pagos.
No es de recibo que la iglesia sostenga esta aberración aduciendo el
derecho a la vida cuando en la última edición de su catecismo
(ítem 2266) todavía mantiene la licitud de la pena de muerte.
No es de recibo que el ejecutivo de un país democrático y, por tanto,
supuestamente laico se deje guiar en su labor de gobierno por una moral sectaria.
Si
hubiera una más nítida separación de poderes cabria esperar que el parlamento
la desechara. No será así. Como Dante leyera en el frontispicio de entrada al
infierno, entre líneas, podemos leer nosotros a la espera del debate: Lasciate ogni speranza (Abandonad toda esperanza).
2 comentarios:
Un artículo verdaderamente brillante!
Enhorabuena.
Mark de Zabaleta
Leído y requeteleído.
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