15 jun 2015

Si me queréis, irse

De verdad, en estas municipales tan divertidas hubiera votado alguna candidatura popular (algún ‘Ganemos’, ‘Ahora podemos’, ‘Verás como ganemos’, etc.), aunque solo fuera por ver qué pasaba. Pero a uno le pueden los prejuicios: todavía menos que en los políticos ‘profesionales’ creo en los amateur. Además mi afición por los perdedores no tiene límites, así que hice lo de siempre, a saber: votar a la izquierda confesa, que como se ve nunca varía, siempre cosecha un apoyo ridículo. Ni siquiera cuando los vientos de la crisis rebajan los humos a la derecha, porque, invariablemente, aparece algún espabilado que se lleva las plusvalías del cabreo. Siempre nos quedará el gesto de levantar la barbilla y decir: no queremos los votos del despecho, a nosotros sólo nos interesa el amor verdadero. Es mentira pero consuela.


El espectáculo continúa porque ahora vienen las generales, después (o antes, o a la vez) las catalanas, que, al igual que el Barça es más que un club,  éstas serán más que unas elecciones; y otras que también pueden ser memorables. Precisamente en Cataluña una monja benedictina de clausura (Forcades) amenaza con presentarse a la Generalitat (obviamente las clausuras de ahora no son como las de antes). De confirmarse sería como poner a Juana de Arco a dirigir la OTAN. Es lo que tienen las crisis que uno cobra la consciencia a ratos y entonces no sabe dónde está, ni cuándo.

Probablemente yo seguiré erre que erre haciendo caso omiso de cantos de sirenas disfrazadas de monjas de clausura (el palo de la Forcades será gregoriano ¿No? Ahí puede haber una pista) y depositaré mi desconfianza impenitente en la izquierda confesa de siempre, suponiendo que para entonces queden suficientes militantes en mi circunscripción susceptibles de ser candidatos. Como se ve, mi trayectoria política es un hermoso cuento, mejor canto, que siempre hay malpensados, canto de lealtad. También es verdad que ellos, a su vez, jamás me traicionaron y nunca, nunca me hicieron la faena de ganar allí donde yo votaba. Hasta tal punto es así que, puesto que había que hacerlo en algún sitio para justificarse, esta vez han tenido el detalle de irse a Zamora (Si me queréis, irse, les dije, o pensé que les decía, acordándome de la Lola).  Do ut des.


1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Excelente declaración..."impenitente"...

Saludos