Dice el Papa que están estudiando fijar para siempre la fecha de
la Semana Santa y que no ande por más tiempo bailando en el calendario sin ton
ni son. Perdón, ya sé que sí que tiene ton y son pero a nosotros nos coge
tan lejos que hace tiempo que perdimos el compás. La Pascua era una festividad
judía y su calendario era lunar, o casi, por lo que al colocarla sobre un
calendario solar, el romano, que también es el nuestro, con alguna modificación
promovida por otro papa,
no encaja y se producen esas variaciones anuales que tantas veces nos han hecho
preguntar ¿Cuándo cae este año la Semana Santa? No pasa lo mismo con la Navidad
que siempre es el 25 de diciembre. El secreto está en que a los evangelistas se
les pasó el detalle de la fecha del nacimiento de Jesús y la Iglesia improvisó
colocándolo en el solsticio de invierno que es cuando los romanos celebraban el
nacimiento de Júpiter o del Sol (diae solis invictus), con lo que se
mataban varios pájaros con el mismo tiro, deporte al que tan aficionada ha sido
la Iglesia per secula
seculorum.
Antiguamente esto no era problema porque, como en todo, en el calendario la hegemonía de la Iglesia era incontestable y todo se adaptaba al litúrgico. El romancero atestigua hasta qué punto las labores del campo utilizaban como hitos las festividades religiosas (nunca la Pascua o las festividades vinculadas a ella porque la agricultura va con el Sol, no así la ganadería). Hoy la vida laica ha tomado la dirección y sus tiempos chocan con los de la Iglesia. En países en donde la secularización está más asentada no hay problema porque el calendario eclesiástico importa poco, pero aquí vemos otra película y las festividades religiosas, unas fijas (calendario solar) y otras móviles (calendario lunar) crean un pequeño caos, por ejemplo, en la vida escolar que no logra organizarse en periodos lectivos de igual duración. No llegamos a la atosigante injerencia del islam en la vida civil, pero nos acercamos. Debe ser la proximidad geográfica.
Habrá que aplaudir la reforma si llegara a producirse y si además
lo hiciera acertadamente (demasiadas premisas, me temo), hasta podríamos
olvidar los siglos que llevan incomodando con tal antigualla, pensada en
exclusiva para las necesidades litúrgicas; pero no se librará de la crítica de
siempre: emprende la reforma antes de que los últimos de Filipinas acaben por
darle la espalda, como hicieron otros antes, por su irracionalidad, egotismo y
obcecación.
En estas cuestiones del aggiornamento eclesial hay que andar con pies de
plomo: las reformas del Vaticano II sufrieron, nada más terminar, un proceso de
reducción como para reírse de las macabras técnicas de los jíbaros. Curiosamente
el que llevó al extremo la reacción, Wojtila, tuvo la ocurrencia racional
(nadie está libre de un destello de racionalidad) de organizar un ERE con los
demonios y cerrar los infiernos, a pesar de que los textos sagrados
(evangelios, Apocalipsis, etc.) citan expresa y repetidamente a unos y otros;
como era de esperar, su sucesor no perdió el tiempo para restaurar la situación
anterior.
Esperemos mejor fortuna para la iniciativa del papa che, de menos
vuelo teológico pero más práctica.
1 comentario:
Con pies de plomo....
Saludos
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