19 mar 2009

Tradiciones y contradicciones


Los episodios protagonizados por la Iglesia los últimos días, condenando el nacimiento del bebé sevillano que con las células madre de su cordón umbilical va a salvar a su hermano, la predicación de Ratzinger contra el preservativo en África y la campaña publicitaria, otra vez en España, contra el aborto a propósito de la discusión de la nueva ley de plazos, está poniendo a prueba la lealtad de sus feligreses.

Hoy son pocos los que se confiesan católicos y aceptan sin más los dogmas definidos hace siglos, el magisterio de la Iglesia u otros principios que definen la fe de Cristo en su versión romana. Muchísimos católicos alegan tener su propia opinión en multitud de casos, sin percatarse de que hace algunos siglos hubieran sido conducidos a la hoguera por manifestarse como hoy lo hacen, y aún en nuestros días están de derecho excomulgados por sus prácticas en la vida cotidiana o por las tesis que dicen defender. Lo que ocurre es que unos y otros, los fieles y la Iglesia, prefieren hacer la vista gorda, hacer como si no se enteraran o como si el asunto careciera de importancia, porque la manifestación pública de tales contradicciones podría ser demasiado peligrosa para su pervivencia.

De hecho la Iglesia, al mostrarse como lo hace en los casos que comentamos arriba, no ha cambiado un ápice casi desde tiempos de Pablo –lo cual para unos puede ser catastrófico y para otros una garantía para su fe–, salvo por los métodos que hoy utiliza, cambiando el púlpito por las campañas publicitarias y las epístolas por la televisión. Pero hoy como ayer, el mensaje –la buena nueva– se refiere a la salvación del alma para la otra vida, la vida eterna; no al bienestar del cuerpo y al disfrute del mundo, al que siguen renunciando los más esforzados en la fe. La concepción del hombre como un ser dual, cuerpo y alma, en el que los intereses de la parte más noble –por no ser perecedera y pertenecer al mundo del espíritu–, el alma, pueden estar en discordancia con los del cuerpo, es, y ha sido siempre, un antihumanismo manifiesto.

En las expresiones del Papa o de la conferencia episcopal española la aberración que encontramos y nos hace torcer el gesto tanto a librepensadores como a muchos creyentes, o que creen que lo son, no es el abandono de sus principios, lo que sólo ha ocurrido en el hecho de no atreverse a hacer frente a las contradicciones internas, sino este antihumanismo. Hoy la inmensa mayoría hemos asimilado la unicidad del hombre, como se desprende de los avances de la ciencia, aunque muchos no lo hayan explicitado quizá porque les inquiete un presunto vacío por la pérdida de creencias ancestrales, interiorizadas individualmente desde la más tierna infancia, o por pereza intelectual, pero al entrar en conflicto en la vida una y otra concepciónes, optan por la primera.





17 mar 2009

Aniversarios. Españoles en América.

El hidalgo de Elvas es un curioso personaje que junto con otros caballeros portugueses marchó a América donde participó en la exploración y conquista de Florida (1539), formando parte de la expedición de Hernando de Soto de la que escribió una relación que firmó como un fidalgo de Elvas. Como a cualquiera de los españoles en América le llevó al continente el deseo de alcanzar fama y obtener fortuna. Con una prosa desapasionada y aséptica, como si se tratara de un notario que levanta acta de cuanto ve, nos cuenta los pormenores de la expedición, pero también algunas observaciones sobre Cuba, base de operaciones de todas las iniciativas hacia América del Norte y Central. No se requiere mucha imaginación para reconstruir el aterrador “fin del mundo” que supuso para la población indígena la llegada de los españoles que cayeron sobre ellos como una plaga exterminadora. El párrafo que sigue se mueve entre la información socioeconómica y un crudo relato de la literatura picaresca, tan de moda en la época:
«Hay en esta tierra mucho oro y pocos esclavos que lo saquen, porque se han ahorcado muchos, a causa de los malos tratos que los cristianos les daban en las minas. Un mayordomo de Vasco Porcallo, que en aquella isla residía, sabiendo que sus indios se querían ir a ahorcar, con una cuerda fue a esperarlos a donde ellos se habían de juntar y les dijo que ellos no podían hacer cosa ninguna sin pensar que él primero no la supiese, que iba a ahorcarse con ellos, porque si mala vida les daba en este mundo peor se la había de dar en el otro. Y fue causa que mudasen su propósito y tornasen a hacer lo que él les mandaba».
Fidalgo de Elvas: Expedición de Hernando de Soto a Florida.
[i]

Colón había tocado esas costas apenas cuarenta años atrás, pero ya los indios, esclavizados, empezaban a escasear y, sin duda, los hombres de iglesia que acompañaban en elevado porcentaje a los conquistadores-colonos, les habían imbuido la idea de una vida eterna tras ésta, lo que el desalmado capataz utiliza sin escrúpulos como arma eficaz.

El trato inhumano produjo en poco tiempo la despoblación total de las Antillas lo cual condujo a la importación de esclavos negros. Cuando la Corona reaccionó, movida por las voces que se levantaban en defensa de los indios y empezó a dictar las famosas Leyes de Indias, para este territorio era ya tarde y para el resto no fue suficiente, ya que sólo mitigó la insoportable situación de los indígenas, sin contar con que la autoridad real tenía insuperables dificultades para hacerse sentir con una justicia pronta a miles de kilómetros de distancia.

La preparación por el Estado de Florida del V centenario del descubrimiento por Ponce de León y la reciente celebración del 450 aniversario de la fundación de Pensacola por Tristán de Luna, primer asentamiento europeo en el territorio actual de EE.UU., me han movido para escribir sobre la región. A la hora de celebrar aniversarios conviene tener también presentes los sucesos más oscuros, aunque sólo sea por homenajear a los que los padecieron.
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[i] El título original: RELACIÓN VERDADERA DE LOS TRABAJOS QUE EL GOBERNADOR D. HERNANDO DE SOTO Y CIERTOS HIDALGOS PORTUGUESES PASARON EN EL DESCUBRIMIENTO DE LA PROVINCIA DE LA FLORIDA. Ahora nuevamente hecha por un hidalgo de Elvas.
Publicado en Espasa Calpe. Col Austral, nº 1099.

14 mar 2009

Pensando, pensando...

Cada mujer en Francia tiene por término medio 2.1 hijos, cada mujer en España 1.37, pero si tenemos en cuenta que aquí la inmigración, que es muy reciente, supera con mucho esa cifra, el dato final neto para las conciudadanas nos queda aún más endeble; es evidente que en el primer caso el reemplazo generacional está asegurado, no así en el segundo, o sea, en el nuestro. Hasta aquí la noticia.

Desde el punto de vista de los españoles de los años 60, imbuidos del espíritu del nacionalcatolicismo, Francia era un país en franca (nunca mejor dicho) decadencia. Aunque más potente demográficamente que España hacía tiempo que su crecimiento se había detenido por una natalidad raquítica, apunte premonitorio de un futuro dramático. Una moral peligrosamente relajada y un absurdo y pecaminoso desprecio por la familia eran, a ojos de “la reserva moral de occidente”, las causas de un desastre anunciado y más que merecido.

Cincuenta años después, dotados todavía con cerebros en aceptable estado, aquellos que entonces éramos jóvenes, leemos en la prensa la noticia que abre esta reflexión y quedamos perplejos. ¿Por qué Francia no acabó precipitándose, como estaba previsto, por el despeñadero de la degeneración ética y de la descomposición demográfica? ¿Por qué España que deslumbró con la potencialidad de su baby boom, producto, sin duda, de recias virtudes raciales, ha acabado en el culo de las estadísticas? ¿Será que mientras ellos, conscientes de su error, nos imitaban en silencio, nosotros, erróneamente atraídos por el espejismo de la buena vida, les copiábamos a ellos? Si así hubiera sido ¿Por qué no nos encontramos a mitad de camino y no esta humillación de la goleada… otra vez… pero en sentido contrario?

No entiendo nada ¿Será el alzheimer? (consultar síntomas).


13 mar 2009

La droga como arma secreta

En todas las civilizaciones han existido sustancias psicotrópicas que han satisfecho la necesidad de autotrascendencia que parece tener el hombre, la conveniencia de mitigar la fatiga o la búsqueda de la euforia. Familiarizado con su consumo, en cada cultura se han desarrollado hábitos, ritos, recursos sociales que han mantenido bajo cierto control la potencial peligrosidad que encierran todas ellas. En la sociedad occidental el consumo de bebidas alcohólicas forma parte de su idiosincrasia. A lo largo de la historia se ha introducido en multitud de ámbitos, desde los rituales religiosos hasta la gastronomía, de ahí que se enseñe a beber a los jóvenes en el seno de la familia o en su entorno íntimo ya que tarde o temprano se habrán de encontrar con el alcohol. Se ejerce así un cierto gobierno sobre su peligrosidad. Las sociedades andinas tienen una parecida relación con la coca, y así sucesivamente. Sin embargo, sacadas de su contexto y trasplantadas a sociedades que no han generado hábitos de consumo pueden ser letales, peligrosos elementos de destrucción de la cohesión social. Es por eso que han sido utilizadas como arma secreta en multitud de ocasiones, por estados y ejércitos con fines de dominación política, por particulares con intereses básicamente económicos que trascienden el obtenido de su simple comercio, o ambas cosas a un tiempo. He aquí algunos casos.

La colonización de América generó una gran demanda de mano de obra que la población indígena no satisfacía, bien porque había sido diezmada –expresión benévola en lugares como las Antillas donde literalmente desapareció– o por las dificultades que las leyes imponían para su esclavización completa. Pronto se encontró la solución importando africanos –Fray Bartolomé de las Casas fue pionero proponiendo esta solución como defensa de los indios (!)–. El comercio de esclavos se convirtió así en un pingüe negocio durante tres siglos; primero para portugueses y españoles, después para los ingleses que acabaron monopolizándolo. Generó un tráfico triangular en el Atlántico cuyos vértices eran América (Antillas), Inglaterra, África (golfo de Guinea): de América se exportaban melazas obtenidas del cultivo de la caña, que en Inglaterra se convertía en ron, que con armas de fuego se exportaba a África, donde se cambiaban por esclavos, cazados con esas armas por los africanos de la costa, pagados con el ron que destruía su propia sociedad. Los esclavos así obtenidos eran llevados a las Antillas para el cultivo de la caña, y vuelta a empezar, formando un bucle que se bastaba a sí mismo y generaba inmensos beneficios. El alcohol, desconocido en esas latitudes fue elemento esencial; pero además, luego seguía siendo utilizado para mantener a los esclavos sumisos.

En el s. XIX a la vez que los colonos americanos, empeñados en la “marcha hacia el O.”, aficionaban a los indígenas al whisky cambiándolo por pieles, en Asia Ingleses y franceses quebrantaban la resistencia china a la colonización europea con las dos guerras del opio. Los franceses habían encontrado en las plantaciones de adormidera un excelente modo de explotar la Cochinchina (Indochina) recién ocupada, mientras que los ingleses la comercializaban, junto a su propia producción, con su compañía East India, el objetivo era el mercado chino. El gobierno imperial ante la inquietante difusión del hábito de fumar opio prohibió su entrada en el país. La respuesta anglo-francesa fue la guerra con la que después de dos sangrientos conflictos se logró de China la apertura de su comercio y otros beneficios (Hong Kong).

Japón había observado con atención, librándose de la invasión del opio con un oportuno tratado con Inglaterra, pero en 1931 cuando ocupó Manchuria y creó el Estado títere de Manchukuo, el ejército japonés promovió el cultivo del opio y su refinado para fumarlo, obtenía en sus laboratorios la heroína y la distribuía en sus farmacias por la región, buscando dos objetivos: financiar la operación militar y obtener una actitud sumisa de la población. Los mismos fines fueron copiados por Francia cuando en los años cincuenta le estalló la guerra de Indochina, pero en este caso se valió de una mafia local (Binh Xuyen) como aliado necesario que ocultara las actividades de su servicio secreto (SDECE)*.

Los dos últimos casos abren el capítulo de la financiación mediante las drogas y aquí habría que incluir a Sendero Luminoso, la Contra nicaragüense, la resistencia talibán o las FARC, pero esa ya es otra historia.


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* Para el caso de Japón en China y Francia en Indochina ver Alfredo Schulte-Bockholt

ILUSTRACION: Fumadodres de opio

9 mar 2009

Los Diez Mandamientos

Desde que viera aquella película de DeMille no concibo a Moisés con otro aspecto. Cuando veo alguna imagen con rostro distinto invariablemente me parece una falsificación. Que viera el mismo semblante encarnando al Cid, al colono brasileño que luchaba contra las hormigas o a aquel oficial americano en Pekín no es óbice para que considere inseparables las fisonomías de Moisés y de Charlton Heston. Sería una broma de mal gusto que el verdadero, si es que existió, fuera cetrino, calvo, bajo y de nariz aguileña, lo que seguramente es mucho más probable.

En realidad no quería hablar de Moisés y de la catadura que lucía entre su gente o en nuestra imaginación, sino de los Diez Mandamientos, pero el título del post y su coincidencia con el de la película me han traído por aquí. Pido disculpas y rectifico.

La cuestión es que una cosa tan seria como los Diez Mandamientos (los Mandamientos de la Ley de Dios según la Santa Madre) no deberían estar sujetos a polémica sobre cuántos son o cuáles son, al fin y al cabo con ellos hemos de elaborar el currículo que nos dará un alojamiento u otro en la otra vida, ¡que es eterna! Sin embargo, la cosa no es tan clara, ni mucho menos. La Biblia, ese laberinto, está plagada de mandatos, normas y preceptos que forman un conjunto variopinto y enloquecedor, salvo para los judíos observantes. Pero, estos mandamientos, que según el relato –poco original, por cierto– recibiera del cielo el patriarca, parecen nítidos, escuetos y bien definidos; nada más incierto. Para empezar, hay quien asegura que son catorce. Ante discrepancia tan estúpida me he puesto a contarlos yo mismo, con talante sintético, es cierto, y me salen nueve; lo único claro es que no está claro. Lo puede comprobar cualquiera en Éxodo 20:1-17 y confirmarlo en Deuteronomio 5:6-21, pero mejor no ir a Éxodo 34:10-28, donde explica lo que se escribió la segunda vez, después de que Moisés rompiera indignado las primeras Tablas sobre el dichoso becerro de Oro, si lo hacéis no entenderéis nada. En la Biblia el misterio puede asaltarnos a la vuelta de cualquier página.

La Iglesia, como madre solícita que es, realizó algunos apaños con la santa intención de evitarnos mayores trabajos; lo que pasa es que el resultado se va pareciendo poco al original, que, se supone, es la palabra de Dios, pronunciada para que valiera hasta el fin de los Tiempos. Así, los dos primeros se fundieron en uno, que ordena “amar a Dios sobre todas las cosas”. El tercero, que prohibía hacer imágenes, la Iglesia Católica simplemente lo ha ignorado. San Agustín individualizó el noveno como “no desearás la mujer de tu prójimo”, dándole un tinte sexual, de uno en el que equiparaba a la mujer con el burro, la cabra, el esclavo… es decir las propiedades del vecino –recientemente se ha transformado en “no consentirás pensamientos ni deseos impuros” (?)–. Lo más curioso, por no decir la gran putada, que yo soy educado, es que el sexto, aquel que decía “no fornicarás” y ahora “no cometerás actos impuros”, ¡no existe en las Sagradas Escrituras! El que más se le parece es el que prohíbe cometer adulterio, que, a todas luces, no es lo mismo. ¡La Santa Madre se pasó otra vez!

Al final los únicos que quedan claros, sin objeciones, son el “no matarás” y el “no robarás”. Siempre que no leamos aquellas otras órdenes de Dios a su pueblo: “…cuando salgáis no os vayáis con las manos vacías. Cada mujer pedirá a su vecina […] objetos de oro y vestidos y los pondréis sobre vuestros hijos e hijas. Así despojaréis a los Egipcios” (Ex 3,21); o aquella otra: “…de las ciudades que el Padre Nuestro te dé por heredad, ¡Ninguna persona, hombres, mujeres y niños dejarás con vida, sino que los destruirás por completo (Dt. 20, 10 y ss.). Al fin y al cabo leer demasiado también puede ser un vicio.

7 mar 2009

Los toros cuesta arriba

Mis sentimientos hacia los toros son contradictorios. Mi padre los veía con agrado y recuerdo que nos llevaba con la frecuencia que permitía vivir en un pueblo. En algún rincón de mi memoria existe también la imagen de una corrida en la que toreaban Carlos Arruza y Manolete; como el torero cordobés murió en el 47 yo no podía tener más de 5 años, seguramente menos. En mi adolescencia compartí pupitre en el Instituto con un compañero, gordo y enredador, que tenía una afición obsesiva por la fiesta, me enseñó todas las denominaciones de los toros según su pelaje o la disposición de las astas y dibujaba con extraordinaria pericia todas las suertes del toreo. Sin embargo, de adulto rara vez he asistido a alguna corrida: recuerdo una bronca monumental a Curro Romero que me dejó un largo sentimiento de vergüenza ajena y poco más; los recuerdos de la infancia en las plazas siempre se me presentan asociados al horror. Seguramente las condiciones de mi personalidad no favorecieron la afición.

Estos días se ha desatado una polémica en el mundo de los toros a propósito de la concesión de la Medalla de Oro de las Bellas Artes a Francisco Rivera Ordoñez. Morante de la Puebla ha expresado su disgusto ante el suceso, por lo que Cayetano Rivera le ha llamado resentido; Paco Camino y José Tomás, molestos también, han devuelto la suya indignados. La verdad es que de todo este lío lo único que me sorprende es que se den esas medallas a los toreros, por excelente que sea su quehacer. En algún lugar leí u oí que el toreo es arte como el canibalismo gastronomía (recordé la frase leyendo el excelente relato de Xarbet en el Club de los Jueves). Sin duda un Ferrán Adriá caníbal (o el Ho min del cuento) podría preparar exquisitos platos con materia prima humana, pero ¿quién justificaría la práctica por el arte con que se ejecute? No sé si para que guste esa orgía de sangre y lentejuelas se requiere tener sensibilidad o carecer de ella. Sus defensores resaltan la luz, el color, la música, el ambiente, el valor y las bellas maneras del ejecutante; pero no ven la sangre, el sufrimiento del animal y sobre todo el hecho abominable de ofrecer su tortura y muerte como espectáculo.

¿Quién inventó el traje de los toreros? Supongo que es resultado de una evolución, pero mírenlo con objetividad: un sombrero (montera) inverosímil, oro y lentejuelas para aburrir, un corte de traje que haría las delicias de un drak quin, pero que sirve para marcar actitudes del más rancio machismo, aunque, por una de esas ironías de la vida, acaban, por su amaneramiento, pareciendo poco varoniles; unas medias rosa y unas zapatillas de aire más que femenino, completado todo ello con una corbatita ridícula. No vamos a suprimir los toros por la forma ridícula que tienen los toreros de vestirse, pero no me resistía a señalarlo, porque siempre me pareció asombroso.

Las actitudes, los dodesafíos y los desplantes ante la cara de un animal moribundo, desangrado, vacilante y presa ya de los estertores de la muerte es uno de los espectáculos más grotescos que puede ofrecer una persona, y, sin embargo, se hacen para arrancar los aplausos del público espectador.

Son sólo algunas cosas que no soporto de los toros.

No sé si habría que prohibir este sinsentido, probablemente dada su amplia aceptación (y rendimiento económico) sea muy difícil. Pero lo que no me cabe duda es que no es actividad para que el Ministerio de Cultura la premie de ningún modo, y menos con la Medalla de las Bellas Artes (¿no hay Medalla de las Siniestras Artes?). De hecho somos ya bastantes, también ciudadanos españoles, que estamos en contra de la Fiesta y nos sentiríamos felices si las instituciones públicas, al menos, se inhibieran de este apoyo y promoción; más bien habría que contribuir a que la cuesta arriba que está empezando a sentir el mundo de los toros por su radical anacronismo, sea un poco más pronunciada.

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ILUSTRACIÓN: La fotografía se llama Cuesta arriba y su autor es MATITO, al que pido perdón por haberla utilizado en este contexto.

3 mar 2009

Hombres por la igualdad.

«[…]
A los hombres, el papel e identidad de género asignados, nos ha otorgado una posición de privilegio sobre la mujer. Esta situación ha generado un modelo de masculinidad predominante, que llamamos tradicional, patriarcal o hegemónica, que está basada en los valores de poder, fuerza, exigencia, competencia, rivalidad e imposición. Se trata de un modelo de persona en el que lo afectivo-emocional está devaluado y el mundo exterior a la persona, lo político-social, sobredimensionado. Generación tras generación, y mediante lo que hoy conocemos como proceso de socialización de género, esta situación se ha reproducido e, incluso, consolidado. Esto ha determinado nuestra forma de ver el mundo y a nosotros mismos.
[...]
Los hombres contemporáneos, si bien no somos culpables del sexismo, la discriminación y la violencia sufrida por las mujeres durante miles de años, sí hemos de asumir nuestra responsabilidad histórica ante esta situación, tanto a título individual como colectivo.»


El texto precedente ha sido extraído de los materiales de AHIGE (Asociación de Hombres por la Igualdad de Género). Hace tiempo que tengo in mente dedicar un post a esta asociación de origen malagueño, pero hoy ya de ámbito nacional, y al verla citada en el artículo de Rosa Montero de El País de hoy, me he puesto a la tarea.

La construcción histórica de estructuras patriarcales ha sido lo común en las organizaciones sociales humanas. El por qué esto ha sido así es materia de estudio para la antropología; lo cierto es que la psicología individual, tanto de hombres como de mujeres, se ha ido adaptando durante milenios a ese modelo. Hoy somos conscientes de la necesidad de superar esa condición del mismo modo que se han superado otros atavismos; pero, sería estúpido, aparte de injusto, considerar que, puesto que se trata fundamentalmente de recuperar sus derechos, esa es una cuestión de las mujeres. Y lo cierto es que, hasta ahora, han sido ellas las protagonistas de la lucha por la igualdad, sostenidas, eso sí, con la actitud más o menos benevolente de los hombres, que no se sentían plenamente implicados.

Hoy la patética evidencia del maltrato y los crímenes de género, que persisten con indomable terquedad pese a las medidas represivas y preventivas, nos está gritando la necesidad de abrir más frentes en la lucha. El que parece imprescindible es el de convencer a los hombres de que su papel debe ser otro; que el modelo patriarcal se ha superado; que hay que encontrar la plenitud en otros comportamientos y actitudes acordes con la igualdad; que se precisa su protagonismo en la tarea del cambio. Es en ese terreno en el que han empezado a trabajar hombres como los que han puesto en marcha AHIGE.

Como para muestra basta un botón, transcribo su decálogo del hombre por la igualdad:

1. Se acepta a sí mismo como producto de su tiempo y cultura.
2. Ha iniciado un camino personal de búsqueda y replanteamiento interno de sus
valores, esquemas, mecanismos, conductas y pensamientos.
3. Mantiene una actitud de cambio en sus relaciones con las mujeres, en las que ya no tolera ningún tipo de desigualdad en razón del sexo.
4. Apoya activamente las justas reivindicaciones de las mujeres contra el sexismo. Comprende que no basta con las palabras y que es necesario que los hombres se posicionen activa y públicamente sobre el tema.
5. Está aprendiendo a verse como un ser sensible, afectivo y, sobre todo, vulnerable. además, está intentando superar su tradicional aislamiento emocional.
6. Ha iniciado un proceso de replanteamiento de la relación con sus hijos e hijas. más completa, aprendiendo a implicarse directamente con ellos y ellas.
7. Intenta ir superando el miedo y el rechazo ante situaciones de cercanía y complicidad con otros hombres. Comprende que la compañía y la ayuda de otros hombres le es necesaria para su desarrollo vital. Acepta su apoyo y está aprendiendo a no verlos como competidores.
8. Avanza en un proceso de renovación de su sexualidad, intentando vivirla de forma más natural y plena, sin los determinantes que el modelo tradicional masculino le ha
impuesto.
9. Ha comenzado a cambiar su actitud hacia la homosexualidad, reconociendo que las personas homosexuales sufren una situación de discriminación que ha de ser combatida activamente. Analiza su relación personal
con este tema.
10. Y, por supuesto, ha adoptado una actitud de tolerancia cero hacia la violencia de género que ejercen los hombres sobre las mujeres. Ha comprendido que “el silencio nos hace cómplices”.

Creo que es bastante elocuente, pero si queréis una información completa y de primera mano esta es su dirección: http://www.ahige.org/

1 mar 2009

Necesaria refundación de la ONU

La idea de la cooperación internacional para evitar conflictos y lograr una convivencia en paz entre las naciones es un fenómeno reciente. Durante siglos el Papado tuvo en el mundo cristiano un cierto papel de arbitraje; aunque en un principio fue más bien una pretensión de supremacía sobre los monarcas, que al no prosperar se limitó al arbitrio y la mediación, oscilando siempre entre el prestigio de su vinculación divina y sus intereses terrenales como soberanos de los Estados Pontificios. En 1814 se reunió el Congreso de Viena después de la derrota de Napoleón y allí se inició el sistema de congresos, primer intento de coordinar políticas en pro de un concierto europeo. Tuvo un carácter reaccionario de defensa del Antiguo Régimen frente a la revolución –en el congreso de Verona (1822) se acordó la intervención militar en España para restaurar por segunda vez la monarquía absoluta de Fernando VII (Cien Mil Hijos de San Luis)–, pero podríamos considerarlo como un primer precedente, lejano conceptualmente, de las Naciones Unidas o también de la Unión Europea; su vigencia había concluido con la revolución de 1830.

Woodrow Wilson, presidente de EE.UU., presentó en 1918 los 14 puntos como proyecto de paz tras la Gran Guerra; el decimocuarto preveía la creación de una Liga de Naciones que garantizara la paz en el futuro. La Sociedad de Naciones fue el fruto de esa idea, el indiscutible, ahora sí, precedente de la ONU. Curiosamente el Senado norteamericano no compartía el idealismo de su presidente y nunca aceptó la incorporación de EE.UU. a la organización, que se vio lastrada por esta ausencia desde su inicio. No muchos años después el mundo estaba envuelto en una Segunda Guerra Mundial. Probablemente la SN había sido un proyecto prematuro, impulsado más por los sueños de un político eminente e influyente, que por lo que el momento reclamaba, dado el ambiente político general.

En 1945 se suscribió, por 51 países, la Carta de las Naciones Unidas en San Francisco. Se trataba de una refundación de la SN ya que se recuperaban sus objetivos, pero dotándolos de una estructura más sólida y eficiente. Sin embargo, en el 45, como antes en el 18, las huellas del conflicto precedente y su resultado se dejaron sentir con fuerza: los miembros del Consejo de Seguridad con derecho a veto fueron las grandes potencias vencedoras. Esta asimetría fundamental es insostenible más de medio siglo después, pero ya se dejó sentir de forma perniciosa desde los primeros tiempos –la guerra de Corea (1950/53) se hizo bajo la bandera de la ONU–. Sin embargo tal concesión a los poderosos del momento permitió su existencia y no cabe duda que este fue un bien superior. El balance de éxitos en la evitación o resolución de conflictos es difícil de evaluar y, sin duda, presenta claroscuros; en todo caso la mayoría pensamos que ha dejado mucho que desear. Un aspecto interesante es el complejo de organismos de que se ha dotado –la SN sólo la OIT y un Tribunal de Justicia Internacional–, alguno de los cuales ha tenido un comportamiento ejemplar en su funcionamiento, pero pocos han escapado a las presiones y al chantaje de los poderosos de quienes siempre depende la financiación: el caso de la Unesco, abandonada por EE.UU durante años, porque su funcionamiento democrático le incomodaba, es sintomático; peor ha sido la evolución del FMI y del Banco Mundial que han ido desligándose de la ONU y cayendo descaradamente en manos de EE.UU. y los intereses del gran capital y la ideología ultraliberal, con los resultados conocidos. Con todo, difícilmente podríamos imaginar el último medio siglo sin la presencia de la ONU.

Si en 1918 fue un proyecto prematuro, hoy, en pleno proceso de globalización, está superado y necesita un nuevo salto adelante, una refundación más que una reforma.

«[…] es urgente una reunión extraordinaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas para establecer los principales criterios que podrían conducir a su renovación en profundidad, dotándola de la autoridad moral y política que son imprescindibles para hacer frente a los grandes desafíos de nuestro tiempo y de la capacidad de disponer de los recursos personales, financieros, técnicos y, cuando fuera preciso, militares, para el ejercicio de sus funciones a escala mundial.» Mayor Zaragoza.

Sería necesario superar la exclusiva representación estatal dando entrada a otras entidades; hacer imposible la dependencia económica respecto de las grandes potencias; suprimir privilegios en su seno (veto, puesto permanente en Consejo de Seguridad); una acción decidida y respetada en los conflictos internacionales; el derecho de injerencia en conflictos internos donde estén en peligro los derechos humanos; liderar el proceso de globalización velando por un desarrollo equilibrado y sostenible y la erradicación de la pobreza; emprender decididamente la lucha contra la degradación del medio y el calentamiento global…

Más que nunca necesitamos a la ONU, pero la que se fundara en 1945 es cada vez menos eficiente porque la evolución del mundo la supera. Se impone la necesidad de su refundación.