Los marxistas clásicos pensaban que la mundialización de la
revolución no sería posible si no comenzaba en el corazón del sistema
capitalista. Sin embargo triunfó en Rusia. Durante el breve mandato de Lenin esa
idea le llevó a estimular y sostener cualquier impulso revolucionario en las
potencias del centro (Alemania, Reino Unido, Francia…), convencido de que la
propia revolución soviética carecía de futuro si no se lograba el estallido en
la Europa occidental industrializada. Los esfuerzos resultaron fallidos, por lo
que el comunismo soviético se bunkerizó para sobrevivir y los éxitos revolucionarios se
limitaron a algunas zonas de la periferia, cada vez más raras y aisladas a
partir de los sesenta. Al final del siglo la revolución era un recuerdo.
Pero también es hoy una esperanza para los jóvenes azotados
por la primera gran crisis del capitalismo postindustrial. Armados con girones
de la doctrina clásica y el rechazo visceral hacia cualesquiera instituciones
capitalistas regionales o internacionales se manifiestan a veces con violencia
(episodios antisistema y antiglobalización), pero también pacíficamente aprovechando
las grietas que abren las crisis políticas.
Las CUP (Candidaturas de Unidad Popular) en Cataluña son un
ejemplo. Se componen de elementos que van del marxismo ortodoxo a la acracia
pasando por el movimiento okupa y las mil y una variantes de la izquierda
revolucionaria. Carecen de cohesión pero no de formación (muchos con estudios
superiores) ni de decisión, templada en la indignación por las circunstancias
sociales que ha creado la crisis y el espectáculo insoportable de la corrupción
política. Aunque tienen una larga historia (desde los setenta) su protagonismo actual
tiene que ver con las secuelas del 15M. Su vertiente soberanista es tan difícil
de analizar como los demás aspectos de su ideología: aunque recientemente
alardean de separatismo no nacionalista, lo cierto es que proponen la
independencia de los paisos catalans (Cataluña,
Valencia, Baleares) y en todos ellos y sólo en ellos actúan. ¿No revela esto un
nacionalismo de tipo germánico que privilegia fenómenos inconscientes, no
voluntarios, como la lengua? ¡Ahí es nada!
Si nos atenemos al mensaje que quieren conscientemente
difundir su objetivo es el separatismo, no contaminado con emociones nacionalistas,
para crear un espacio (casualmente coincidente con el de la presunta nación
catalana) donde se haya abolido el régimen de la transición, la monarquía
borbónica, como gusta decir al catalanismo, y el sistema capitalista. El
estalinismo, ante la incomparecencia de la esperada revolución universal, optó
por teorizar sobre el ‘socialismo de un solo país’ para justificar el fracaso. De
forma parecida, aquí se trataría de crear ex
novo un espacio libre de explotación, libre del capitalismo, donde el pueblo
sea soberano de verdad. Fuera de España, fuera de la UE, sin euro, fuera de la
OTAN. Una especie de falansterio regional. El colmo de la utopía, lo que no
impide que se sigan proclamando marxistas con maravilloso desparpajo.
Ésta es una de las fuerzas emergentes de la España actual.
La que tiene en su mano, por decisión de los electores, la dirección que vaya a
tomar el famoso ‘proces’.
1 comentario:
Complicada situación....
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