En la literatura el uso de las generaciones es frecuente:
generación del 98, del 27, de la postguerra…, aunque no a todos guste. Es de
justicia admitir que desde ellas se explican mejor ciertas semejanzas o
diferencias entre escritores, determinadas características comunes. Ortega y
Gasset, intelectual orgánico de la burguesía española siglo veinte, si nos
ponemos gramscianos, propuso el sistema para explicar la historia, desde luego
sin demasiado éxito. Aunque no soy nada orteguiano, he de reconocer que el
invento me tienta para entender la coyuntura política actual.
Recientes encuestas sobre tendencias políticas e intenciones
de voto por sectores de población muestran una clara polarización respecto a la
edad, más que en ningún otro momento de la historia reciente, creo yo: los
partidos emergentes se alimentan básicamente de jóvenes mientras que PP y PSOE
se convierten en refugio de los ya muy veteranos protagonistas de la Transición.
El mantenimiento más airoso del PP frente al PSOE se debe, pienso, a que
mantiene mejor el componente de clase y abierto el hogar/refugio del franquismo
sociológico que la Transición sólo difuminó y que la crisis ha revitalizado,
como a las derechas autoritarias en toda Europa. Paradójicamente los que no
creen en la lucha de clases son los que mejor han sabido mantenerse en sus
posiciones sin desbandadas, desmovilizaciones ni flaquezas de conciencia.
El PSOE ha devenido un partido meramente progresista a quien
se acusa de haberse dejado girones del socialismo en el ejercicio del poder
(¡como si le fuera posible a la izquierda pasar por él y conservar el tipo!) e
incluso el perfil socialdemócrata. Ya no le apetece presentarse como un partido
de clase, lo que no significa otra cosa que haber movido sus caladeros hacia
las clases medias. En su descargo habría que apuntar que la clase obrera, en la
que nació, se desclasó por efecto de la desindustrialización, que los nuevos
trabajadores del terciario miran con ternura filial a las clases medias, entre
otras razones porque en su trabajo la promoción es posible, y que la crisis,
por último, lanzó al paro y a la marginación a otros muchos. Pero las clases medias también han sido
duramente golpeadas por la crisis. Sus vástagos se debaten entre el subempleo,
la frustración y el paro. Indignados se revuelven contra lo establecido, uno de
cuyos pivotes es el PSOE, al que se puede acusar tanto de no tener un proyecto
creíble de futuro como de haber traicionado sus propios principios.
La masa de los jóvenes airados ha encontrado refugio en
Podemos, un partido de laboratorio promovido por universitarios comunistas que
han tenido la habilidad de presentarse rehuyendo términos y eslóganes añejos,
sustituyendo izquierda y derecha por un arriba y abajo, que de puro viejo
parece nuevo, para hacer creíble la idea de un partido ultrademocrático y
transversal, sin aquello tan rancio de la ‘lucha de clases’. El staff del
partido es comunista, pero sus seguidores están lejos de esta ideología, son de
tendencias muy diversas sobre las que planea un cierto elemento libertario. Les
une el rechazo de los ‘logros’ de la generación de la Transición, a la que
culpan de la situación crítica y, más difusamente al sistema, la UE, el Euro,
etc. La actitud crítica de la izquierda comunista hacia estas instituciones ha
favorecido la confluencia. Desde afuera, muchos puretas no ‘enamorados de la
moda juvenil’, prevemos un inminente divorcio entre bases y cúpula por evidente
incompatibilidad ideológica, sobre todo desde la absorción de IU, pero habrá
que ver si la capacidad de una y los deseos de las otras por evitarlo acaban
con éxito, que todo es posible.
Ciudadanos no comparte el ascenso fulgurante de Podemos,
aunque también esté canalizando a jóvenes, liberales en este caso, que gustan
de chaqueta y corbata pero que reniegan de la derecha tradicional que huele a
franquismo. Es también una oferta de la nueva generación.
Puede que esté confundiendo causas con efectos, pero intuyo
que el impacto generacional es muy fuerte, y el deseo de relevar a los veteranos
que copan las posiciones de poder, evidente. Algo debe tener que ver esto con
generaciones.
Quién me iba a decir a mí que acabaría haciendo juegos
malabares en este patético intento por casar a Ortega con Marx. Y es que estoy
harto de tirar cosas que a primera vista parecían inservibles.
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(1) La
mirada clara, lejos era el primer verso de Montañas nevadas, himno del Frente de Juventudes, sección juvenil
de Falange Española.
3 comentarios:
Muy agudo...
Interesante. Comparto buena parte del análisis. Me atrevo a añadir que en sentido laxo, "generaciones" surgen a cada instante. Lo que las consolida y les otorga una identidad común son los acontecimientos históricos significativos. Las dos generaciones en pugna que aquí describes tienen su propio hito histórico que las ha definido: la transición y la crisis. Así se puede ver cómo quienes se han visto más interpelados por uno u otro hito se identifican más con una u otra "generación" al margen de la edad concreta que tengan (aunque evidentemente, correlaciona mucho la fecha de nacimiento con cada acontecimiento).
Saludos.
Tu comentario es una interesante y muy oportuna precisión. Muchas gracias.
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