15 nov 2015

El hecho diferencial

Estamos acostumbrados (iba a decir hasta las narices) de hechos diferenciales aquí en nuestro país, ¿o quizás debería decir países? Bueno, aquí. Sin embargo, permitidme el casticismo, en todas partes cuecen habas. David Cameron, que desconfía de los catalanes por el rollo de Escocia, recurre a lo mismo para chantajear a la UE, reclamando, no ya un trato diferencial, que lo tiene, sino una completa reforma (hacia atrás) de los tratados para acomodarlos a su supuesta peculiar condición o, de lo contrario, se darían el piro. Desconectarían, que se dice ahora. Se pone duro con la UE para ganar el referéndum que tiene convocado, o convocó el referéndum para ponerse duro. El caso es que a quien la situación se le pone cruda es a los demás por el peso de Inglaterra y porque sería un peligroso precedente. ¿No es lo mismo con Cataluña?

Los conflictos se enlazan en bucles, se inscriben unos en otros como las capas de una cebolla, crecen y se desarrollan en un crecimiento fractal multiplicándose y reproduciéndose hasta el infinito, hacía adelante, hacia atrás, a la derecha y a la izquierda. Es un hecho biológico. Somos conflictivos. Mil y una doctrinas religiosas, políticas, filosóficas han desarrollado sistemas para establecer la paz y la convivencia, pero sólo han logrado, una y otra vez, desplazar el conflicto a un nivel superior: la conquista, el colonialismo, el genocidio.

Nos enfrentamos porque nos sentimos diferentes pero al socializar las supuestas diferencias desembocamos en la guerra, tomada en el más amplio sentido.

No es posible eliminar el conflicto porque forma parte de nuestra naturaleza, pero siempre será posible detener, suspender o eliminar este conflicto, un conflicto concreto. Para ello habría que neutralizar las emociones que profundizan en él, apoyarnos en las que promueven la empatía y la colaboración. Poner la razón en marcha para resaltar las coincidencias y relativizar las diferencias. Esto parece sencillo para los individuos pero es complicadísimo para las colectividades. La permanencia de los conflictos lo demuestra. Nosotros estamos a punto de proporcionar una prueba más con lo de Cataluña. Al menos podría ser una buena contribución a la humanidad si sirviera de advertencia, pero no. Nadie se va a dar por aludido. Fijaos en Cameron: se le quieren ir los escoceses, los católicos de Irlanda del Norte y algunos galeses, cada uno con su hecho diferencial a cuestas y a él no se le ocurre otra cosa que hacer lo mismo con la UE.

Algunas veces envidio a las hormigas, otro animal social, entre las que no existe hecho diferencial alguno, pero, en cambio, a lo mejor tienen vergüenza. Vaya Ud. a saber.


1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Ciertamente vivimos en un mundo complicado...