Vivimos una época privilegiada por
la abundancia de información y el acceso a la educación más alta para el mayor
número de gente que haya existido nunca. Sin embargo, paradójicamente, el oscurantismo,
el conocimiento esotérico, la tecnofobia, la desconfianza hacia la ciencia, la
superstición… crecen, si no al mismo ritmo sí de manera excesiva. Lo
verdaderamente lamentable es que, como la política se corrompe con facilidad, y
no sólo por el dinero, desde las instancias de poder se propician a veces actitudes
que tienen que ver con esas formas pervertidas de conocimiento.
El 25 de septiembre de este año
podía leerse en El
Correo (edición Álava) que el ayuntamiento de Vitoria a propuesta de
Podemos y por unanimidad había aprobado una moción que obligaba a señalar las
áreas wifi de la ciudad y declarar “zonas libres de wifi” aquellas frecuentadas
por niños. Lo hacen, según afirman, por prudencia, ya que hasta la fecha no se ha
demostrado que sean inocuas para la salud.
Sobre la posible nocividad de las
ondas se puede leer en Investigación
y Ciencia lo siguiente:
Información clara y fiable, como la anterior, está al alcance de cualquiera, también de los concejales de Vitoria; sin embargo, optan por dar crédito a la paranoia tecnofóbica. ¿Por qué?
«Las
ondas electromagnéticas son cuánticas, es decir,
llevan la energía en paquetes ("cuantos")
llamados fotones. La energía
de estos paquetes sólo depende de la frecuencia de oscilación de la onda:
cuanta más
frecuencia, más energía. A frecuencias suficientemente altas,
estos paquetitos pueden ser usados por un electrón para escapar de los átomos
que crean la materia. Hablamos entonces de radiación
ionizante (porque
transforma átomos eléctricamente neutros en iones) y en estos casos (por
ejemplo, las ondas emitidas por algunos núcleos atómicos radiactivos) tiene
sentido preguntarse por sus efectos en la salud humana. ¿Es ionizante la
frecuencia de las ondas que me permiten conectarme a Internet sin cables y
escribir esto? La respuesta es no. Las ondas
del wifi tienen una frecuencia de unos pocos gigahercios: un poco más que las
inofensivas ondas de radio, más o menos la misma que las de nuestro microondas
y un millón de veces menos que la luz visible. Si el wifi causara cáncer, ¿qué no
habrían hecho las bombillas? Por no
hacer, los inofensivos fotoncitos del wifi no serían capaces ni de calentar la
comida, a pesar de que tienen la misma frecuencia que las microondas. Esto se
debe a que son muy pocos: la potencia (energía por unidad de tiempo) de un
microondas es de entre 500 y 1000 vatios,
mientras que la del wifi es de mucho menos que un vatio. Cada paquete lleva la
misma energía, pero en el microondas hay muchos más paquetes que en la señal
wifi, por lo que el wifi es incapaz de hacer vibrar las moléculas de agua lo
suficiente como para calentar comida.
Las
ondas electromagnéticas de baja frecuencia son completamente inocuas para la salud humana…»
Información clara y fiable, como la anterior, está al alcance de cualquiera, también de los concejales de Vitoria; sin embargo, optan por dar crédito a la paranoia tecnofóbica. ¿Por qué?
Por ignorancia. Ser concejal no garantiza
ningún nivel de conocimiento o de formación. Está dentro de lo posible que
tanto los promotores como todos los que aprobaron la moción, o sea, el pleno
municipal, sean ignaros en la materia y, como los ignorantes casi nunca saben
que lo son, ni siquiera se hayan movido para cubrir esa laguna de su conocimiento.
Por populismo. Puede que si no a todos, al
menos a algunos, quizás a los que no encajan en la etiqueta anterior, les
importe un rábano la verdad. Que para ellos lo que cuente sea cualquier cosa
que dé votos y han pensado que esta medida les acerca al común y les favorece
políticamente. Discrepar sería, por tanto, estúpido. De ninguna otra manera
puedo explicarme la unanimidad.
Para cualquiera informado, con sentido común
y con conciencia lo verdaderamente nocivo no son las ondas wifi sino decisiones
como ésta que promueven la ignorancia y la superchería a costa del conocimiento
científico, desvalorizan la razón frente a la superstición.
Afortunadamente yo vivo en zona libre de
concejales vitorianos. De todas formas estaré alerta con los que me cayeron en
suerte porque no las tengo todas conmigo ni mucho menos.
1 comentario:
Somos de pandereta...
Saludos
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